Andrea Ferreira Toro nació en Tarija, encontró el amor en Argentina y ambos factores parecen haber sido la combinación perfecta para dar vida a un exitoso negocio que gira entorno a la fabricación de empanadas.
Son las tres de la tarde y el local aún está cerrado. Por dentro, el aroma a masa recién horneada permanece en el ambiente. El hambre se transforma en música en el intestino, pese a que son escasas las horas que nos separan del almuerzo. Ella, risueña, seguramente ya no percibe las provocaciones del perfume del lugar, por mera costumbre.
“Trabajé 13 años en la banca, pero llegó un punto en el que me cansé y el sueldo ya no era bueno”, recuerda Andrea, quien es auditora de profesión, mientras cuenta que trabajaba en un banco a comisión. Si bien al principio sacaba buenos porcentajes, desde hace unos años los créditos habían bajado y sus comisiones eran menores.
La idea de hacer un emprendimiento gastronómico había estado siempre en su cabeza y las empanadas eran su idea principal. Andrea había encontrado el amor en Facundo Fernández, un joven futbolista oriundo de Orán, Argentina, y con él y su familia descubrió el peculiar sabor de las empanadas al estilo argentino.

Con el pasar de los años habían perfeccionado la receta en medio de reuniones familiares. “Mi suegra hacía la masa y yo preparaba el recado”, cuenta Andrea, quien confiesa que al particular relleno argentino, ella le había dado un toque un poco más nacional, haciéndolo más jugoso.
“Mi relleno era más sabroso, como estamos acostumbrados aquí”, dice la joven mujer, quien había encontrado la combinación perfecta para su paladar.
Pero aunque Andrea tenía el presentimiento de que el emprendimiento podía funcionar, el temor a perder un trabajo fijo, la limitó durante varios años.
Finalmente la oportunidad de dar un paso decisivo llegó cuando hablaron con un amigo que tenía un local de milanesas en la calle General Trigo, pero que atendía solo por las noches.
“Él también era argentino, así que le dije a mi esposo que le preguntara si no quería compartir el alquiler, para que pudiéramos hacer allí las empanadas durante el día”.
La respuesta fue positiva y a los pocos días abrieron las puertas del local, al que decidieron llamar simplemente ‘Fabrica de la Empanada’.
Su esposo estaba a cargo de la cocina y la niñera de su hijo ayudaba en el repulgado, mientras Andrea pimponeaba entre el banco y el local cuando podía escabullirse de las duras jornadas bancarias.

“Toda la gente que entraba nos decía que eran muy ricas”, asegura Andrea, quien pronto convirtió el ‘vox popili’ en su mejor estrategia de marketing. Aunque en un mundo dominado por los millenials, Facebook también fue una herramienta útil para darse a conocer.
Un pequeño horno comprado en el campesino y una amasadora manual eran sus principales herramientas de trabajo durante el día, pero por las noches, sus manos picaban los ingredientes sin cesar, haciendo que la combinación del trabajo en el banco, más las largas noches en la cocina, resultara agotadora.
“Decidí renunciar ”, dice tajante. Pero la decisión en aquel entonces no fue fácil, pues muchos de sus familiares no apoyaban del todo su determinación y el miedo al fracaso era constante.
Quienes nunca dudaron de su potencial fueron sus suegros, quienes aparte de compartir con ellos la receta de la particular masa argentina, al ver el éxito que tenían, decidieron apoyarlos con la compra de una amasadora industrial que agilizara el trabajo.
Con mas elementos y con una clientela que continuaba creciendo, La Fabrica de la Empanada abrió su segunda sucursal en la calle 15 de Abril y al poco tiempo se sumó un tercer punto de venta.
«Uno tiene que hacer lo que le gusta, y a mí lo que me gusta es cocinar»
Andrea Ferreira
Así, lo que empezó aquella jornada de 2017 con 65 empanadas de 3 variedades diferentes, hoy, dos años después, se traduce en tres locales que trabajan a dos turnos y que generan 12 fuentes de trabajo.
La pequeña cocina de su casa, que fue durante mucho tiempo el corazón de su cadena de producción, ahora se transformó en una ambiente de producción con elementos dignos de un emprendimiento consolidado y en auge.
«Construimos un lugar en la casa especial para producir, con todo lo que necesitamos», resalta Andrea
Su recorrido fue largo, pero fue un camino que sin duda alguna, valió la pena caminar.
Este 2019 llega con la promesa de más trabajo y crecimiento, pues Andrea proyecta abrir un cuarto local en una zona comercial de la ciudad en los próximos meses. Tampoco descarta la opción de abrir sucursales en otras ciudades del país, aunque aún analiza cómo será su mecanismo de expansión.
Felicidades Andrea Ferreira por tan exitoso desprendimiento. Realmente una mujer valiente y ejemplar.
Buen artículo en reconocimiento a una gran chapaca
Felicidades porque su esfuerzo y riesgo fue traducido en éxito. Son muy ricas, siempre que llego de Cochabamba paso por las empanaditas.
Excelente la nota
Felicidades a Andrea por hacer lo que le gusta
Bolivia es un pais de gente trabajadora y hay buenos emprendimientos que no se difunden y no tienen el apoyo del gobierno
Enhorabuena Andrea, seguro en algún momento autoridades departamentales como municipales harán un reconocimiento por el logro alcanzado, excelente artículo, felicitaciones!!!