Un proyecto que demande Bs 26 millones para un funcionamiento de dos años…si funciona.
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Mercedes Bluske Moscoso y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-marzo/2018) Hace calor, los zancudos están en un festín con un zumbido inaguantable que altera el oído, pero especialmente, que deja su marca en el cuerpo de los habitantes de la zona de San Luis. Lo peor de todo, es el mal olor.
Son por lo menos unos 20 años que los vecinos de la zona de San Luis soportan los malos olores de las lagunas de oxidación.
Incluso, los malos olores cuando los vientos son fuertes, llegan hasta el centro de la ciudad de Tarija.
Las lagunas y sus efectos
Singularmente, las lagunas de oxidación tienen 29 años de vida útil, lo que quiere decir que apenas tuvo unos 9 años de funcionamiento óptimo.
“Cuando nos socializaron el proyecto nos decían que no habría malos olores, que mejoraría la zona al crear más áreas verdes, pero nada de eso ocurrió”, relató un hombre que compraba de una tienda cercana a la planta.
Una de las promesas en estas socializaciones era la creación de un cordón forestal alrededor de las lagunas para evitar la propagación del olor. Algo que nunca ocurrió.
Eran los años 80, cuando empezó la socialización para la construcción de las lagunas de oxidación, obra que estaba a cargo de la Prefectura mediante la extinta Corporación de Desarrollo de Tarija (Codetar).
El presidente de ese entonces, era Víctor Paz Estenssoro (1907-2001+), que también era vecino de San Luis.
Hubo oposición al principio, pero una posterior socialización con las juntas vecinales convenció a los habitantes de esa zona, por ese entonces, casi despoblada. La obra fue concretada en 1989.
29 años después, la población en lo que ahora es el Distrito 11 de la ciudad, incrementó notablemente.
La zona afectada directamente por los malos olores, que incluyen los barrios Aeropuerto, San Luis, San Jerónimo y Morros Blancos, sobrepasa los 20 mil habitantes según datos del censo del año 2012 del Instituto Nacional de Estadística (INE).
“Yo me acuerdo que salía a jugar al jardín y nos entrábamos algunas noches, porque olía mal”, recuerda Mercedes, una joven que hace 15 años, pasaba los momentos más felices en aquel patio, hasta que ese fétido aroma, cortaba el romance del momento.
Conforme pasaron los años, el olor se hizo más insoportable, llegando hasta el año 2014, cuando la paciencia de los vecinos llegó al límite.

Fue en ese año, que durante la gestión del gobernador Lino Condori Aramayo, empezaron las movilizaciones de los vecinos, exigiendo una solución al tema de los malos olores.
Una de las manifestaciones fue tal, que hasta tiraron heces a las paredes del edificio de la Gobernación para que sus funcionarios, comprendan lo que es vivir con ese olor a diario.
Es entonces que surge el proyecto de mitigación de olores con un costo inicial de Bs 23 millones, pero el mismo, no logró concretarse, quedó en eso, una intención.
Con la llegada de las elecciones subnacionales en 2015, entre las promesas electorales del candidato de Unidad Departamental Autonomista (UDA), Adrián Oliva Alcázar, estaba la solución definitiva al problema de los malos olores.
Oliva ganó la elección y por ende, volvió a encararse el proyecto citado.
El Gobierno Nacional había confirmado la ejecución de la macroplanta de tratamiento de aguas residuales, que de concretarse, tiene un tiempo de 5 años su construcción.
En todo este tiempo, fue creado el Comité Impulsor de la Planta de Tratamiento, el que apoya ambos proyectos.
Hasta ahí, todo bien.
El millonario proyecto
“Mientras estén en construcción las plantas de tratamiento, debe darse una solución inmediata a la contaminación”, dijo el concejal, Alan Echart Sosa, en una de las reuniones de socialización del proyecto de la mitigación de malos olores.
Sin embargo, especialistas en ingeniería ambiental y tratamiento de aguas residuales, revelaron que el tiempo de implementación de este proyecto no es inmediato, puede demandar como mínimo, unos tres años.
Solo en la construcción de las membranas o el gigante parche que irá sobre una de las lagunas, demandará un tiempo de dos años, explicó el ingeniero paceño, José Luis García Moscoso.
El hombre moreno de unos 1,80 metros, sencillo y bonachón, toma asiento en las oficinas del periódico. Viste con camiseta, pantalones anchos y zapatillas, como todo ingeniero.
Al principio, se muestra un poco tímido, pero cuando empieza a tocar el tema del tratamiento de los recursos hídricos, cambia su semblante, hablando con lujo de detalles, y es que su experiencia le ayuda bastante.
García es ingeniero agrónomo ambiental, con dos doctorados y máster en gestión ambiental y de aguas residuales en Barcelona- España como en Virginia- Estados Unidos.
Este ingeniero boliviano, tuvo la oportunidad de trabajar en España y Estados Unidos en plantas de tratamiento.

Sobre el caso específico de Tarija, Sánchez no ve lógica la implementación de este costoso proyecto. “Debemos ser eficientes en el uso de los recursos económicos”, reflexionó el experto.
“Cuando encaramos un tema de tratamiento biológico, no es que al abrir la válvula ya funciona”, indicó.
Dijo que se requieren en este tipo de proyectos, un periodo largo de estabilización “de la población bacteriana”.
Para colmo, hubo un incremento de Bs 3 millones al proyecto inicial, lo que quiere decir que le costará al departamento unos Bs 26 millones.
Este monto será invertido para un proyecto que dure tres años en su implementación y de ahí, ver si funciona.
En síntesis, serán gastados Bs 26 millones para un proyecto que demande tres años en construcción y puesta en funcionamiento, mientras sea realizada la planta de tratamiento.
Si la construcción de la planta de tratamiento dura 5 años, los Bs 26 millones de la mitigación de olores de las lagunas de oxidación de San Luis, serán utilizados para algo que funcione solo 2 años.
“Es una apuesta muy cara, muy arriesgada y demasiado demorada”.
Riesgos
El mayor riesgo es que la implementación del proyecto no da una garantía de acabar con los malos olores.
Solo podrá conocerse si realmente funciona, cuando entre en marcha. “Son tres años con tremenda inversión, para ver si esto va o no va”, cuestionó.
Diferentes especialistas en hidrología sondeados sobre el tema, concuerdan en que la solución que plantea la Gobernación, puede ser efectiva, pero también tiene un riesgo y no podría resultar.
José Luis dice que el proyecto de Tarija es un “experimento”, del que no encontró antecedentes, entonces, los resultados pueden ser buenos, pero también malos.
Los proyectos de mitigación de olores que existen en otras ciudades empezaron de cero, pero ese no es el caso de Tarija, donde intentan colocar membranas o “parches”, sobre las lagunas para iniciar un tratamiento. En otras palabras, adaptarlas al antiguo diseño.
“No es necesario tener un doctorado para darte cuenta que en lugar de solucionar algo que está tan mal con un parche, es hacer algo nuevo”, dijo frunciendo el ceño.
Entonces… ¿Cuál es la solución? Es la pregunta que surge inmediatamente después de estas declaraciones.
La respuesta es práctica. “Es mejor hacer un esfuerzo económico más allá y hacer una instalación nueva; hacer una planta al final, donde se puedan acumular todos los descargos, con un único tratamiento, si el objetivo es de dar una ventilación ambiental”.
La ventilación ambiental se refiere a devolver el agua al ecosistema en iguales o mejores condiciones.
A diferencia de otrora, cuando los vecinos solo escuchaban a técnicos de las instituciones estatales que socializaban los proyectos, esta vez, los habitantes de San Luis, dejando de lado a las dirigencias barriales que a veces también suelen estar politizadas, hicieron un esfuerzo e invitaron a este, como a otros técnicos, de forma que les den su visión sobre los proyectos mencionados.
Haciendo un resumen de las opiniones de este y otros especialistas, todos concuerdan en que algo huele mal con este proyecto.

Un proyecto al revés
Las membranas que sean colocadas en una de las lagunas de oxidación de San Luis, estarían al revés de lo aconsejable en un sistema anaeróbico, como es el que se tiene.
“El sistema anaeróbico es muy efectivo y barato, pero se pasan horas, días, para después, seguir a un sistema donde el agua puede pasar semanas de tratamiento”, explicó el ingeniero experto en hidrología, José Luis García Moscoso.
Para el funcionamiento efectivo de este sistema, deben usarse lagunas “sumamente grandes”, para filtrar el agua posteriormente, a una laguna anaeróbica pequeña.
“En Tarija, lo que quieren hacer es al revés”, reveló al conocer del proyecto de mitigación de olores.
Las membranas o parches serán puestos a la laguna mayor que tiene un tamaño de cuatro hectáreas, la que se convertirá anaeróbica, usando las otras para complementar.
Pero el problema mayor, es que las membranas son colocadas en las lagunas cuando los proyectos inician desde cero, siendo los resultados favorables. En este caso, los parches deberán ser adaptados a las actuales lagunas de San Luis.
Gobernación garantiza el proyecto
Con el aval social, la Gobernación mantiene firme la postura de ejecutar el proyecto de mitigación en las lagunas de oxidación de San Luis.
El argumento es que este proyecto, es requerido por la población del Distrito 11, debido a los malestares que generan los malos olores de las lagunas de oxidación.
Al caerse las licitaciones por la falta de empresas proponentes, la Gobernación determinó ir por la invitación directa.
Para los especialistas, la falta de proponentes debió a la dificultad del proyecto, pues debe experimentarse con algo no antes realizado, de poner unas membranas que no fueron diseñadas para estas lagunas en específico.
Desde la Gobernación, aseguraron que a finales de abril, la empresa elegida iniciará la ejecución del trabajo.
“En vez de poner la piedra en el camino, vamos a empezar a quitarle, para que la Gobernación pueda seguir adelante, porque este es un proyecto para Tarija”, resaltó, uno de los principales defensores de este proyecto, el concejal, Alan Echart Sosa.
¿Qué es un sistema anaeróbico?
El sistema aeróbico es un tipo de vía energética que implica la utilización de oxígeno. Este proceso actúa en ejercicios de intensidad moderada y prolongada en tiempo, se nutre de las reservas de hidratos de carbono, grasas y proteínas.
Es un proceso que aprovecha la naturaleza, con el funcionamiento de los microorganismos que terminan por comer todos los materiales orgánicos.