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Mercedes Bluske Moscoso
¿Periodismo independiente?, es la pregunta que con más frecuencia nos hacen. Es como si se tratara de un espécimen en peligro de extinción al cual nos animamos a rescatar. Desafiamos la lógica del mercado. Cambiamos las reglas de la supervivencia del papel prensa basada en el papel monda; en la moneda pública. Nos volvimos independientes y, así, me volví rica.
Aunque somos dos quienes capeamos la marea en la balsa del periodismo independiente, estas palabras son mías, reflejan mi sentir. De ahí que, si bien somos dos los que encabezamos esta cruzada, sólo puedo asegurar que soy yo quien se volvió rica.
Aunque muchos amigos y colegas me habían advertido que con el periodismo me iba a “morir de hambre”, paradójicamente descubrí que el periodismo independiente me había vuelto rica de la noche a la mañana. ¿Quién dijo que la riqueza viene impresa solo en billetes? De la noche a la mañana descubrí que la riqueza también viene impresa en papel periódico, en los rostros de quienes te ponen el hombro todos los días y en la libertad de un párrafo escrito sin condicionamientos.
Recordé a un antiguo profesor de filosofía de mis épocas de universidad, quien tras proyectar una imagen del mapamundi en el que Sud América estaba en el norte y Estados Unidos y Canadá en el sur, nos preguntó: “¿Qué es esto?”
-“Un mapa al revés”, dijo un compañero impulsivo. Uno de los pocos que se animaba a abrir la boca ante la mirada intimidante de aquel profesor. Quizá uno de los mejores profesores que tuve.
– “¿Según quién?”, contestó el filósofo antes de dar inicio a un largo debate sobre las reglas establecidas, quienes las normaron y a quienes convenía.
Lo mismo me pregunto yo, según quién la riqueza se mide sólo en monedas. Me negué a aceptar al capitalismo como padre del periodismo y me volví rica.
El periodismo independiente me regaló la libertad de hacer escuchar mi voz, la capacidad de expresarme sin direccionamientos, independencia para escuchar las voces a favor y en contra y me alejó de la parcialización. Me volvió rica en experiencias, en conocimientos, en vocabulario. Me volví rica cuando pude olfatear la putrefacta propaganda y la cambié por 50 centavos de honesta publicidad.
Me volví rica cuando asumí que no me importaban los números en el papel moneda, sino las letras en el papel periódico.