Entre las diferencias de los incendios del año 2002 y del 2017, está el traje de los bomberos. El actual tiene más huecos, un poco más descolorido y deshilachado.
¡Fuego! Miles de personas dirigiéndose hasta Sama para tratar de sofocar las llamas con las que luchan los cansados bomberos con unas ramas en las manos, otros con sus despeinados matafuegos. En tanto, el presidente desde La Paz, atiende otros temas emergentes sin darle la importancia que merece este caso.
No. No es un resumen de lo ocurrido el mes pasado en Tarija, en realidad es un pequeño resumen de lo que ocurría en agosto, pero del año 2002, cuando las llamas arrasaron unas 1.000 hectáreas en Sama.
La noticia fue tendencia mundial, tanto así que la cadena BBC de Londres reportaba cómo el Gobierno Nacional al darse cuenta de la magnitud del siniestro, enviaba bomberos al sureño y olvidado departamento de Tarija.
El presidente de entonces, Gonzalo Sánchez de Lozada, envió un helicóptero que llegó de la ayuda internacional, y hablaba ante los medios que en ningún momento se descuidó del tema, mandando a sus ministros a la ciudad de Tarija que estaba cubierta de una mancha negra por el humo.
Las clases en los colegios por ese motivo se habían postergado. “Un manto de humo negro cubre la ciudad de Tarija”, titulaba La Prensa de La Paz.
El motivo del incendio tras iniciarse las investigaciones fue contundente. Inició por un chaqueo efectuado por un grupo de campesinos. El fuerte viento de la época, hizo que el fuego se saliese de control.
El discurso del momento entre autoridades, cívicos y líderes políticos iba en el mismo sentido. Mayor prevención, trabajar en planes de contingencia y dotar de un mejor equipamiento al cuerpo de Bomberos de Tarija.
“¿Qué hicimos hasta ahora?”, se pregunta el periodista de la Red ATB, Ramón Grimalt, en un documental realizado sobre el último incendio de magnitud registrado en Sama, donde se encuentra la mayor reserva acuífera de la ciudad de Tarija.
Pasaron 15 años desde el incendio que se llevó mil hectáreas de fauna y flora en la reserva de Sama y pareciera, a momentos, que fuese un “déjà vu”, pero no lo es, es peor.
No es un caso de paramnesia, es un incendio, pero no es el mismo. Es aún mayor y encontró otra vez a sus habitantes desprevenidos.
Y se vuelve a la interrogante del periodista Grimalt, que en el 2002 también le tocó hacer la cobertura del incendio de Sama. Tras irse a vivir a La Paz, vuelve el 2017 para hacer seguimiento a otro hecho de mayor magnitud que el anterior.
No es un tema partidario, pues los políticos actuales se culparon entre sí por la falta de actuación inmediata de las instituciones. Es un problema social, porque con diferentes filosofías políticas en la Prefectura de entonces y la Gobernación de ahora, no se hizo nada.
El prefecto de aquella vez era Paúl Castellanos Mealla, quien recientemente había asumido el cargo al sustituir a Oscar Vargas Molina. El alcalde era uno de los actores que se mantienen vigentes en la arena política, Oscar Montes Barzón, quien cumplía dos años de su primera gestión.
Quizá un argumento sea que antes la región no gozaba de lleno con los beneficios de las regalías petroleras. “Ahora se administra seis veces más que en mi primera gestión”, dijo en su defensa el exalcalde Montes, con referencia al presupuesto actual de la Alcaldía de Tarija que asciende a Bs. 564 millones.
El trasfondo es cuánto se ha invertido en crear una red de atención de desastres naturales y planes de contingencia para este tipo de eventos. Muy poco, no se llegó ni a los Bs 100 mil en todos estos años.
El incendio de 2017 arrasó en la reserva de Sama con unas 10.600 hectáreas según el informe de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT).

Incendio 2017
Fuego, miles de personas dirigiéndose hasta Sama para tratar de sofocar las llamas con las que luchan los cansados bomberos usando ramas y sus despeinados matafuegos, en tanto, el presidente desde el Gran Chaco y después en Cochabamba, atiende otros temas emergentes, asegurando que se enviaron helicópteros, ministros y bomberos.
No, no es la misma noticia, es una más trágica, pues en este nuevo hecho, hubo tres víctimas fatales.
Pasaron 15 años de aquel evento y por los resultados, pudo denotarse que en todo ese tiempo no se hizo nada, ninguno de los presidentes, gobernadores y alcaldes, incluyendo los actuales, tomó las previsiones correspondientes, siendo este el resultado.
El presidente, Evo Morales Ayma, de ideología política contraria a la de Gonzalo Sánchez de Lozada, actuó de forma muy similar a éste en el incendio del año 2002. Ambos aseguraron en su momento que actuaron de inmediato enviando a sus ministros para que coordinaran las tareas de acción, pero ninguno admite una responsabilidad en el desastre.
¿Qué cambió del 2002 al 2017? Los bomberos tienen los antiguos trajes rojos, pero ahora presentan más agujeros, más deshilachados. Otra vez usaron ramas y los humildes matafuegos.
Otra diferencia. Que las autoridades ahora se sacan fotos en el lugar de los hechos, hacen transmisiones en vivo e incluso utilizan falsos héroes para distraer al pueblo y desviar la atención de las fallas cometidas.
El presupuesto departamental para este tipo de contingencias no sobrepasa de Bs. 1 millón para la dirección de Gestión de Riesgos, pero en el plan operativo anual no se encontró un proyecto integral del manejo de los recursos naturales, tampoco hay proyecciones en prevención. Nada. Como hace 15 años.
El tema ya pasó de moda y el olvido vuelve a posicionarse sobre las nubes que cubren Sama, un cerro tan querido, pero a la vez tan olvidado. Ojalá que no pases otros 15 años o un desastre mayor, para volver a recordar.
Las causales siguen siendo las mismas. Personas que hacen “chaqueos” o fuegos controlados que en realidad terminan por salirse de control, ante la inexistente capacitación.