A días de la votación presidencial, los bolivianos tenemos una responsabilidad histórica en las urnas. No se trata de ideologías de izquierda o derecha -ya que en general las propuestas son de centro- sino de elegir por la continuidad o el cambio.
Tenemos estas opciones: votar por la continuidad de 14 años de la dictadura del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales -candidato ilegal- y eventualmente llegar a ser otra Venezuela; por Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana (CC) que representa el urgente retorno a la democracia; por Oscar Ortiz de Bolivia dijo No, sin posibilidades, o cualquier otro candidato que ninguno logrará entrar a la segunda vuelta -si se da el caso-, por tanto se considerarían como un votos perdidos.
Las encuestas -que no son tan precisas sino un termómetro que mide la sensación de los habitantes en un momento coyuntural-, señalan que desde el año 2018 hasta septiembre 2019, Evo cuenta con una intención de voto de alrededor de un 30%; Mesa con el 30%; Ortiz 10%; los indecisos y nulos llegan al 25% y el 5% va para los demás candidatos.
El voto debe ser utilitario, racional y pragmático. Una ecuación básica que sopesa opciones. Significa unir a la oposición y apostar por el cambio, por la democracia, por encima de nuestras consideraciones personales del candidato con el fin de evitar el continuismo.
Oscar Ortiz cometió el error de desmarcarse, y dividió el voto de la oposición. Sus ambiciones personales y regionales primaron ante el bienestar del país. Su deseo es obtener la gobernación de Santa Cruz y junto a Rubén Costas, actual gobernador, destituir del poder al eterno alcalde Percy Fernandez -afín al MAS-, consolidar su proyecto regional y preparar su candidatura presidencial para el 2025.
Si se presentara la segunda vuelta, lo deseable sería que Ortiz pida a sus admiradores que voten por Mesa con el fin de retornar al sistema democrático que si bien no es perfecto es el mejor.
Ortiz debe considerar que si quiere que Bolivia sea un país con valores republicanos (como nació), debería apoyar a Mesa y unir a la oposición.
Caso contrario Bolivia se mantendrá con una dictadura corrupta, que hace abuso del poder y que ha realizado despilfarros económicos pocas veces vistos.
Evo representa principios autocráticos no plurales. No encarna valores republicanos ya que para él la republica y la democracia significan colonialismo. Ignora valores democráticos como la defensa de los DD.HH, la libertad de prensa y expresión y lo que es peor, ha coaptado al órgano judicial y al electoral de forma arbitraria en su beneficio.
Su meta es gobernar el país hasta el 2025, si no es más, dejando un legado y eventualmente perfilar a un sucesor.
Sufragar por Mesa significa votar por el cambio, retornar a la democracia perdida hace 14 años; definir el destino de Bolivia hoy y en el futuro; apostar por un Estado con valores republicanos; por un estado de derecho; por el derecho a disentir; por la libertad de expresión; por el derecho a participar en elecciones justas limpias y transparentes; por la defensa del 21F en cuyo referéndum el pueblo negó a Evo se presente como candidato por cuarta vez, sin embargo, lo hizo transgrediendo la ley.
El gran misterio es por quien sufragarán los indecisos. Ese será el gran reto de los candidatos.
Es fundamental unir el voto concentrándolo en el candidato opositor mejor posesionado en aras del retorno a la democracia.