Es de noche y nunca cae mal una santiguada o persignarse, sobretodo si uno está pasando en vehículo a “oscuras” por El Angosto, un estrecho camino al borde de un precipicio que une a la ciudad de Tarija con Villa Montes, uno de los municipios más representativos del Chaco boliviano.
La precariedad del camino, muestra el olvido en el que estuvo sumido a lo largo de la historia el Chaco boliviano.
Lo irónico es que en la actualidad, los ojos del país se centran en esta región por la cantidad de hidrocarburos que produce.
“Tarija y el Chaco particularmente, son la Qatar latinoamericana por la potencialidad de negocios en la industria del gas”, definió el analista económico, Boris Gómez Úzqueda, quien ocupara el cargo de secretario de Hidrocarburos de la Gobernación tarijeña entre 2016-2017.
En síntesis, en la región está el 50,1% de la producción total de hidrocarburos líquidos del país, significando uno de los soportes económicos más importantes de Bolivia.
Las regalías por hidrocarburos que llegaron a esta provincia del departamento de Tarija fueron utilizadas en los años del “boom” en obras de cemento, como coliseos, estadios, campos feriales, tinglados, rodeos y canchas deportivas entre otros que no lograron consolidar el desarrollo.
Pero volvemos a la ruta e ingresamos a Villa Montes. El día está nublado, siendo un aliciente por el extremo calor de este municipio, considerado como uno de los más calientes del mundo… ¡Y lo es!
En el centro de Villa Montes es realizada una reunión que aglomera a representantes de diferentes organizaciones que forman parte de Redes Chaco.
“Es una red de redes”, dice parte de su definición. En realidad, Redes Chaco fue creada en el año 2009 para visualizar “temas vitales” y efectuar acciones colectivas en el Gran Chaco Americano que permitan la generación de gobernanza.
“Por ejemplo, con el río Pilcomayo, no solucionamos nada si tratamos de hacer acciones solo del lado boliviano, el Chaco es grande y traspasa fronteras”, explica el director de la fundación Naturaleza Tierra y Vida (Nativa), Iván Arnold Torres.
Precisamente, Redes Chaco logró articular organismos no gubernamentales (ONG) en toda la región, complementándose y apoyándose en diferentes áreas.
“Mira… en Paraguay están muy avanzados en técnicas para la captación de agua, en Argentina hemos dado pasos importantes con la investigación y en Bolivia con sus planes de adaptación”, explica un investigador argentino mientras trata de domar un pequeño jeep por los sinuosos caminos embarrados cuando se sumerge “Chaco adentro”.
Estas redes han logrado conseguir la atención del sector público, que antes le era esquivo a la problemática del Gran Chaco.
“Estamos aprendiendo a manejar nuestros recursos haciendo el menor daño posible al medioambiente”, dice el ejecutivo regional del Gran Chaco boliviano, José Quecaña Quispe, quien participó del citado evento.
“Nos hemos adelantado en cinco años al Acuerdo de París”, resalta Iván Arnold de Nativa-Bolivia, en base a las acciones que vienen realizando desde el año 2011 en cuanto al cambio climático.
El Acuerdo de París del año 2016, establece medidas a nivel mundial para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la mitigación, la adaptación y la resiliencia o la capacidad de adaptación.
Fue precisamente en el año 2012 que Nativa presentó el manual de planificación municipal para la adaptación al cambio climático, unas de las iniciativas que fue divulgada en los otros países que forman parte de estas redes.
Redes Chaco ha conseguido integrar al sector público a que se dé cuenta de la problemática del cambio climático y aporte con soluciones para la adaptación, por lo menos, hubo avances en ese sentido, aunque en el mundo de la política partidaria, el tema ambiental no tiene tanto peso.
Al concluir las exposiciones en el evento realizado en Villa Montes, se dejan los zapatos, los tacos y las camisas. Llegó la hora de adentrarse en el Chaco y conocer las acciones que están realizando en este municipio en cuanto al cambio climático.
“No se olviden ponerse botas”, recuerda la encargada de comunicación de Nativa, Inga Olmos Castillo, antes de que uno se entre al hotel a descansar.
“Hay que ganarle minutos al sol”, dice uno de los técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina.
El camino inicia y en unos 35 a 40 minutos, el asfalto queda atrás, por ahí se vislumbran algunas carretas con menonitas arriando la tierra.
El tema de la jornada es la adaptación y hasta ahí llegan micros con funcionarios de la Subgobernación de Villa Montes, algo importante debe estar por ocurrir ahí.
En medio de un descampado se acomoda para la realización de un pequeño acto. Las banderas verdes y blancas, representativas de la provincia chaqueña adornan el espacio soleado.
Una demostración de chacarera en medio del barro, donde los bailarines tratan de no caerse en medio del terreno baldoso al momento del zapateo característico de esta danza.
Dejando atrás los protocolos, el ejecutivo regional de Villa Montes, Roberto Ruiz Ordoñez, da por inaugurado el centro de referencia de cosecha y uso eficiente del agua Cerca.
“Esto estaba casi al olvido”, cuenta Iván Arnold, mientras camina a la estructura de almacenaje junto a toda la comitiva.
El espacio pertenecía a la Subgobernación de Villa Montes y al conciliar acuerdos con el actual ejecutivo, consiguieron que el mismo sea utilizado para este centro que es uno de los primeros pasos en la adaptación al cambio climático.
“Esto es como una calamina”, explica brevemente el técnico de Gran Chaco Proadapt, Manuel Palacios sobre el funcionamiento de esta técnica de trabajo en una zona reconocida por su sequedad.
Gran Chaco Proadapt es una alianza trinacional integrada por la sociedad civil organizada, el sector privado, el sistema de ciencia y tecnología, los gobiernos locales más la inversión climática nacional e internacional para contribuir en la capacidad adaptativa de los grupos sociales más vulnerables del Gran Chaco Americano.
La tierra es labrada como una calamina, en el canal recolector, generando un paso ideal para el agua que termina en un atajado o “pulmón”, de esta forma no se desperdicia ni una gota de lluvia. Esta agua posteriormente servirá para ganaderos y productores.
Del atajado que cumple la función de sedimentar para conseguir una mejor calidad del agua prolongando su vida útil en el sistema, posteriormente pasa al reservorio o “tajamar”, que es una estructura para almacenar el agua que se junta en el atajado, con el propósito del abastecimiento.
Los visitantes se aglomeran alrededor del gigantesco reservorio de forma circular, ocasión ideal para una foto del recuerdo.
“Es una forma de mostrar los beneficios de las nuevas técnicas frente a lo tradicional que no siempre trae beneficios”, explica el ejecutivo de desarrollo de Villa Montes, Robert Ruiz, al ver los resultados de estas acciones.
Esta técnica se adapta como “anillo al dedo” a una zona conocida por sus constantes problemas de sequía.
“O pasan meses sin una gota de agua, o caen lluvias que inundan las comunidades”, acota el director departamental del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), Luis Acosta.
Esta no es la única técnica de adaptación que está siendo realizada en Villa Montes, por eso, el camino sigue, adentrándonos cada vez más en el bosque chaqueño, donde todavía predomina el color verde.
Pocos vehículos pueden ingresar por la zona, y no faltan aquellos conductores que tuvieron que hacer dedo después de quedarse plantados en medio del fango. Acurrucados pero ansiosos, así llegamos a destino…Capirenda.
Como un gran rally, la comitiva llega a Capirenda, con la mayoría de los invitados embarrados y con hambre…mucha hambre.
La típica imagen del Chaco boliviano con un ganado endémico, se contrasta totalmente al ingresar a la propiedad de don Alfredo Mojica, de cuyo alambrado pueden verse los pedazos de carne colgados, listos para su preparación.
Al fondo de la casa, se ve un horno de barro con un grupo trabajando y a otro con una parrilla, así los familiares preparan el asado al calor de las brasas como del mismo clima.
Ahí se reúnen pequeños ganaderos, quienes no tienen más de 100 cabezas vacunas.
Antes del asado, una caminata a cielo abierto, el sol está a “rajatabla”, dicen algunos de los visitantes, pero nadie deja la fila india, pues el interés de las técnicas realizadas en la zona es más grande que el intenso sol del mediodía.
En el terreno pueden verse pequeños cactus o plantas de nopal que son usados para el forraje.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), sostiene que debe darse un uso más estratégico y eficiente de un recurso natural que con frecuencia está “infravalorado”, con respecto al nopal.
Redes Chaco tomó muy en cuenta el uso de esta alternativa que empezó a dar resultados en la provincia chaqueña.
“Estos animales en época de verano suelen comer en la madrugada, desde las 9.00 de la mañana hasta las 16.00 solo están buscando sombra y agua”, explica Fernando Aiello, un técnico de Chaco Proadapt.
Bolivia ocupa el segundo lugar de vulnerabilidad del continente americano, categoría de riesgo extremo posición 10 América, segundo de Sudamérica después de Paraguay.
El técnico argentino de boina roja y mate en la mano, conoce con exactitud el terreno del Chaco boliviano, recuerda cada lugar donde plantaron diferentes variedades de plantas forrajeras.
Ailleo refiere que además del forraje, al animal debe dársele las condiciones para que este pueda subsistir de una mejor manera, lo que significará en una mayor producción del ganado. “Con estas condiciones, ese animal come más veces al día, significa que gana más peso, se preña con mayor frecuencia…se mejoran muchos índices”, agrega.
La ganadería ha sido tomada como sinónimo de depredación del medio ambiente, pero en esta lógica de adaptación, es introducida la técnica de “silvopastura”.
La “silvopastura” es la práctica de la integración de árboles, forraje y el pastoreo de animales domesticados de una manera mutuamente beneficiosa.
“Lo que hacemos es liberar un poco de arbustos, de forma que no esté cerrado, para que el animal pueda transitar cómodamente, pero se deja una cobertura como si fuera un techo continuo casi se tocan las copas de los árboles”, indica el técnico.
“Debemos ver qué podemos mejorar en la agricultura, en el manejo de los animales, tomando en cuenta las experiencia de los tres países para tener una conducción acertada en el futuro, porque de eso dependerá la alimentación humana”, acota la directora pecuaria del Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA), Mirtha Benítez.
Los resultados son palpables rápidamente con espacios amplios de plantas y árboles en los alrededores, similares a grandes casas con techos de color verde.
Después de conocer el campo de forraje, los anfitriones tienen listo el asado y el sabor de la carne comprueba que el ganado está bien tratado, aunque claro, estos son los primeros pasos. La producción del Chaco tarijeño todavía está muy por debajo a la de otros departamentos como Beni o Santa Cruz.
La última parada se encuentra unos kilómetros más al sur, por la ribera del Pilcomayo y a escasos metros del límite con Paraguay, en la comunidad de Cutaiqui.
La zona acostumbrada a la pesca, abre sus alas a nuevas reinas para mejorar su subsistencia: la apicultura.
Las abejas se van sumando a la población de Cutaiqui, que empieza a ver las dulzuras de la exportación de la miel.
Una picada de abeja en la oreja, no impide que uno se ponga el traje para adentrarse en el mundo de las “reinas”, mientras uno de los guías va alejando a las “obreras” con un equipo “ahumador” por el que bota humo.
Por lo menos unos 50 apicultores están abriendo su mercado en la zona tras un acuerdo con la empresa nacional Promiel.
En este lugar, los comunarios fueron capacitados para ingresar en el campo de la apicultura con nuevas técnicas acordes al cambio climático.
“Esta experiencia en unos años obtendrá resultados en este país que será observada por otras regiones”, dice convencido Enrique Bedascarrasbure, quien es representante de la Red Para la Agricultura Familiar de Latinoamérica y el Caribe (Red LAC) e INTA.
Los resultados son palpables también. Los apicultores indican que unas 50 cajas, son suficientes para que el productor de miel llegue a percibir hasta Bs 5 mil mensuales.
Abriendo mercados alternos a la ganadería o a la pesca, la situación ambiental mejora en la zona.
Por la explotación de sus recursos, el Chaco es una de las zonas más golpeadas de Sudamérica, pero con estas nuevas prácticas y la creación de las citadas redes que consiguieron el aval de la institución pública, está empezando a tomar una nueva esperanza de supervivencia.
El Chaco por medio de sus habitantes e instituciones como las citadas… ¡se rehúsa a morir!P