Pequeños senderos o caminos de tierra, pasos en botes improvisados con gigantescas llantas o puentes de madera, estos pasos están lejos del alcance policial, aduanero o de cualquier institución oficial boliviana, argentina o paraguaya.
La trata y tráfico de personas está tan naturalizada que el silencio de las víctimas es cada vez más fuerte, aunque suene irónico, lo que ocurre en las fronteras, golpea duro a las familias.
Más de 70 pasos ilegales fueron identificados en las fronteras de Tarija, por donde el mismo Comando Departamental de la Policía confirmó que existen actos ilícitos, incluyendo la trata de personas.
“Los Gomones”, es uno de los puntos identificados por la Policía, mismo que se encuentra en el municipio de Bermejo en la provincia Arce. En este sector, pasan lanchas improvisadas que en realidad son gigantescas gomas de neumáticos de camiones en los que suben mercadería y personas.
El informe policial está…pero todavía no existen acciones concretas para poner un freno a la ilegalidad y a la delincuencia.
Uno de los lugares apuntados es Mecoya, al sur del municipio de Padcaya en la provincia Arce, siendo uno de los límites con Argentina.
“Este lugar no tiene ningún punto migratorio, ni policías, ni absolutamente nada”, contó el técnico del proyecto de prevención frente a la trata y tráfico de niñas, niños y adolescentes en el sur de Bolivia, Daniel Siles.
Siles fue uno de los participantes del foro realizado la pasada semana en el municipio de Padcaya, en el que diferentes instituciones públicas como privadas dieron el primer paso para visualizar una problemática que estaba ahí latente, pero de la que nadie hablaba.

“Cuando tratamos con la gente de la comunidad- Mecoya-, nos dicen que ahí los niños y jóvenes, todos pasan sin ningún problema, que tienen dos carnets que van de un lado a otro. Eso no lo ven las autoridades”, acota el técnico.
“A las chicas las sientan en el medio, y nadie se pregunta nada, y si se cuestiona… está la coima, así es como muchos pasan las fronteras”.
Padcaya fue el lugar elegido para organizar el foro de incidencia de políticas públicas de prevención de violencia sexual, trata y tráfico de menores, que está fusionado con dos proyectos que tiene Plan Internacional en la zona.
Ambos temas están vinculados y ejecutados con la organización Mujeres en Acción y en coordinación con la Alcaldía de Padcaya.
Pero las irregularidades, no solo se ven en los pasos ilegales, también ocurre en los puestos legalmente establecidos de frontera. “No hay el control necesario, se debe exigir a las personas los documentos en el tránsito de las fronteras”, acota la presidente de la Asociación de Apoyo a Familiares Víctimas de Trata y Tráfico de Personas y Delitos Conexos (Asafavittp), María Rita Hurtado.
“A las chicas las sientan en el medio, y nadie se pregunta nada, y si se cuestiona… está la coima, así es como muchos pasan las fronteras”, revela la mujer que es madre de una joven que se encuentra desaparecida desde el año 2015.
Para la madre, es toda una cadena de responsabilidades que inicia precisamente en los endebles controles de frontera.
Siles también reveló de la posible existencia de prostíbulos clandestinos por Emborozú o Padcaya, que a simple vista son casas particulares, “donde probablemente hay menores”.
Según las indagaciones de Plan Internacional, Padcaya sería un lugar de alto tránsito que conecta a Bolivia con Argentina, siendo un espacio “estratégico” para los tratantes.
Uno de los puntos en cuestión es la falta de políticas públicas, no solo en la prevención, sino en todo el proceso.
“En el caso de recuperarlas o ser rescatadas ¿Qué pasa después? Las casas de acogida, el tratamiento psicológico, el apoyo, son espacios que quedan vacíos y por lo tanto, afectan a la joven para siempre”, lamenta Rita, quien cada día que pasa, se hace más fuerte ante una situación difícil de asimilar.

Conforme fueron tomando la palabra los comunarios de Padcaya, los presentes se dieron cuenta que los casos están por encima de los números oficiales de desapariciones en la región que apenas llegan a 2 o 4 como máximo.
“Los funcionarios –públicos- decían ‘lo bueno es que aquí no hay’, pero las madres, los padres sacan a relucir los casos que no sabía que eran de trata”, dice Siles todavía sorprendido por los resultados obtenidos en el último encuentro en Padcaya.
Padcaya apunta a ser el primer municipio del país en tener una ley en contra de la trata y tráfico de personas.
“La idea es que se promulgue este año”, refirió Gabriela Alvis del Plan Internacional, respecto a la normativa municipal en contra de la trata y tráfico de personas.
Alvis explicó que el encuentro realizado la pasada semana sobre la trata y tráfico fue el “primer paso” en este municipio para la creación de políticas públicas, siendo la punta de lanza una ley.
La técnica resaltó que Padcaya se convertiría en el primer municipio de Bolivia en tener una normativa de este tipo. Indicó que en el municipio de Ascensión de Guarayos del departamento de Santa Cruz, también están viendo la posibilidad de trabajar en un proyecto de ley similar.
La secretaria de Desarrollo Humano de la Alcaldía de Padcaya, Neiza Gonzáles Aparicio, admitió que esta problemática no estaba siendo visibilizada, que el delito se había naturalizado en la zona, por lo que pretenden dar un giro desde la administración pública, por lo menos, ese fue su compromiso en el evento.
El primer paso en contra de la trata y tráfico de personas fue dado, aunque los tratantes llevan ya un largo recorrido por delante. N
- Rita Hurtado: Mi vida cambió completamente
No hay peor dolor que perder un hijo o quizás sí, cuando ni siquiera se sabe qué pasó con él. La cruceña María Rita Hurtado, llegó hasta Padcaya para contar su historia con el fin de que esta problemática sea visibilizada en el país, de manera que las familias estén “alertas”.
“Desde que desapareció mi hija, mi vida cambió completamente, mi otra hija que tiene 19 años, solo sale a sus clases y de vuelta a casa. Mi vida amorosa, sentimental, social prácticamente no existe, nada volverá a ser lo mismo”, contó la mujer que hizo derramar más de una lágrima a quienes la escucharon.

Hurtado dijo que “lo peor” es normalizar problemáticas, recordando que incluso las autoridades en algún momento le dijeron “pero esto es algo que pasa en todos los países, es normal”. Para ella, eso es bajar los brazos.
Su hija, Dayana Algarañaz Hurtado, desapareció el 20 de junio de 2015 cuando tenía 20 años.
La joven estudiaba Ingeniería Ambiental. Ella desapareció un sábado de lluvia, un día nublado para toda su familia. La última vez que la vieron, salía de pasar clases en la Universidad de Aquino (Udabol).
Al no dar con el paradero de su hija y ante la falta de respuestas de la institucionalidad, Rita creó una asociación de ayuda para familias de personas desaparecidas. F