Caminar es la mejor forma de conocer las ciudades. Quien nunca haya llegado de regreso a su hotel con dolor de pies- pero con gran satisfacción- luego de pasar horas recorriendo una ciudad, que lance la primera piedra.
François Schollaert Paz, mitad francés y mitad boliviano, con su capacidad de mirar la ciudad como turista y como local, se pinta como la opción ideal para quienes desean adentrarse en las entrañas de la capital para desnudar su historia a través del turismo.
François es hijo de madre boliviana y padre de ascendencia belga. Nació en Francia, donde también vivió los primeros meses de su vida, creció en Potosí, donde vivió su infancia hasta sus 6 años y pasó el resto de su niñez y adolescencia en Sucre, ciudad en la que estudió y posteriormente decidiría asentarse para hacer lo que más disfruta: caminar reviviendo la historia.
“Estuve 11 años viviendo en Europa y es eso lo que me permite valorar de otra forma mi ciudad”, dice respecto a los años de su formación profesional y posterior retorno a su terruño.
El año 2013 François volvió temporalmente a Bolivia y, sea casualidad o llámese destino, en el avión conoció al ex presidente Eduardo Rodríguez Veltze, con quien sostuvo una interesante conversación exponiendo su postura respecto a la Guerra del Pacífico, pues el joven de 30 años es historiador. Aquella charla de un par de horas fue suficiente para pronto abrirse las puertas en la embajada de Bolivia, donde trabajó durante cuatro años, primero en La Paz y luego en Londres.
“Era un trabajo más diplomático, con estatus y el que me permitió ahorrar lo suficiente como para poder vivir durante un año en Londres, una de las ciudades más caras de Inglaterra, sin trabajar”, dice sobre aquella experiencia, la cual también le permitió estudiar una maestría en historia económica en la capital inglesa.
Además de muchas oportunidades, ese trabajo también le abrió los ojos para plantearse si realmente quería tener una vida en la que primara su estatus, o su felicidad. Aquel razonamiento fue fruto de un trabajo personal con una psicoterapeuta en Francia, quien lo ayudó a hacer prevalecer sus valores; lo que él consideraba importante en su vida.
“Tal vez el trabajo en la embajada me daba estatus y dinero, pero no me hacía tan feliz. Ahora tal vez no tengo estatus y no gano mucho, pero me hace feliz”, dice explicando el razonamiento que lo llevaría a retornar al país y emprender un trabajo diferente.
Fue así como empezó a dar tours en Sucre, una ciudad que no sólo lo enamora, sino que le permite explotar sus conocimientos en historia y compartirlo con los visitantes.
“Es la ciudad más antigua de Bolivia, así que tiene sentido hacerlo con un historiador”, dice sobre su recorrido, el cual es promocionado bajo la premisa de: “Conoce la ciudad con un historiador”.
Tomando las riendas de su vida con sus propias manos, o mejor dicho con sus propios pies, en mayo de 2019 el joven empezó a ofrecer recorridos turísticos a pie por la ciudad.
Caminar por las angostas calles de Sucre e imaginarse en cada paso la vida en la colonia, es uno de los placeres que turistas y locales pueden disfrutar por igual, aunque muchas veces estos últimos dan por sentado el encanto de la ciudad, infravalorándolo a causa de la monotonía. François busca resaltar cada esquina, empezando desde el punto más alto de la capital.
El tour empieza en La Recoleta, uno de los lugares más icónicos de la ciudad, que además ofrece una vista panorámica de Sucre que ayuda a los visitantes a visualizar de forma más clara la distribución de la urbe y ofrece una vista incomparable de sus cerros emblema: el Sika Sika y el Churuquella.
Pero aunque muchos piensan que el lugar es elegido para empezar el tour por la imponente vista, en realidad François explica que se debe a que es un tour cronológico, que empieza en la época colonial, pasa por la republicana y termina en el periodo del Estado.
“La Recoleta nos hace recuerdo a los 300 años de colonización”, enfatiza, mientras explica que luego empiezan a bajar al centro, el cual, para él, hace referencia a la independencia de Bolivia.
Fuera de los lugares tradicionales de visita guiada, como la Recoleta, la Plaza, el Palacio del Guereo, el Mercado Central, la Catedral o el Parque Bolívar, Schollaert le imprime su propia personalidad al recorrido, agregando sus propias paradas. Una de ellas es la Facultad de Idiomas.
El patio del edificio es hogar de la enredadera trompeta, en la cual florece la flor de la cantuta. Se trata de una especie considerada sagrada para muchos pueblos indígenas de Bolivia y Perú, y que puede ser apreciada con toda su magnitud al interior de la facultad.
“Me gustaría que alguien pueda intervenir para cuidarlo y preservarlo”, dice mostrando un fuerte vínculo con la naturaleza y con aquel pedacito de la ciudad que forma parte de su trayecto turístico.
François tiene un profundo amor por las plantas, pues su padre es podador profesional y aprendió mucho de él; por este motivo, suele incluir datos sobre las joyas de la naturaleza local en su recorrido, al margen de los íconos históricos tradicionales.
“Es un árbol que genera un ‘wow’ en la gente”, asegura.
Fuera de los grandes e importantes monumentos y edificios históricos que alberga la ciudad, pequeños detalles también enamorar a los turistas, haciendo que escenarios de la vida cotidiana se conviertan en toda una atracción.
Aunque para muchos sucrences parezca normal, la variedad de frutas del mercado y los singulares buses que recorren la ciudad, son dos cosas que llaman mucho la atención de los visitantes.
“Los sorprende que sean de colores diferentes, que cada chofer los decore a su propio gusto y que puedan parar en cualquier parte”, cuenta el guía, quien agrega que cuando tiene la oportunidad, no duda en subir a su grupo a algún bus.
François también explica que los turista se sorprenden ante la abrupta diferencia de precios que hay en la ciudad, puesto que un almuerzo en el mercado puede llegar a costar Bs. 10, mientras que un tour guiado Bs.100.
“Muchas veces me dicen que el tour les cuesta 10 almuerzo”, cuenta, exponiendo que debe hacer entender a los turistas que en el país no existe una estandarización escalonada de precios como en Europa o Estados Unidos.
Finalmente, rodeado por los milenarios pinos del Cementerio General de Sucre, que es el escenario que alberga la conversación aportando mística y encanto a la tertulia, François confiesa que la autenticidad de la ciudad es lo que la hace tan atractiva -al margen de su historia-, algo que teme que se pierda con la globalización y masividad que poco a poco afronta el turismo local.
“Los indígenas que ves en las calles, son autóctonos, mientras que en otros lugares son personas disfrazadas con fines comerciales”, revela desnudando una realidad que ya es palpable en países vecinos, fruto de la masividad del turismo.
Muy interesante el artículo …como siempre felicidades Meper,excelente!