Ordenanzas, leyes y juicios ganados, son parte de los logros institucionales conseguidos hasta la fecha, sumándose más organizaciones de este tipo.
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Mercedes Bluske Moscoso y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-mayo/2018) Los desesperantes y continuos aullidos de los perros, hicieron llegar al límite a los vecinos del barrio Guadalquivir, a solicitar una solución al problema del parque zoológico Oscar Alfaro cuando pasaba el año 1993.
¿Quién iba a pensar que en un sitio que lleva el nombre de un poeta que escribió sus mejores prosas a los animales, realizarían las más crueles matanzas?
En el parque Oscar Alfaro, la gestión municipal había decidido instalar una perrera para depositar ahí a los canes callejeros que los había en abundancia en la ciudad de Tarija.
Esta perrera, según recuerdan, era en realidad, una jaula pequeña de fierro improvisada en la que ponían a los canes que encontraban los funcionarios municipales en las calles, o aquellos que eran denunciados por vecinos como agresivos.
Si en las primeras semanas, nadie iba a reclamarlos, su futuro era peor que una película de terror.
Los perros eran utilizados para alimentar a los felinos del zoológico, los que también estaban encerrados en pequeñas jaulas, donde vivían hambrientos y especialmente estresados.
El león, los jaguares y los pumas eran alimentados con los perros callejeros.
Incluso, había perros que simplemente se habían salido de casa, para nunca más retornar, mientras los dueños desesperados continuaban la búsqueda.
Lo peor, es que los funcionarios ni siquiera los mataban a los perros para darles la carne a los felinos, sino que los lanzaban vivos a las jaulas, ocupando así en primera fila una sangría sinigual.
“No eran lanzados para la diversión de los jaguares y los pumas, sino de los estúpidos que trabajaban ahí”, recuerda el activista, Gonzalo Torres Terzo, miembro actual de la Sociedad Protectora de Animales de Tarija (SPAT).
Los vecinos relataban, según refirió Torres, que los canes eran lanzados en las noches a las jaulas de los felinos, escuchándose los desesperados aullidos como las risas o gritos de quienes presenciaban esta matanza.
La situación fue tal, que hubo personas que empezaron a quejarse y a partir de ello, unas cinco mujeres se organizaron para salir a denunciar esta situación ante los medios de comunicación, además de organizar manifestaciones en contra de la perrera municipal, siendo tomadas en cuenta por el alcalde de ese entonces, Nelson Llanos Peña.
Es ahí que surge a la cabeza de Betina Zamora, la Sociedad Protectora de Animales de Tarija (SPAT).
Estas valientes mujeres que integraron la primera directiva son: Bettina Zamora, como presidente, Elva Salinas como vicepresidente, María Tereza Sossa como secretaria de hacienda, Marta Ballivián como secretaria de prensa, Lidia Arevilca, como secretaria de actas y Nicole Martínez como asesora.
Las cinco mujeres consiguieron frenar esta matanza; formando dicha organización, que en un principio, se encargó de dar refugio a perros y gatos de la calle.
La organización dio un paso importante el año 1999, cuando consiguió su personería jurídica, siendo ya reconocida por el Estado como una institución.
SPAT siguió creciendo y fue en el año 2005, que empezó también la defensa de la fauna silvestre, como de los animales de granja.
Ya en ese entonces, era parte de la organización, el ambientalista, Gonzalo Torres, quien recuerda las acciones que hicieron para que el Concejo apruebe una ordenanza en contra del maltrato animal.
“El 2008 nos peleamos por una ordenanza que sale recién el 2009, la 053/2009”, que precisamente, reglamenta el cuidado de los animales en la ciudad de Tarija.
Pelo largo bien peinado hacia atrás, sujeto por una pequeña cola, jean y camiseta, ropa cómoda para atender cualquier contingencia, así se presenta el activista, Gonzalo Torres Terzo, lejos del traje formal, mostrando un aspecto fuerte de su personalidad.
SPAT seguiría marcando historia tras ganar el año 2010 un inédito juicio a la Alcaldía Municipal, en esa oportunidad, a la cabeza de Oscar Montes Barzón.
“Le demandamos a Oscar Montes por la situación de los animales en el zoológico, le ganamos el juicio y es a partir de este proceso, que nadie lo va a querer reconocer, menos del Gobierno Municipal, que se comienza con el proyecto del nuevo zoo”, recordó orgulloso el activista.
En el juicio, la organización demandaba a la Alcaldía por el deplorable estado en el que se encontraban los animales del parque Oscar Alfaro, además del incumplimiento a leyes nacionales como a la misma ordenanza que había sido aprobada el 2009.
La Alcaldía tuvo que ceder, pero se pasó por una serie de problemas, pues no había albergues naturales en el país que tengan la capacidad de recibir a todos los animales del zoológico de Tarija.
“Casi todos estaban colapsados”, cuenta, por lo que consiguieron un sitio para el león Kimba, que era uno de los más afectados, gracias a la intermediación de la fundación Animal Defenders International (ADI), que lo trasladó a un parque natural en Denver-Colorado, Estados Unidos.
La historia de “Kimba el león chapaco”, conmovió no solo en la ciudad, sino en el plano internacional, que motivó a que esta fundación internacional, ofrezca los recursos suficientes para llevárselo al Santuario del Animal Salvaje en el estado de Colorado, donde están otros animales que fueron rescatados del cautiverio. Ahí murió el año 2015, un Kimba más libre y sereno.
Hubo que ver un proyecto alternativo para los otros animales, surgiendo la idea de aprovechar el Parque Urbano en la zona de Las Barrancas.
Desde esta organización, también consiguieron consolidar una normativa a nivel departamental, como es la Ley 027/2011, que establece el 23 de noviembre como el Día de los Animales en el departamento de Tarija.
Con esta ley, el Gobierno Departamental, debe dar los recursos necesarios para efectuar diferentes actividades de concienciación sobre la preservación de los animales.
“Aunque no la están cumpliendo, tiene un significado importante esta ley”, acotó.
Como SPAT, empezaron a surgir en la última década nuevas organizaciones defensoras de los animales en diferentes zonas de la ciudad, aunque el número de las mismas todavía es pequeño con relación a las necesidades existentes.
Uno de los eventos que logró institucionalizarse es la campaña de adopción, que es efectuada todos los sábados en el Parque Bolívar.
A este lugar, asisten desde las primeras horas de la mañana, los miembros de las diferentes organizaciones defensoras de los animales para ofrecer mascotas en adopción.
“Nos ubicados generalmente en la fuente de aguas no danzantes”, dijo Torres con un poco de sarcasmo por aquel proyecto turístico municipal, pero lo cierto, es que las diferentes organizaciones activistas en pro de los animales están ahí.
También hay venta de artículos o puede encontrarse a veterinarios que dan consejos sobre mejores cuidados a las mascotas.
La organización conforme fue creciendo en número de integrantes, también abarca, más temáticas, como la defensa del medio ambiente, siendo partícipe de la marcha del 2010 por el Territorio Indígena Isiboro Sécure (Tipnis), o con la movilización por Tariquía que es realizada este 2018.
SPAT cuenta actualmente con unos cinco refugios, donde se encuentran unos 120 animales.
Los recursos para el mantenimiento de la organización o la construcción de nuevos albergues, los consiguen con la organización de diversas actividades, como kermeses, rifas u otros.
También cuentan con el apoyo de las mujeres fundadoras, que aportan con cemento, dinero o cualquier aporte que requieran en alguna actividad; además están los miembros pasivos que hacen visitas mensuales o quincenales a los albergues para donar comida u otros materiales necesarios.
Por último están los miembros activos, que son aquellas personas que se encargan de atender los casos que se dan en cada jornada, como atropellos, abandonos o maltratos.
Hay veterinarios que hacen precios especiales a los voluntarios para la atención de los animales rescatados.
“Todos los días tenemos algún caso por aquella gente que se olvida de pisar el freno”, relató Torres, por los atropellos de vehículos.
Por cada accidente, deben costear el precio de las radiografías como las posteriores operaciones de los animales, sin contar el periodo de recuperación que implica también otro costo.
“A esos 120 o más animales hay que alimentarlos a diario, lo que es un presupuesto”, admitió.
Para Torres, el activismo es parte de su vida, pero él debe mantenerse como a los animales que cuida.
“Es una pregunta que uno se hace, cómo se mantiene el camión que usamos para recoger los animales, los medicamentos y mis propias cosas”, dice Gonzalo.
Gonzalo es ingeniero ambiental de profesión, trabaja en diferentes asesorías en ese campo, además administra un restaurante vegetariano, como otras actividades con las que puede obtener los recursos suficientes que les den especialmente para continuar con su activismo.
¿Por qué lo hace? “Porque lo siento, porque si no lo hiciera, no podría dormir”, dice a modo de culminar la entrevista.
Grandiosa nota. Los ojos se me hacen un mar de lágrimas al leer sobre los perritos sacrificados, qué poca humanidad tenían antes, en 1993. Gracias a Dios hemos recuperado un poco de ella con el surgimiento de SPAT.