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Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-agosto/2017) El envejecimiento es inevitable. En la lucha contra el reloj biológico, cientos de personas dedicaron su vida a la búsqueda del codiciado elixir de la juventud; sin embargo, dicha pesquisa hasta el momento no tuvo éxito. Ante la inminente vejez, solo pedir paciencia y amor.
Ojos cansados, manos ajadas, arrugas que se traducen cicatrices que fueron dejando las largas batallas que les dio la vida. Ya no tienen fuerzas para seguir luchando, ni voz para seguir pidiendo. En la mayoría de los casos, una persona que los escuche y alguien que los comprenda, es todo lo que necesitan.
Pese a que la legislación vigente garantiza una “vejez digna”, los adultos mayores continúan siendo uno de los sectores más vulnerables de la sociedad.
La dignidad se vuelve subjetiva cuando, en la realidad, las personas de 60 años no tienen acceso a un trabajo o a un sistema de salud que cubra al cien por ciento sus necesidades, cuando no tienen un techo o un plato de comida.
La dignidad se vuelve subjetiva cuando paradójicamente, quienes tendrían que velar por sus intereses, no sólo nos les proveen un techo, sino que recortan el presupuesto a los hogares que los cobijan.
De acuerdo a los datos del Censo de Población y Vivienda realizado el 2012, en Bolivia existen alrededor de 900 mil habitantes de la tercera edad, para el 2025, se estima que la misma supere el millón.
Según datos de la ONG International HelpAge, el 2050, el 17% de la población tendrá más de 60 años.
Ante esta situación, las autoridades de los distintos niveles de la administración pública deberán prever estrategias para dar calidad de vida a este grupo de personas que aumenta notoriamente, y que generalmente se encuentra en situación de abandono, sin hogar, sin comida, ni seguro de salud.
El estudio realizado por la ONG International HelpAge en el año 2015, sitúa a Bolivia en el puesto 11, dentro de 18 países latinoamericanos y del Caribe, en el índice global del envejecimiento. Este ranking mide el bienestar social y económico de las personas mayores de 60 años.
Aunque el país se situaba en un puesto intermedio a nivel general, en parámetros específicos, como la atención médica, ocupaba un lugar bajo en comparación con otros países de la región.
Esta realidad se refleja también a nivel local, pues según explicó la hermana Florentina Delgado, quien funge como madre superiora del Hogar de Ancianos de Tarija, la Caja Nacional de Salud cada vez provee menos medicamentos a los abuelos que cobijan. Ante esta realidad, se ven obligadas a buscar otras alternativas, como pedir colaboración de los laboratorios.
La falta de atención médica, que incluso conlleva malos tratos, no es el único derecho vulnerado a las personas de la tercera edad.
Aunque la Ley 369, Ley General del Adulto Mayor, establece la incorporación de estas personas al sistema productivo en la medida de sus posibilidades, pocos son los que gozan de este beneficio, pese a ser jefes de familia o a tener buenas condiciones de salud, pues son escasas las instituciones que se brindan a contratar a una persona mayor.
En la mayoría de los casos, los ancianos se convierten en víctimas de su propia edad y de la falta de paciencia de quienes los atienden, ya sean familiares o cuidadores.
De acuerdo a la información del Centro de Orientación Socio-legal para Adultos Mayores , más de 450 mil personas de la tercera edad, sufren diversos tipos de violencia.
Este número, representa aproximadamente la mitad de la población de adultos mayores de todo el país. Los casos de violencia fueron obtenidos de los 17 centros de atención legal que están distribuidos por todo el país.
La expropiación de bienes, falta de atención familiar y discriminación, son los principales motivos de maltrato. Fruto de estas situaciones, gran parte de los ancianos son abandonados en hogares, los que en su mayoría, han colmado su capacidad, o no cuentan con suficientes recursos como para admitir a más personas.
Aunque la normativa para proteger a los adultos mayores existe, aún faltan acciones que hagan que las letras del papel se conviertan en una realidad palpable, otorgándoles una vida realmente digna. Acciones que hagan que el Día del Anciano no sea sólo una vez al año, sino que los recuerde todos los días.