Por: Mauricio Rodríguez Medrano
Para Carlos Montenegro el pueblo representaba a la nación y la oligarquía encarnaba a la “antipatria”, expresaba lo antinacional. Carlos Montenegro fue ideólogo del Movimiento Nacionalista Revolucionario, junto a Augusto Céspedes, entre otros, pero ahora esta ideología ha sido rescatada por el gobierno actual; Nacionalismo y Coloniaje forma parte de la Biblioteca del Bicentenario.
El concepto de nacionalismo hace referencia a una ideología o movimiento sociopolítico que busca crear un sentimiento de identificación en una comunidad nacional, entonces, genera cierta vinculación y patriotismo entre los ciudadanos de un mismo país.
El antropólogo Ernest Gellner dijo que el nacionalismo inventa naciones donde no las hay, y crea enemigos ficticios. En su nivel extremo tenemos lo que hizo Hitler con la nación alemana en contra de los judíos, gitanos y homosexuales. En el nivel light-pop tenemos a Trump con su muro en contra de los migrantes, sobre todo latinos.
Nuestro actual presidente, Evo Morales, gracias a ese nacionalismo pop, decidió demandar a Chile el territorio usurpado en la Guerra del Pacífico, digamos como eufemismo: soberanía marítima. Envió a Carlos D. Mesa -su actual rival en las elecciones presidenciales- a La Haya, quien estaba convencido de que recuperaríamos el mar, con su siempre locuaz forma de vender humo.
Entre tanto, el Movimiento Al Socialismo confeccionó una bandera de varios kilómetros como señal de esperanza, ¿o de fracaso barroco?, y el resultado, como todos sabemos, fue desastroso.
Nuestro actual presidente, Evo Morales, por pedido del pueblo, hizo un referéndum revocatorio en 2018 para decidir su permanencia, y perdió, pero días después (después de que el vicepresidente dijera que era un empate técnico y luego una victoria), Evo Morales dijo que a pesar del referéndum, él se postularía una vez más para ser presidente porque el pueblo se lo pedía.
El concepto de nación es una construcción social, al igual que la democracia o el Estado; es decir, es un concepto ficticio como diría Yuval Noah Harari, autor de Sapiens. En su libro, Yuval hace una diferencia entre conceptos reales y ficticios, por ejemplo, la ley de gravedad es un concepto real, porque es externa al hombre y no depende de él; en cambio, el concepto de democracia, de nuestra democracia, es ficticio porque nació de un contrato social entre los hombres, algo que la oposición, llámese Carlos Mesa, Óscar Ortiz o demás leviatanes, negaría con rotundidad.
El nacionalismo necesita tener enemigos para existir, y los del actual gobierno son los imperialistas, los que tienen una tez más o menos blanca, incluida esa clase media indecisa. Todo hombre que está en contra del progreso masista, que es lo mismo que decir proceso de cambio, es enemigo del nacionalismo y del Estado.
Regresemos años atrás cuando el Movimiento Al Socialismo no existía. Los enemigos de los gobiernos neoliberales eran los anticapitalistas, los que tenían una tez más o menos morena, los que decían que no pertenecían a algún pueblo europeo, todo hombre que estaba en contra del progreso de la élite, que se construyó a sí misma con el saqueo al Estado.
El problema nacionalista empezó con la creación de Bolivia y sólo divide en vez de afianzar lo que se llama nación.