(Verdadcontinta-septiembre/2017) El oso de la florida evolucionó para adaptarse a las condiciones del nuevo territorio en el que se adentraba, dando paso al oso andino o jucumari; el único oso que habita en el continente sudamericano.
Un animal fornido, de dos metros de alto y un peso aproximado de 300 kilogramos, serían las características del Tremarctos Floridanus, una especie extinta hace millones de años, pero que dio origen al jucumari, el único oso descendiente de la familia Ursidae vivo hoy en día.
La llegada del oso de la florida al continente tuvo lugar en medio del denominado Gran Intercambio Biótico Americano, en el que la fauna terrestre y dulceacuícola emigró de América del Norte hacia América del Sur, a través de Centro América y viceversa, como resultado del surgimiento del istmo de Panamá. El istmo surgió entre la mitad boreal y austral del actual continente americano. Hasta entonces, América del Norte y América del Sur eran continentes separados.
Fruto de dicho evento, llegaron al nuevo mundo muchas especies originarias de Norteamérica, entre las que se encontraba el oso de la florida, también conocido como oso de anteojos. La ola migratoria con la que llegó el Tremarctos Floridanus, según la doctora en biología Ximena Vélez-Liendo, quien dedicó su vida al estudio de los osos jucumari, tuvo lugar hace aproximadamente cinco millones de años.
“En aquel entonces en Sudamérica habían tres especies de osos muy grandes, los Arctotherium y Bonarienses eran dos de ellos, por lo que el oso de la florida, al llegar al continente, se encontró con tres grandes competidores carnívoros”, explicó Vélez-Liendo.
Ante la inminente presencia de estos mamíferos, el oso de la florida tenía tres opciones: adaptarse, competir o morir. La última, definitivamente, no era una opción.
Adaptarse fue su opción más viable, por lo que el animal decidió vivir en zonas en las que no debía someterse a competir por el alimento contra los otros tres gigantes, para poder sobrevivir.
La región andina y los valles secos interandinos se convirtieron en su nuevo hogar. Tras tres millones de años, el oso logró adaptarse totalmente a las características de su nuevo hábitat, principalmente al cambiar su dieta.
En el proceso evolutivo en el que surgió el oso andino o jucumari, el Oso de la florida cambió sus dientes filudos, típicos de un carnívoro, por dientes más planos, que le permitían masticar plantas.
“Para que haya ese cambio en el animal, tiene que haber un componente ambiental muy fuerte. Ese animal, para sobrevivir, se tiene que haber adaptado a comer eso, y sólo eso”, agregó Ximena al momento de explicar que su evolución se debe a su profundo proceso de adaptación al medio ambiente.
“Hay un momento en el que el oso de la florida deja de serlo y perece, dando origen al oso andino”.
Así, el tremarctus Floridanus, evolucionó en el Tremarctus Ornatus.
Aunque sin osos gigantes que atenten contra su vida, el Tremarctus Ornatus, más conocido como jucumari, al igual que su ancestro, el oso de la florida, afronta grandes desafíos para sobrevivir.
El cambio climático y la intervención del hombre en su hábitat, son los nuevos depredadores que han llevado a la especie al peligro de la extinción.
Con semblante triste, Ximena aseguró que “si no hacemos un profundo cambio, en 30 años el jucumari podría ser una especie extinta”. Sin embargo, su trabajo en el país como el de otros colegas en Sudamérica, busca generar una conciencia respecto a esta crítica situación y lograr poner a salvo al jucumari.
A través de la identificación de áreas de buena calidad disponibles para el hábitat de los osos, en el año 2010 Ximena y su equipo realizó la estimación de que en Bolivia existen alrededor de 3.000 individuos adultos, lo cual representa un tercio de la población mundial de jucumaris.
Para la reproducción y supervivencia de la especie, por cada macho se necesitan dos hembras. A su vez, la hembra necesita alimento de buena calidad, agua y cobertura, para ella y para sus crías.
Fruto del cambio climático, cada vez es más difícil para los osos encontrar comida de buena calidad, ya que las heladas tardías y granizadas, entre otros fenómenos climatológicos, eliminan su alimento, haciendo que muchas de las crías, que son las que garantizarán la permanencia de la especie, mueran. La falta de agua es otro inconveniente.
Por su parte la interacción entre los osos y los hombres, también juegan en contra a la especie.
“A lo largo de 18 años, no pude detectar ni un solo ataque del oso a humanos, pero sí cientos de ataques de humanos a osos”, aseguró la bióloga Ximena Vélez-Liendo.
Un aspecto importante del trabajo que desarrolla la profesional en el país, es la parte informativa y las capacitaciones en las comunidades cercanas a las zonas en las que habita el oso, para asegurar la coexistencia de ambas especies.
Por su parte el proyecto de los osos andinos busca la creación de más áreas protegidas en las zonas en las que hay osos, para garantizar su preservación. En Bolivia se han detectado 13 áreas en las que tienen un espacio suficiente para sostener una población viable. Gran parte de estos espacios se encuentran en áreas protegidas, por lo que se busca habilitar otros espacios más.
En Tarija, en la parte de San Lorenzo, gracias a las cámaras que Ximena y su equipo tienen instalados en diferentes zonas en las que trabajan, pudieron captar la imagen de dos osos adultos y una cría, corroborando así que la zona está habitada por jucumaris y que puede constituirse en una nueva área de preservación de la especie.
A futura, además de las cámaras, Vélez-Liendo aspira a trabajar con collares de rastreo, para conocer con mayor exactitud el hábitat de los osos.