(Verdadcontinta-diciembre/2018) “Éramos muy activos los jóvenes”, recuerda Juan del Granado Cosío de 65 años, quien en la época de los 70 y los 80 se movilizaba en contra de la dictadura, siendo encarcelado, torturado y exiliado.
Como él, cientos de jóvenes en esa época no temían a nada ni a nadie, se organizaban y salían a las calles a marchar enfrentándose con los paramilitares. Gloria Ardaya Salinas, fue otra de las jóvenes activas, quien estuvo en la masacre de la calle Harrington de 1981, donde fue la única sobreviviente.
Ella fue presa y torturada para ser posteriormente exiliada ante una fuerte presión internacional para que sea liberada. El costo para recuperarse psicológicamente fue demasiado alto, según contó a Verdad con Tinta, pero el beneficio se llama hoy libertad, traducida en un sistema democrático, del que jóvenes de la época como los mencionados son los grandes responsables.
Los tiempos cambiaron, entre los 90, el ingreso del 2000 y el primer decenio del 2010 pareciera que la juventud estaría dormida y en parte, reemplazada por los denominados movimientos sociales, por lo menos en Bolivia.
Pero los nuevos acontecimientos en el plano político, empiezan a sacar del letargo a esa generación que está a un paso de la madurez…los denominados millennials.
Esta generación constaría de los nacidos entre 1980 y 2000, aunque no hay un rango exacto del año de inicio como del que finaliza, pero los parámetros no varían mucho del citado.
“Esta es la revolución de los millennials”, dice Luciana Campero Chávez, una activista de unos 24 años, quien se encuentra a la cabeza de diferentes plataformas ciudadanas, cuyo fin común es la defensa de la democracia, aquella conseguida por esos jóvenes que dieron su vida en los 70 y en los 80.
“Los jóvenes están ahora bien informados, eso es bueno, nos hace más fuertes”, dice “Lu”, como le apodan sus amigos.
Con una camisa roja y el pelo recogido hacia atrás, la simpática joven luce serena, se pide un café que le sirva como el primer estímulo no de una, sino de largas noches que se le vienen por delante. Para la noche, el atuendo cambiará por una calza, zapatillas y chamarra.
Es un lunes de mañana y ella se presta para una charla con Verdad con Tinta en la tranquilidad de un bodegón de uno de los cafés más conocidos de Tarija. La serenidad es la antesala a todo lo que se viene para ella entre gritos, bocinas o campanazos.
“Esta noche tenemos la primera vigilia”, cuenta para ingresar a la conversación. Esta generación no se caracteriza tanto por las violentas marchas en las que los jóvenes se enfrentaban a los paramilitares, pero sí buscan lo mismo: la libertad traducida en la democracia.
Como la mayoría de los jóvenes, ella se encontraba dentro de ese letargo, hasta que vio cómo tres de sus amigos fueron arrestados mientras cantaban el himno nacional en la plaza principal en una protesta pacífica.
La protesta fue en rechazo a la sentencia del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) por la repostulación sin límites.
Los arrestados en esa oportunidad fueron: Marco Gutiérrez, Daniela Ivón Rojas y Horacio Aramayo Gonzáles de Prada.
Este episodio la motivó a ella y a sus amigos a crear una plataforma ciudadana en defensa de la democracia. Tarija Democrática es el nombre de la plataforma que surgió en el momento.
Sus principales armas son las palabras y la creatividad, cuyos vehículos de difusión vienen a ser las redes sociales de internet.
Las campañas en las redes sociales o “challenge” son los principales motores de estas movilizaciones. #llenemoslaplaza es una de las etiquetas o “hashtag” utilizadas por la plataforma Tarija Democrática.
Por medio de esta plataforma digital de Tarija Democrática, los jóvenes fueron generando nuevos grupos y contactos no solo en esta ciudad, sino en el plano departamental y nacional.
Su alcance cada vez fue más importante, tanto así, que en algún momento pesó más que las mismas dirigencias cívicas, últimamente etiquetadas con los partidos políticos.
“Este tipo de movilizaciones son más genuinas y más ciudadanas”, acota Lu tras beber un sorbo de un café bien cargado.
Precisamente, recuerda que en el paro cívico por el “21F”, estas plataformas fueron las negociadoras para que sectores como el autotransporte se sumen.
También consiguieron el apoyo de las diferentes cuerdas o agrupaciones de Tarija que se activaron en los diferentes barrios de la ciudad.
“De las redes a las calles”, es el lema de esta generación que actúa no solo con la protesta tradicional de la marcha, el bloqueo o la huelga, sino que combina con una serie de acciones creativas que incitan a una cultura más de paz que de violencia.
“Ellos quieren provocarte y que reacciones violentamente y así les das un argumento para que te reprendan”, reflexiona el cruceño Federico Morón Encinas, conocido popularmente como el “Gato Negro”, por su particular máscara que lleva puesta en el rostro.
Morón es uno de los activistas ciudadanos más conocidos del país, quien lideró una serie de campañas en pro de una mejor calidad de vida en la ciudad de Santa Cruz. Es conocido por ejemplo por encabezar la Revolución Jigote.
La Revolución Jigote es una campaña de formación ciudadana impulsada desde el Centro de Estudios para el Desarrollo y Regional, como por la ciudadanía de Santa Cruz de la Sierra, con el fin de elevar el nivel de cultura en sus habitantes e incidir en la gestión pública.
Este tipo de activismo tiene la creatividad como su principal aliada, lejos de manifestaciones agresivas, efectúan movimientos temáticos que inciten a que cualquier ciudadano pueda expresarse.
El campanazo, la noche ambientalista, la noche de cuerdas, son parte de las actividades previstas por estos jóvenes para la vigilia que emprendieron en las afueras del Tribunal Electoral Departamental (TED), esperando el fallo para la habilitación o inhabilitación del binomio oficialista de Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera.
La espera no fue tan larga, sorpresivamente, los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) en La Paz, dieron su veredicto habilitando al cuestionado binomio, por eso los activistas decidieron mantener las medidas y fortalecer su agenda de actividades en defensa de la democracia.
Más allá de las movilizaciones, también efectúan talleres de capacitación con profesionales en diferentes áreas, un ejemplo es el Domo 2018, que fue el primer encuentro nacional de plataformas y activistas.
Los jóvenes también consiguieron participar en actividades como el Congreso Iberoamericano de Comunicación Política, realizado en Santa Cruz, con fin de capacitarse en esta área.
Una guitarreada en son de protesta, otra de las originales medidas que buscan que el ciudadano no se calle, que reclame, pero sin necesidad de generar violencia.
El tiempo ya se corta, Lu debe organizarse con sus compañeros para las actividades de la semana, regala una última sonrisa para la última foto y responde apresurada a la última pregunta.
¿Cómo se financian? “Nos autofinanciamos”, responde. La joven dice que las personas deben entender que este tipo de activismo requiere tiempo, fuerzas y también dinero, mismo que sale de los mismos bolsillos de los jóvenes.
“Hay personas que te critican y no saben que tus momentos libres del trabajo los usas para estas actividades, que usas tu propio dinero”, cuenta. Lo cierto, antes de salir por la puerta, dice que esta lucha no es solo por una persona, sino por la sociedad en su conjunto “que corre el riesgo de perder la democracia”, advierte.
Si bien las redes sociales son un buen vehículo para organizarse, comunicarse o protestar, la activista piensa que la comodidad de una computadora no les devolverá sus derechos en casos de perderlos, por ende, a su parecer, hay que dar ese paso…de las redes a las calles y unirse a la revolución millennial.
“¡Soy ciudadana y estoy declarada en rebeldía!”, se manifiesta mediante sus redes al llegar su punto de vigilia, esperando que más personas se sumen no solo desde una pantalla, también físicamente.