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6.
Elongación. Las pataratas del siringuero dorado procuran el beso edulcorado de la estación. No hay sentido en la nobleza abyecta de la torpe tentación en el costado, agujerando el caparazón cuadriculado del mango, de la palanca a la acción. Mercancía. Allí estás, señor burgués, no te hagas el disimulado. Vamos a hacer 20. Vamos a hacer 20. Vamos a hacer 20 de estrategia envolvente. Sos avezado, sos criminal. Sos la peluca recortada de la serpiente original. Ni licenciado ni radical: comandante de los llunkus, estratega de los pajpakus, sos la trampa colonial.
“Está muy lindo aquí… creo que ya te olvidé”. “Sabes, como en película de bodas, conocí a alguien”. “Soy re jodida: con la comida, con la música, con la gente. Con todo”. “Cuando quiero ser emputante soy la más emputante del mundo”. “¡Así no más! ¿Quién se va dar cuenta?”. “Dejála… vos volvé”.
La burguesía emergente articulando sus propios círculos de interés y la decadente mutando de antifaz para no soltar los privilegios. La vista fija en las arcas del Estado. Y vos en el jardín, arrancando menta, refugiado en un limbo de clase, pagando la renta simbólica de tu creativo ínterin. “Tienes que ser vividor, pelotudo, opa y mierda. Yo ya lo hubiese sacado a cholear a mi suegro y lo recogía en un solo pedo manejando su vagoneta”. “Este tanto comer conchita se volvió conchudo”. “Ya habrá tiempo para la desintoxicación después de carnaval”. “Una época movíamos fuerte, perro, hasta dos kilos”. “Podría ser peor… me podría haber pasado a mí”.
Suena la reja y se levanta como un elástico el paranoico y mimado perrito. Suelta el liado, tuerce la boca: una espada de humo sale expelida como un disparo hacia su costado. Entra en escena un solo de bajo: experimental. Y el otro boqueando… “Le dio la blakypalid y quedó mostaza, el negro y mierda, parecía un sorete con cirrosis”. “Se me fue la mano, está pa’ afeitarse este encholau”.