La clase inicia…los estudiantes ante la primera señal del docente, se levantan y empiezan a bailar en parejas en medio de algún sonrojo, pero especialmente se oyen risas.
La mayoría de las estudiantes hacen turno y hasta se pelean entre sí, por danzar con el docente, mientras suena de fondo el clásico Tiempo de Vals del cantante Chayanne.
Los estudiantes se muestran activos. Por orden del profesor, todos se sientan, entonces de fondo suena un rock and roll.
El docente empieza a enseñar los primeros pasos y en tan solo 15 minutos, todos ya están en el centro del auditorio que se transforma en una gran pista de baile de las mejores discotecas de los años 70.
Esta es la introducción a la clase de danza terapia y neuropedagogía, que para la mayoría de los universitarios es la “mejor de su vida”. “Cada clase la pasamos como si fuese la última”, confiesa Maribel Montellano de Rocha, en un momento de confianza ante el entrevistador.
La frase “nunca es tarde para aprender” no tiene mejor cabida que en este lugar. Las clases se dan en las instalaciones de la Universidad Católica Boliviana de Tarija (UCB), donde los fines de semana funciona la Universidad del Adulto Mayor (Udam).

Este programa depende de la Pastoral Universitaria de la UCB. Desde el inicio de la Udam, en el año 2013, se gradúan por gestión, unos 45 estudiantes que cumplen los 5 bimestres.
Aprovechando un corto recreo, Maribel Montellano, Blanca López de Barriga, Juana Luz Ortega y Rosario Rossel de Gutiérrez se dan un tiempito para hablar con Verdad con Tinta sobre esta experiencia, que para ellas es única.
La realidad es casi similar para ellas, una vida estática después de la jubilación que las estaba llevando a un camino sin salida. Por eso, la apertura de esta universidad, fue una nueva oportunidad de seguir activas con la vida.
“Es difícil afrontar la vida después de la jubilación”, dice una de ellas. “La inactividad te conduce a enfermarte o a la misma muerte”, acota otra de las compañeras, mientras quienes están a su lado, mueven la cabeza afirmando sus declaraciones.
Con una sonrisa cómplice, las estudiantes admiten que esperan con ansias que llegue el sábado, como cuando iban por primera vez al colegio. “Mi esposo me viene a buscar con mis nietos”, cuenta orgullosa una de ellas.
El programa está dirigido principalmente a personas mayores de 55 años con o sin formación académica universitaria.
Hay quienes perdieron a su pareja y llenar ese vacío, es prácticamente imposible, pero la vida sigue, siendo estas clases la mejor forma de sobrellevarlo. “Sigo firmando con ‘de’, se me olvida que él ya no está”, en referencia a su esposo perdido, a quien en realidad, lo sigue teniendo presente.
Las mujeres cuentan que pasados los 60 años, los principales enemigos de una persona son el olvido y la inactividad, que son factores que impulsan a tener otras consecuencias, como las enfermedades o una muerte más acelerada.

Acá, ambos problemas son atacados de fondo, actividades no les faltan y a la soledad solo se la menciona en canciones. Las relaciones que surgen ahí son por demás fortalecidas, más que cualquier amistad que surgiera entre jóvenes en la universidad.
“Uno de los objetivos de la universidad es mejorar la calidad de vida de estas personas”, dice la coordinadora de la Universidad del Adulto Mayor, Carola Villena, quien con el tiempo empezó a conocer de cerca a cada estudiante, como si fueran sus propios familiares.
Al culminar cada gestión, los estudiantes reciben una certificación avalada por la UCB.
Quienes terminan el primer año salen con el título de gestores sociales. Al concluir el segundo año ya son gestores en servicios comunitarios I. En el tercer año reciben la titulación de gestores en servicios comunitarios II.
Al concluir el cuarto año salen con el título de gestores en desarrollo personal.
“Los docentes son altamente calificados, tenemos doctores, psicólogos, artistas, hermanas religiosas, presbíteros, profesores de baile, entre otros”, destaca la joven coordinadora.
Antes de iniciar la clase, administrativos como estudiantes le prepararon una torta por su cumpleaños al docente, Oscar Zelada, quien es un especialista geriatra, lo que refleja el ambiente amigable que se percibe al visitar esta universidad.
El costo por estudiante en dicha universidad es de Bs 130 por mes. Las inscripciones están abiertas en las oficinas de la UCB-Tarija.
Valeria Padilla y Eustaquio Choque, conforman una de las pocas parejas de esposos que asisten a estos cursos. “Nuestros nietos se sienten muy felices de que vengamos”, cuenta la pequeña mujer con una cálida sonrisa, aquella que nos conmueve cuando vemos a nuestras propias abuelitas.
Eustaquio es jubilado de la Policía Boliviana; su salida de la institución fue para él un golpe fuerte, pues pasó de la constante actividad llena de presión, a un freno en seco de sus quehaceres que le afectó directamente.
“Venimos acá para aprender y fijarnos nuevos objetivos”, dice un ahora relajado expolicía.
Las actividades en esta universidad no solo responden al aprendizaje, sino que también efectúan obras sociales, lo que permite a sus estudiantes marcarse nuevas metas, convirtiéndose en un importante motor de esta sociedad.
Por ejemplo, se vuelven en docentes que capacitan en el asilo de ancianos, en la Central Obrera Departamental, o en la Casa del Adulto Mayor de la Alcaldía.
La charla debe terminar, pues acabó el recreo y todos deben volver a la clase, la que a diferencia de otras, nadie quiere perderse. En esta universidad, ganas y voluntad, nunca faltan.E
Muy buen artículo,refleja exactamente lo que se vive en la UDAM. Gracias,muchas felicidades a El Periódico y ,en particular,a Jesús Vargas Villena