Más allá de compartir la Nochebuena con una picana en el comedor, los integrantes de este hogar hacen un singular recorrido por las calles de la ciudad
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Mercedes Bluske Moscoso y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-diciembre/2017) La Navidad para ellos es un nuevo inicio; una oportunidad, un cambio necesario promovido por la fe, así lo ven las personas que radican en el hogar La Colmena Santa Rita, ubicado en la zona de San Mateo, en las afueras de la ciudad.
Tiene una vista privilegiada gracias a un mirador construido en medio de uno de los patios. Por un lado, se ve el acelerado crecimiento de la ciudad de Tarija con asentamientos que van abriéndose calles, y convirtiéndose en barrios, por el otro, resalta el verde que todavía preserva la comunidad de San Mateo con sus sembradíos como parajes naturales.
Al lado se encuentra la parroquia que toma otra dimensión con todas las nubes negruzcas que van tapando el fuerte sol de la tarde.
Hay cuatro huecos rectangulares en lo más alto de la parroquia. El párroco y director de este hogar, Alejandro Fiorina, dice que estos espacios significan que todavía falta por edificar. “Una iglesia siempre está en construcción y no me refiero precisamente a lo material”, explica a modo de enseñanza.
Al bajar de este mirador, aparece un mural con una representación de la parábola de Jesús, del buen samaritano, pero contextualizada a estos tiempos, “es la versión moderna”, dice Alejandro con una sonrisa picaresca.
Ahí se ve la tradicional imagen del buen samaritano, pero en lugar de usar un caballo, tiene una motocicleta.
El trabajo fue realizado por una persona que alguna vez estuvo en la cárcel y luego se rehabilitó en este lugar, dejando el sello de su aprendizaje.
También es visible un monumento de piedra de la Virgen María, de igual forma realizado por otro hombre que se rehabilitó en este lugar, dejando su obra en agradecimiento.
El sitio está lleno de simbolismos, la obra en sí es fruto del esfuerzo de cientos de voluntarios que lograron erigir este recinto, mediante el visto bueno de la Iglesia que donó los terrenos.
En dicho hogar, están personas que se internaron por problemas con el alcoholismo, la drogadicción, por trastornos, por temas judiciales o de abandono, no importa el motivo, para el religioso todos son iguales y merecen una oportunidad.
El centro es completo, existen talleres para carpintería, cocina, metalurgia, sastrería, teatro y además tienen una huerta que está produciendo…y por si fuera poco, una granja de conejos que están a la venta.
“Si quieres estar conmigo, toma tu cruz y sígueme”, dice un monumento de metal en la puerta de ingreso, que representa a un chapaco con su crucifijo en la mano. “Este monumento también la hizo alguien que pasó por acá”.
Las muestras de cariño son incontables en el sitio, incluso la comunidad vecina que en un principio rechazaba este proyecto hace unos 11 años, se siente identificada con el mismo, apoyando en lo que puede y asistiendo a las misas en la parroquia.
Al padre Alejandro, le ayudan en la administración los mismos hombres que alguna vez tocaron la puerta por algún problema de alcoholismo o drogadicción, quienes ahora están rehabilitados y se encargan de mantener vivo e lugar, encontrando la luz, pero especialmente, teniendo un objetivo claro en su vida, de cooperar a los que más lo necesitan.
Por sus pasillos hay hombres que se los ve mejorados, desinhibidos, unos jugando al futbolín, otros recibiendo la visita de sus familiares, o charlando entre sí, pero la mayoría, trabajando en alguna de las diferentes actividades existentes en el lugar.
También puede encontrarse algún hombre sentado en el pasillo llorando, quizá de arrepentimiento, no se sabe, pero rápidamente el padre le da un espaldarazo y le lanza un chiste para animarlo.
Navidad
Empezó diciembre con la elaboración de los panetones que ya tienen marca propia, La Colmena Santa Rita, mismos que son realizados por los mismos internos de este centro. El olor a pan dulce es más fuerte al momento de aproximarse al almacén. “Llévese este es para usted”, dice el padre al periodista.
Pese a la necesidad por conseguir recursos, en este lugar, sus integrantes hacen lo posible por hacer sentir al visitante como en casa, invitando un café o en este caso, regalando un panetón.
Para Nochebuena, el padre Alejandro relata que consiguen un Papá Noel, con el que salen por diferentes barrios de la ciudad, con panetones y otros presentes para la gente de la calle.
Personas que llegaron a ese hogar en busca de ayuda, salen ahora a las calles a dar apoyo a quienes más lo necesitan. “Siempre hay alguien para ser querido”, dice el religioso.
Hogar
“Cuidado cuando vayas por ahí”, no falta quien recomienda al conocer que uno irá a este hogar, pero al pasear por sus patios, talleres y pasillos, el visitante recibe saludos y bendiciones, una costumbre casi desaparecida en las calles de la ciudad.
El padre de 57 años, acompaña al periodista hasta la puerta, invitando a que no sea la única visita, “que sean más”.
El sacerdote esta vez no viste una túnica, sino una camisa colorada a cuadros por el intenso calor veraniego de Tarija. “Este clima me gusta”, dice sonriente el hombre nacido en Bérgamo, Italia. Alejandro se despide con un fuerte abrazo, característico de un hombre de gran corazón.
La particular parroquia de San Mateo
Atrás está la parroquia, donde aparece un monumento y no es un santo precisamente, sino el personaje animado de Pinocho.
“Él nos enseña lo mentirosos que llegamos a ser los hombres”, explica el padre, quien además señala la larga nariz del personaje, de la que están colgadas otras narices moldeadas de cerámica.
“Son nuestras narices dice sonriente, la mía está ahí”, apunta el párroco al indicar que junto a los internos de este centro se las moldearon en sus rostros con cerámica.
En el exterior de sus torres fue colocada una gran estrella de Belén, mientras en el ingreso hay una estatua del santo del lugar, San Mateo. “Es hermosa”, resalta el padre al señalarla.
Al ingresar a la parroquia existe un pequeño espacio para los santos y arriba, dibujada la mano de Dios. “Es importante que la gente comprenda que ningún santo está por encima del Señor”.
Entre los santos aparece el retrato de uno de sus amigos. “Él siempre ayudó al hogar, un gran amigo, un santo”, dice con nostalgia.
En el atrio está un pequeño pero original nacimiento navideño, donde puede verse un camino que va hacia el Niño Jesús, en él están escritos los valores de la vida como: Esperanza, sonrisa, responsabilidad, cariño, gozo, felicidad, unión, recuperación, armonía y familia, todo custodiado por dos ángeles.
Del techo bajan los nombres de los jóvenes que recientemente hicieron ahí su confirmación. También destaca un arbolito seco, del que cuelgan tarjetas motivacionales de los jóvenes que efectuaron su comunión.
Por el atrio, sobresale la cruz de vidrio por donde entra “la luz del Señor”, un sitio único, que inspira al visitante, renovando su aire; su ser.