La muerte no es la única consecuencia del tráfico de animales en Bolivia y en el mundo, tal vez sea la más conocida y la más trágica, pero no es la única.
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Mercedes Bluske Moscoso y Jesús Vargas Villena
(Verdad con Tinta-Junio 25/2017) Según datos de la organización Natural Zone, Bolivia es uno de los 17 países considerados como megadiversos, convirtiéndolo así en un paraíso para los traficantes y en un infierno para los animales silvestres.
son acosadas por los cazadores, que se insertan en la selva con el único fin de lucrar con la vida de los animales. “Se meten y disparan para matar o herir”, dice el director del Parque Urbano de Tarija, Luis Morales Tintilay, quien explica que muchas veces matan a los adultos y atrapan a la crías para venderlas en el mercado negro de animales.
Coleccionistas, cirqueros o simples civiles con la intención de tener una “mascota”, son clientes de monos, loros, parabas, y tortugas, entre otras especies de animales, que fueron extraídas ilegalmente de su hábitat natural.
Aunque en Bolivia existen diferentes normas que protegen a los animales, en la práctica poco es lo que se logra con las letras escritas en papel. La ley 1333, promulgada en 1992, establece en su artículo N 111, que toda persona involucrada en el comercio, captura o transporte sin autorización de animales silvestres, sufrirá dos años de prisión y una multa equivalente al precio del animal. Sin embargo, hasta 2011, sólo dos personas habían ingresado a la cárcel por dos meses.
Mientras tanto, hoteles, complejos y casas particulares, continúan ostentando la tenencia de exóticas especies.
Otra de las consecuencias del tráfico de animales, no sólo tiene graves repercusiones en ellos, sino en nosotros.
Los traficantes de animales silvestres suelen mezclar todo tipo de animales en los lugares en los que clandestinamente los guardan, hasta venderlos o matarlos. Esto provoca el cruce de enfermedades entre unos y otros, haciendo que los virus puedan llegar a los seres humanos a través del simple contacto con uno de los animales infectados, o por la ingesta de alguno de los animales portadores del virus, tal como fue el caso de la gripe aviar, la fiebre porcina, el ébola.
El sida es otro ejemplo del traspaso de virus y enfermedades de animales a personas.

Por otra parte, otra de las consecuencias para los animales en cautiverio, es que generalmente muy pocos pueden ser reinsertados a su hábitat natural. Algunos de ellos fueros sustraídos de cachorros y se volvieron dependientes de los seres humanos para ciertas labores básicas para la supervivencia en la vida silvestre, como conseguir su propio alimento.
Otros no pueden ser devueltos a su hábitat, simplemente para evitar el contagio de alguna enfermedad del cautiverio a los demás animales. “Corremos el riesgo de que el animal que estuvo en cautiverio contagie alguna enfermedad a los animales silvestres. Eso podría ser catastrófico”, explico el director del Parque Urbano de Tarija.
La peor consecuencia para la mayoría de los animales que fueron sustraídos de hogar, es que están destinados a vivir en cautiverio de por vida.
Ante esta situación, nacen los centros de rescate de fauna silvestre, como el Parque Urbano de Tarija, en el que rescatan a animales silvestres y los cuidan, intentando proporcionarles un ambiente que se adapte lo más que se pueda a sus necesidades.
Pese a los incontables esfuerzos, muchos de los centros de rescate no pueden dar a los animales el espacio o hábitat que necesitan