Su convicción y coraje inspiró a cientos de mujeres a lo largo de los años. Inclusive el Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia, lleva su nombre
Por Mercedes Bluske Moscoso
La biografía de Bartolina Sisa Vargas (1750-1782+) puede ser contada de atrás para adelante, pues no fue hasta su captura, enjuiciamiento y posterior sentencia de muerte, que se tuvo mayor documentación y registros sobre quién fue una de las mujeres más importantes de la revolución contra la corona española. Pocos son los datos que se conocen de ella, anteriores a la época de la insurrección.
El 5 de julio de 1781, sentada ante el banquillo en el juicio que se desarrollaba en su contra por sublevación en contra del rey, Bartolina se definía como indígena, lavandera, tejedora y esposa de Julián Apaza Nina (1750-1781+), también conocido como Túpac Katari. Una descripción humilde para la grandeza que envuelve hoy al personaje.
Bartolina habría nacido el 25 de agosto de 1750. Según detalla la historiadora María Eugenia del Valle Siles en su libro “Historia de la rebelión de Tupac Catari”, era natural de Caracoto, de la parcialidad de Urinsaya del ayllu Ocoire,
y vecina de Sica Sica (hoy territorio peruano).
No sabía su edad, pero los jueces, al momento del juicio, hicieron anotar que parecía tener más de 20 años, según detalla el libro.
Sus padres José Sisa y Josefa Vargas, se habrían dedicado al comercio de la coca de los Yungas y de los tejidos de la bayeta de la tierra, a fin de librarse del sometimiento al que los indígenas estaban destinados en aquellas tierras, por parte de lo españoles. Bartolina habría heredado ambos oficios, de comerciante y tejedora, bajo aquella misma visión.
De acuerdo a datos del Centro de Educación y Comunicación para Comunidades Indígenas, en aquellos tiempos, los españoles ejercían una explotación “brutal”, especialmente hacia las mujeres, pues en la cultura aimara, ellas podían ser poseedoras de tierras, bienes y animales por vía materna y respetada como pareja complementaria.
Para la cultura aimara, lo femenino y lo masculino eran una complementariedad necesaria para el equilibrio.
Sin embargo, los españoles, con la visión europea, decidieron cobrar impuestos a las familias poseedoras de aquellas tierras, sin importar que las propietarias fuesen niñas o ancianas que no podían trabajar. Esto habría impulsado un cambio en la estructura familiar andina, haciendo que los hombres fuesen dueños de las tierras, como sucedía en la cosmovisión europea.
Bartolina había crecido viendo aquellas injusticias y abusos cometidos contra los indígenas, especialmente las mujeres, quienes además eran sometidas al abuso sexual y psicológico. Cuando conoció a Julián Apaza, y supo de los planes subversivos que había elaborado durante años, no dudó en sumarse a ellos.
Así, en 1781 empezó en cerco a la ciudad de La Paz, donde Bartolina tuvo un papel protagónico junto a su esposo Túpac Katari, pues fue comandante de un ejército de mujeres y hombres indígenas, virreina del inca y principal consejera de Katari, el principal líder del levantamiento.
El primer cerco duró del 13 de marzo al 1 de julio de 1781, con el fin de impedir el abastecimiento de alimentos a la ciudad de La Paz, que tenía aproximadamente 11.000 habitantes, en su mayoría españoles.
También se desviaron los canales de suministro de agua, por lo que solo algunas vertientes y pozos funcionaban en la ciudad.
Los principales sitios estaban en El Alto y Pampahasi, comandados por Túpac Katari y Bartolina Sisa, respectivamente.
Según registros de la época, el brigadier Sebastián Segurola (1740-1789+), al enterarse que el cerco de Pampahasi estaba liderado por una mujer, decidió enviar un ejército para que atacara, pero los indígenas al mando de Bartolina Sisa lograron resistir y triunfar.
En julio se levantó el primer cerco, ante la llegada de un ejército español desde Quito, que acudía en auxilio de los habitantes de La Paz.
La llegada de aquel ejército supuso un debilitamiento de las fuerzas indígenas, pues los españoles les prometían el indulto si entregaban a sus cabecillas.
Ante aquel rumor, el 2 de julio Bartilona Sisa se dirigió a Pampahasi, pero en el camino fue apresada tras ser traicionada por sus acompañantes, quienes la entregaron a los españoles a cambio de un indulto que nunca existió.
María Eugenia del Valle, en su libro, basada en la confesión de Nicolás Macedo, plumario de Túpac Katari, describe a Sisa como una amazona que montaba a caballo día y noche. Estos rasgos dejan ver su esencia de caudillo. Una mujer sin miedo.
Sisa era una mujer valiente e inteligente, inclusive cuando fue apresada y sometida a interrogatorio en medio de torturas a cargo de Sebastián Segurola, se limitaba a dar nombres de indígenas que ya habían muerto cuando le preguntaban por los cabecillas de la revolución.
Túpac Katari realizó el segundo cerco en agosto, intentando por todos los medios la liberación de Bartolina, pero no tuvo éxito.
Finalmente Bartolina fue condenada a muerte y el 5 de septiembre murió ahorcada en La Paz, en la plaza Murillo. En señal de escarmiento, el oidor Tadeo Diez de Medina (1725-1803+) decidió clavar su cabeza en una lanza y llevarla a Sica Sica, donde ella residía.
Lejos de borrar su fama, esta acción logró convertir a Bartolina en una heroína y mártir, impulsando alrededor de su nombre un símbolo de la mujer caudillo, de la liberación de los pueblos indígenas de Latinoamérica.