Los elementos más tradicionales de la vestimenta del occidente de Bolivia, incorporados en piezas dignas de pasarelas internacionales.
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Mercedes Bluske Moscoso
(Verdadcontinta-Mayo/2018) Pollera verde. Manta esmeralda. Topo dorado. Sombrero negro. Así se presenta Rosario Aguilar Rodríguez, abriéndose paso en la pasarela más importante del país, mientras los presentes se funden en una ovación.
Ella es la mujer que logró incorporar los atavíos de la chola boliviana, en el mundo de la moda, ganándose la aprobación y el respeto de todo un país.
En sus manos, el macramé y las coloridas telas características de las prendas de la chola paceña, como en un proceso de metamorfosis, se traducen en sofisticados vestidos y prendas que cautivan.
Su revolución en la industria comenzó en el año 2016, cuando decidió incursionar en la alta costura, pero aplicando las técnicas que había visto en la confección de polleras en La Paz y El Alto.
“Empecé en 2016 en La Paz, cuando participé en La Paz Moda, luego mostré mis diseños a Pablito -Manzoni- y él me invitó a que sea parte del Bolivia Moda”, dice Rosario sobre sus primeros pasos en la industria nacional, mientras proyecta una sonrisa con su mirada.
“Incorporar los detalles de la mujer de pollera en la vestimenta de alta costura, para la mujer moderna de hoy”, agrega, respecto a los objetivos que busca alcanzar a través de su marca, en cada uno de sus diseños.
Más allá del éxito que logró alcanzar en el mundo de la moda, para ella lo más importante es haber logrado poner en alto la vestimenta de la mujer de pollera, reivindicando no solo esta pieza que es parte de la indumentaria boliviana, sino también redimiendo tejidos y materias primas autóctonas como el aguayo y la lana de vicuña, que otrora eran considerados como prendas exclusivas de los indígenas y del altiplano.
“Son tejidos, bordados y telas, que antes la gente no tomaba en cuenta”, dice sobre la vicuña, alpaca, macramé y encajes utilizados en las polleras, y otras prendas autóctonas, pero que ahora son incorporados en la ropa que comprende su colección.
Esta mujer de pollera que logró fusionar lo tradicional con los estándares de la moda internacional, marcando una tendencia que hoy en día es seguida por muchos otros diseñadores bolivianos, y contagiando un pedacito de su magia andina.
Y en cada desfile, Rosario no solo deja una huella más profunda en la moda nacional, sino que vuelve al lugar en el que todo empezó: la pasarela.
No es que ella sea modelo, aunque podría ser, sino que es la directora de Promociones Rosario, una escuela de modelaje para cholitas en la que enseñan a desfilar polleras, y donde decidió adentrarse en la alta costura.
“He descubierto el modelaje andino, porque la mujer de pollera no modela como la chica de vestido”, asegura.
La coquetería, la sonrisa y el agraciado movimiento de las polleras al caminar o al dar vueltas en la pasarela, son algunos de los elementos del modelaje andino, y que son enseñados a las aspirantes a modelo en Promociones Rosario.
Es precisamente a raíz de su escuela de modelaje, que decidió incursionar en la moda. Pues allí tuvo la oportunidad palpar el arduo trabajo y la elegancia encapsulada en cada elemento de la pollera, decidiendo traspasar esa belleza a prendas de alta moda.
Vestidos, blusas, mantas y faldas de cortes clásicos, con un toque moderno y con destellos de la cultura boliviana, comprenden su colorida colección, en la que predominan los tonos marrones de la tierra y el verde de la naturaleza.