“Yo soy ingeniero, mi mujer es enfermera y mi amigo es profesor de educación física”, palabras que salieron de la boca de un ciudadano venezolano que terminaba de vender masticables en las calles del centro de la ciudad de Tarija.
Él junto a su familia, la mamá y una pequeña niña, más un compañero de la misma nacionalidad, se encontraban sentados en ese orden, de derecha a izquierda en el primer banco de la plaza principal Luis Fuentes, en la esquina donde se conectan las calles La Madrid y Sucre, hacían sándwiches para su desayuno-almuerzo, como ellos lo denominaron.
Para su preparación, la mamá tenía en su poder una bolsa de donde sacaba panes, jamón y una mayonesa en su envase más pequeño para partir los panes, utilizando un cuchillo de cocina de tamaño mediano.
El padre parecía de 40 o más años, era de tez morena, delgado, y de visión cansada, quien junto a su esposa vendía golosinas arriba de los micros y en la calles para comer o pagar un hospedaje.
La mamá como de 25 años, delgada, de piel morena y con ojos de color amarillo intenso, recordaba con lágrimas a su familia en Venezuela, y le preocupaba la incertidumbre de no saber la situación en la que se encontraban.
Cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, asumió el cargo, el precio del petróleo, que es la principal fuente de ingreso, disminuyó y el mal manejo de la situación provocó que su deuda externa aumentara seis veces más, según relato del diario virtual Milenio.
También se visualizan en los medios de comunicación internacionales protestas por la falta de alimentos, de salud y la hiperinflación en la que se veía el país, todo esto pasaba en el 2014.
La familia consideraba su travesía complicada, pues el Gobierno boliviano les retiró todo el apoyo, aún al estar con papeles regulares en el país.
“Esto es aquí en Bolivia nada más, porque en otros países como Ecuador, Colombia o Perú no pasa esto, el presidente –Evo Morales- apoya a Maduro, para él, nosotros los venezolanos estamos aquí de turistas, no porque haya una crisis en mi país, ellos no lo reconocen”.
Según publicó Milenio, el Gobierno de Maduro respondió a las primeras protestas con represión de líderes opositores, además las extremas sanciones económicas impuestas por Estados Unidos provocaron que también millones de venezolanos migraran a Brasil, Colombia y Perú.
Volviendo a Tarija, otro grupo de 5 a 6 jóvenes que se caracterizaba por llevar la bandera venezolana, se encontraba por el Palacio de Justicia, utilizaba prendas que contenían mensajes ofensivos dirigidos a Nicolás Maduro, algunos tenían mochilas, manillas y gorras.
Suben a vender dulces, además de ofrecer bolívares, que es su moneda nacional. Singularmente, los bolívares eran ofertados en la calle Bolívar de la ciudad de Tarija.
Los extranjeros relatan su historia en Venezuela, y cómo se sufre allá por la falta de trabajo y escasos alimentos, mientras otro joven pasa por los asientos para recolectar cualquier ayuda que les sea brindada por la población.
Ellos quieren reunir dinero para realizar los trámites de regularización, lo que también impulsa este deseo son las ganas de quedarse en Tarija, debido a la “solidaridad de la gente”, al igual que el anterior grupo, pero por la falta de apoyo debían emprender viaje a la Argentina o al Uruguay, en caso de que el Gobierno Nacional mediante Migraciones no les dé el permiso de residencia.
Como este caso hay otros tantos en la ciudad.
Para quienes frecuentan el centro de la ciudad, es habitual verlos deambular por las calles con dulces que ofrecen a la venta o simplemente piden alguna moneda, siempre recordándole al peatón de la crisis que vive su país.
“Andan en grupos de 4 o 5 personas”, mencionó una vendedora del Mercado Central, acotando que “siempre” buscan los platos más baratos para comer.
Y a pesar de no querer dar nombres por cierta susceptibilidad, debido a su situación, se conoce que no acuden a dormir en los alberges municipales, prefieren descansar en otros lugares de acogida pertenecientes a la iglesia o pagar alojamientos ubicados alrededor de la antigua terminal, donde todo el grupo comparte una habitación.
La ley en contra del ilegal
Según la Ley N0 370 de Migración, cualquier extranjero que ingrese de manera irregular pierde todos los derechos, y los ciudadanos que ingresan al país con visa de turista, solo cuentan con 90 días para permanecer en el territorio, caso contrario, deberán pagar una multa de dos unidades de fomento a la vivienda o UFV.
Tampoco pueden ejercer ninguna actividad laboral, a no ser que saquen un permiso que cuesta Bs 366 por persona, válido por un mes.
Esta no es una situación aislada, debido a que según el portal RCN en una publicación en enero del presente año, entre 5.000 y 5.500 personas abandonan cada día Venezuela con destino a Colombia u otros países de la región.
La directora de Migraciones de Tarija, Lourdes Aldana Rojas, dijo que más allá de la línea política que tenga cualquier extranjero, el mismo debe cumplir con la ley al ingresar al país.
“Como servidora pública de una institución que debe hacer cumplir la ley, no puedo permitir dejar pasar una situación así, porque si el ciudadano está de una manera irregular, mi obligación es hacer que se haga regular”, explicó la funcionaria.
Aldana, reveló anteriormente que incrementó el ingreso de ciudadanos venezolanos al departamento de Tarija en un promedio de entre cinco a siete por semana, los mismos se encuentran en tránsito, porque su destino final es Paraguay.
“Si el ciudadano está de una manera irregular, mi obligación es hacer que se haga regular”.
Lourdes Aldana Rojas/Directora departamental de Migraciones.
El trabajo de Migraciones es hacer cumplir la ley migratoria y respetar los tratados internacionales, por ende, debe seguir procedimientos establecidos por decretos supremos vigentes, para esta entidad no hay excusa válida para no regularizar la estadía de cualquier extranjero en el país, y mediante ello, poder gozar de los beneficios que se les brinda.
La cobija oculta del migrante
El administrador de la Casa del Migrante, Cristhian Oropeza, dijo que hasta el momento, solo dos familias venezolanas llegaron a este hogar.
“Se les brindó el albergue, se mueven en familias”, declaró el voluntario.
El objetivo de estas familias no es quedarse en Bolivia, solo están de paso, su destino está más al sur en Paraguay, “para empezar de nuevo”.
“El presidente apoya a Maduro, para él, nosotros los venezolanos estamos aquí de turistas, no porque haya una crisis en mi país”.
Ciudadano venezolano migrante.
La Casa del Migrante no es muy conocida por los extranjeros, por ello no acuden a ella, y se dirigen a los alojamientos o casas de familias que les brindan cobijo, debido a la situación en que se encuentra su país, Venezuela.
Los administradores de este albergue social lanzaron el proyecto denominado “Puentes de solidaridad”, que consiste en el refugio de personas venezolanas por la situación que atraviesa su país.
La otra cara de la moneda
“Bolivia es una de esas mamás estrictas, que te pega duro, pero te enseña”.
Así considera Paola (nombre ficticio), una ciudadana venezolana que reside más de tres años en Tarija, quien no ve con buenos ojos el actuar de sus compatriotas, quienes venden dulces y piden limosna en las calles.
Para Paola, esos compatriotas deberían trabajar, como lo hizo ella que empezó con la venta de gelatinas, y ahora tiene un puesto de comida en el mercado.
Como ella, hay personas de la comunidad venezolana en Tarija, que consideran que sus compañeros dan una imagen desfavorable sobre la gente que viene de ese país, porque ellos trabajan por subsistir a pesar de las adversidades que se les presentan.
A diferencia de sus compatriotas, ellos no echan la culpa a su presidente, porque salieron antes de que explotara la crisis, según su criterio, después que se dieran los problemas económicos, ocurrió “la fuga de cerebros”.
La denominada fuga de cerebros se dio con una masiva salida de profesionales y académicos de este país.
“La gente que está llegando aquí ya es lo último, gente sin preparación, que prefiere pedir dinero, lo que les deja por lo menos Bs 400 al día, que cargar unas cajas y ganarse Bs 100”, declara.
Para ella, esta es una razón de molestia, pues ya trató de ayudarlos con trabajo pero ellos se rehusaron.
Con la sorpresa del rechazo de la oportunidad de trabajo, ella acabó con su disposición de buscarles empleo.
Esos son parte de los relatos que tratan de narrar la situación en el país bolivariano, pero si ahora alguien camina por las calles del centro de la ciudad de Tarija, esta narración pasa de un relato en tercera persona a ser una realidad que se ve evidenciada en la gente que sube al micro para pedirte colaboración o vender algún producto.
Puede obtenerse versiones de ambos bandos, a favor o en contra, historias tristes o de superación, lo que para algunos es la realidad para otros es una pesadilla, son los relatos que viajan por la ciudad de Tarija, al final de todo la ciudadanía es la que decide qué cara de la moneda quiere ver.
Proyecto efectuado por
El reportaje fue realizado por los estudiantes de la materia Investigación Periodística de la Universidad Privada Domingo Savio a cargo del docente, Daniel Rodríguez. Los estudiantes que realizaron este trabajo son: Katterine Alcoba Sánchez, Andrea Lizarazu Aramayo y Marisol Valencia Moreno. Todo el contenido fue supervisado por el equipo de trabajo de Verdad con Tinta.