Por las mañanas sus calles emanan nostalgia y por las noches derrochan alegría al son de la música callejera, las contagiosas risas que escapan de los bares y la belleza que custodian celosamente los anticuarios y casas de arte de la zona
Con la calle Belgrano como espina dorsal de la noche bohemia de Córdoba, el barrio Güemes es portador de una esencia innata que lo hace único.
Las coloridas fachadas tradicionales de las casas que otrora pertenecieron a familias de artesanos, construidas bajo un plan de vivienda social, ahora están habitadas por anticuarios, tiendas de delicatesen, casas de moda, bares y restaurantes.
De noche las pequeñas luces y farolas que decoran los locales de la zona aportan un aire místico y pintoresco a cada una de las calles, cautivando a turistas y locales con su sinigual encanto.
La música callejera llega todas las noches con puntualidad británica para poner sonido a las bohemias noches de Güemes, en las que con guitarra en mano los músicos crean un ambiente de rumba y fiesta en las calles, esperando que su talento y derroche de alegría sea recompensado con un par de billetes en el fondo del sombrero que aguarda recibir el cariño del público a los pies del artista.
“Me gusta tocar guitarra, me gusta cantar el sol, mariachi me acompaña cuando canto mi canción”, canta el músico al son de la guitarra, contagiando su ritmo hasta al más indiferente de los peatones. Aunque sea por unos segundos, todos se empapan con una magia que los transporta a un escenario que, al más puro estilo Gabo, parece sacado de las sofocantes noches de Macondo. Si, es Macondo, porque Macondo no es solo un lugar, sino un adjetivo y un estado de ánimo.
El lugar tienen ese “que se yo”, que hace que todos se sientan en casa, sin que nadie sea el dueño. En la era de la inclusión, las calles del barrio no discriminan, pertenecen a quien quiera pisarlas. Tal vez por eso a la gente le guste frecuentarlo.
A lo largo y ancho de las veredas hay espacio para todos, incluidos los animales; pues la mayoría de los restaurantes, aparte de ostentar una amplia oferta gastronómica capaz de satisfacer los paladares de carnívoros, veganos y vegetarianos, están abiertos a recibir a los amigos de cuatro patas en sus patios y terrazas.
Y hablando de gastronimía, no alcanzaría una semana entera para entrar a todos los locales, cada uno con su singular encanto y personalidad única. Hambuergueserías, bruncherías, casas de té, bares de tapas y hasta un bar exclusivamente de Gin, son parte del amplio espectro culinario.
Güemes promete ser un viaje de ida, del que nadie quiere volver.