Empezó con 2000 pollos y ahora tiene el control de toda la cadena de producción avícola de Pollo Andaluz
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Mercedes Bluske Moscoso
(Verdadcontinta-julio/2018) Con voz pausada y su innegable carisma, la mujer de 61 años se dispone a realizar un viaje por sus recuerdosremontándose a su juventud, cuando con tan solo 20 años, empezó a dar sus primeros pasos en el mundo de los pollos.
“Empezamos en el año 1980”, dice Olga para dar inicio a su relato. “Tarija tenía una fábrica de alimentos balanceados que pertenecía a la Corporación de Desarrollo”, prosigue.
En aquel entonces, Tarija solo contaba con una avícola, que pertenecía a la familia Quiroga, pero ellos tenían su propio alimento, por lo que la corporación, para dar uso a la fábrica, decidió impulsar un proyecto productivo para el sector avícola, que además ayudaría a “sembrar” los recursos de las regalías en otros sectores empresariales.
El proyecto consistía en la dotación de pequeños galpones con una capacidad para 2000 pollos, los que serían otorgados, tras un proceso de selección, a quienes estuvieran interesados.
“A mí siempre me gustó el campo, porque mi familia se dedicó siempre al área productiva”, resalta Olga, recordando los años de su infancia junto a las vacas y en la lechería que perteneció a sus padres.
Fruto de ese amor por los animales y la naturaleza decidió ser parte de aquel grupo de productores avícolas que se empezaba a formar, con sus escasos 20 años.
El trabajo consistía en criar los pollos gracias al alimento que conseguían en la fábrica de alimentos balanceados, para que posteriormente las aves fuesen llevadas al matadero que había sido implementado por la propia corporación.
“El pollo en esos tiempos era más caro que la carne de vaca”, recuerda Blacud, “por lo que el proyecto también ayudaba a que los precios fuesen más competitivos”.
Sin embargo, la época de vacas gordas, o mejor dicho, pollos gordos, empezó a decrecer por diferentes factores y muchos de los empresarios desistieron.
Aquel proyecto público empezó a tener falencias debido a la baja en las ventas, por lo que Industrias Avícolas Tarija- la empresa creada por Codetar- dejó de recoger los pollos con la frecuencia necesaria para que sean llevados al matadero.
Los productores se quedaban con pollos vivos, que poco a poco se comían su negocio.
Ante el panorama, la joven Olga supo que era momento de independizarse y volar más alto.
“Empezamos a improvisar”, cuenta recordando que por aquel entonces su marido, José Conzelmann, trabajaba en una empresa privada, pero siempre la apoyó, hasta que finalmente decidió dejar todo y meterse de lleno en aquella aventura con ella.
“Nunca tuve vergüenza de ir a vender a la feria o al mercado”. En aquellos tiempos, al no tener los conocimientos en ventas ni friales, Olga, de ser necesario, salía en persona a vender los pollos de puerta en puerta a sus familiares y amigas, o en la feria que se realizaba en Villa Fátima, que por aquel entonces, era un barrio de mineros. “Jamás tuve vergüenza”, resalta nuevamente.
Sin embargo, las ventas no eran su única preocupación, debía aprender como faenar los pollos, entre otras tareas en las que no tenía experiencia ni conocimientos.
“Tengo que agradecerle especialmente a don Carlos Quiroga”, continúa, “pues con mucha generosidad me enseñó muchas cosas de este oficio”, dice refiriéndose al primer empresario avícola que hubo en Tarija- y que continúa en el sector hasta la fecha- quien pese a ser su “competencia”, no dudó en ayudarla.
“Él me enseñó a vacunar a los pollitos”, dice con una sonrisa dibujada entre las comisuras de sus labios.
Pese a los altos y bajos, Blacud perseveró en el rubro hasta convertir aquel pequeño galpón con el que había empezado, en toda una industria.
“Pese a que muchas veces pasé momentos difíciles, nunca dejé de trabajar. Fui paciente y perseverante”.
La recompensa a su esfuerzo, hoy se traduce en una nueva generación que toma acción en la empresa familiar con innovadoras ideas y una mirada fresca sobre el negocio, de la mano de sus hijos Harold y Herbert, quienes vieron trabajar a su madre, y posteriormente a su padre, de forma incansable en el negocio.
“A Harold casi lo tengo sobre los pollos”, cuenta entre risas, recordando que el día que nació su primogénito, ella había estado en un camión llevando a entregar sus pollos al matadero. “Mi marido me dio una buena reta”, recuerda sosteniendo la sonrisa.
Harold y Herbert, la nueva generación que lidera la empresa, apostó por darle un valor agregado a los pollos, incorporando a la oferta de Pollo Andaluz una serie de embutidos hechos con carne de pollo y otros con carne de cerdo, bajo la marca de Conzelmann Embutidos. Los productos actualmente se venden en Tarija y en los supermercados más grandes de La Paz.
La idea es ofrecer productos no solo sabrosos, sino con un particular sello de calidad y ‘naturalidad’, pues los embutidos son hechos con las mejores partes de los pollos procurando no usar conservantes, lo que los hace más saludables.
“Hemos invertido mucho en tecnología y calidad”, resalta Blacud, quien agrega que poseen sus propios silos con control de humedad para el alimento, ya que los pollos, a diferencia de otras industrias a nivel nacional, son alimentados solo con granos, y no con deshechos que provienen de las mismas aves a lo largo del proceso de faenado.
Los 2000 pollos que dieron origen a Pollos Andaluz, se traducen hoy en más de 30000 aves que salen cada semana al mercado.
Perseverancia más trabajo duro y gratos recuerdos en familia, fueron los componentes que forjaron lo que hoy en día es una de las industrias avícolas más importantes de la región.