“Esta investigación fue realizada en el marco del Fondo de Apoyo Periodístico “La Paz y Tarija a través de nuevas miradas” que impulsan la Fundación Para el Periodismo y el Observatorio La Paz Cómo Vamos con el apoyo de ONU Hábitat.
“Apriétense un poquito para que entre la señora”, dice el chofer del taxitrufi desviando la mirada del volante para dirigirse a quienes ocupan el asiento de atrás, dando pie al ingreso del décimo pasajero, cuando el vehículo, en el mejor de los casos, tiene cabida únicamente para nueve personas, incluido el chofer.
La carrera se hace más rentable ante la mirada molesta de los usuarios, quienes por la falta de espacio, no pueden evitar sentir las pegajosas pieles de sus compañeros de viaje, fruto del calor que empapa a la ciudad de Tarija en el tercer mes del año. Muchos y juntitos. Esa es la regla.
Sin cinturones de seguridad, botiquín, ni extintor a la vista, el chofer continúa su camino por la principal avenida de Tarija, recordada por sus habitantes como Costanera, aunque su nombre actual sea Víctor Paz.
Titulares de prensa de los últimos años respaldan el relato anterior protagonizado por una usuaria, reflejando que en aquella falencia, hay una cotidianidad, y es solo la punta del iceberg en un mar de irregularidades.
“Taxitrufis quieren llevar 12 pasajeros” y “De 1800 taxitrufis, solo 300 cumplen acuerdo de mejoras en Tarija”, son algunas de las noticias que encabezan los diarios locales, especialmente desde el año 2018, cuando empezaron controles más rigurosos al servicio, ante las continuas críticas.
El panorama en los buses del transporte público es similar. Pese a que los pasajeros con los que pudo hablar Verdad con Tinta reconocen que los vehículos ahora están más limpios, tienen basureros y elementos de seguridad como un extintor que está a la vista en cada una de las unidades, hay aspectos que dejan en evidencia que las falencias son moneda corriente.
Parabrisas rotos, escapes sin modificar y unidades en circulación sin la roseta de control, ponen en riesgo a choferes tanto como a pasajeros, dando paso a una interrogante en la que muchos piensan, pero pocos se atreven a hablar en voz alta: ¿para qué sirve la inspección técnica vehicular?
Para comprender la urgencia de la pregunta, hay que entender que según el estudio del parque automotor elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta el año 2016, Tarija contaba con 3228 vehículos dedicados al transporte de pasajeros, con capacidad para aproximadamente 48000 en un solo viaje.
Entonces, si queda claro que miles de tarijeños hacen uso del transporte público todos los días, ¿por qué no siempre recibe los controles más exhaustivos?
El director departamental de Fiscalización y Recaudaciones de la Policía, Julio Carvajal Dorado, dice que entre el 16 de septiembre de 2019 y el 29 de febrero de 2020, realizaron la inspección técnica vehicular a 1321 vehículos del transporte público en la ciudad de Tarija y 65856 privados.
“Nos basamos en lo que está en el Registro Único para la Administración Tributaria Municipal (RUAT), pero vimos que varios vehículos que son particulares, cumplen funciones de servicio público”, admite Carvajal Dorado sobre las cifras que maneja.
Sin embargo, a fines de la inspección, esta diferenciación entre privados y públicos no es significativa, pues tanto los requisitos como el control son los mismos para ambos, pese a que de estos últimos, depende la vida de miles de pasajeros que los abordan diariamente.
“Tienen que cumplir exactamente lo mismo, solo que en los públicos se hace más énfasis en revisar el sistema de frenos o de dirección…”, aclara el capitán.
Bs 30, presencia física del vehículo, licencia de conducir vigente, cédula de identidad y RUAT original en mano, son los requisitos para proceder a la inspección en la que técnicos de la Policía revisarán herramientas, llantas de auxilio, gata, botiquín, extintor, linterna y triángulos, entre otros.
También es realizado el control de luces, del sistema de frenos, y el eléctrico, además de la dirección.
“Cada punto de inspección técnica vehicular cuenta con un mecánico, aparte del apoyo y el verificador”, explica el jefe policial.
Carvajal resalta que para esta gestión, cada punto fue dotado de un escáner capaz de detectar las falencias en los vehículos que tienen el sistema.
“Los modelos 2002 para adelante ya tienen el censor para que el escáner funcione”, acota.
Aunque Carvajal se esfuerza por mostrar el “arduo trabajo” que realiza la unidad de la dependencia policial a su cargo, reconoce que la inspección es realizada de acuerdo a lo que estipulan las normativas nacionales y deben apegarse a esos parámetros.
“Lo que no está escrito, es permisible”, dice refiriéndose, por ejemplo, a los coches que brindan el servicio interprovincial y que tienen el tanque de gas adaptado en la parte trasera del vehículo, a la altura de la nuca de los pasajeros. Algo que mostró tener un peligro fatal en el último accidente de tránsito en la ruta Tarija – Bermejo, donde seis pasajeros murieron; uno de los motivos fue el golpe del tanque en los viajeros, tras una colisión frontal.
“Primero debería salir una reglamentación, antecedida por un estudio de medidas de seguridad. Pero eso no nos compete a nosotros”, lamenta el capitán Carvajal.
Anarquía en la jungla vehicular
En la plaza Luis de Fuentes y Vargas, en medio de un acto político en apoyo a los candidatos tarijeños de Comunidad Ciudadana, autoridades y choferes de la asociación de taxitrufis “El Chapaco” se congregan vitoreando a viva voz el nombre del candidato presidencial. Es una mañana típica en la capital de la sonrisa, en plena carrera electoral.
Mientras tanto, del otro lado de la calzada, los vehículos de los asociados se apoderan de la calle 15 de Abril ostentando sus flamantes calcomanías propagandísticas, aunque entre el naranja y verde de los adhesivos, es notoria una gran ausencia en los parabrisas: la inspección técnica vehicular.
Aunque el Código Nacional de Tránsito prevé que los autos que no tienen la roseta de la inspección técnica vehicular no pueden prestar servicios de transporte público ni circular por la ciudad, Verdad con Tinta pudo corroborar que no solo hay vehículos públicos que continúan operando sin dicho aval, sino que existen otros que poseen este adhesivo oficial, pero no cumplen con los requisitos.
Uno de los casos más notorios es el de los taxitrufis, que transportan a más pasajeros de los que el RUAT les permite. Inclusive, continúan circulando con un asiento adaptado para dos pasajeros al lado del acompañante, pese a que en las negociaciones con la Alcaldía se comprometieron a modificarlos con el fin de mantenerlos solo para uno.
Aquella mañana, tener a un significativo número de taxitrufis aglomerados en la calle, cruzados unos con otros cual cola de pescado, facilita el recorrido visual del equipo periodístico. Los asientos dobles del lado del acompañante continúan allí en la mayoría de los coches, unos tienen la roseta pese a las notorias falencias, pero un importante número de ellos no la posee. Lo que sí, todos continúan circulando.
El servicio continúa, pero la inspección técnica no es el único requisito que incumplen, tampoco tienen la tarjeta de operaciones que otorga la Alcaldía para que puedan circular legalmente, ni las resoluciones que la anteceden.
“Si no tenemos tarjetas de operaciones no podemos trabajar, pero estamos yendo por partes”, dice al respecto el presidente de la asociación de taxitrufis “El Chapaco”, Martín Altamirano, quien asegura que se encuentran trabajando en el paso previo: las resoluciones.
Paradójicamente, aunque reconocen que no pueden trabajar sin aquella autorización, el servicio de taxitrufis es el que más ha crecido en la ciudad en los últimos diez años, en cuando al transporte público.
“De principio tuvimos el tema de los asientos. Ya hicimos el cambio para dar un mejor servicio a la población y ahora estamos viendo las resoluciones”, declara Altamirano con convicción, manteniendo la entonación del discurso de apoyo político que acaba de dar.
Sus palabras se contradicen con lo que se ve en los vehículos a escasos metros de donde está parado. Allí siguen los asientos dobles al lado del conductor.
¿Y qué sucede con quienes circulan sin la roseta de la inspección técnica vehicular? Toma unos segundos para pensar y luego responde: “Bueno, los llamamos a la institución y hay jefes de grupo que se encargan de eso. Tenemos una sanción para ellos, pero la mayoría ya la tienen. Si no la tienen, son unos 3 o 4 que no estaban trabajando”. Una vez más, sus palabras se refutan solas en contraposición de lo que se ve en los coches.
En la vereda del frente de donde transcurre el diálogo con Altamirano, se encuentra la Federación Departamental del Autotransporte 15 de Abril, donde también operan las oficinas del sindicato de micros “La Tablada”.
Allí, tanto Abraham Condori, secretario general del sindicato, como Erlan Velásquez Camacho, secretario de relaciones de la institución, aseguran que los controles de la inspección técnica vehicular son para beneficio de los asociados y que son “meticulosos” a la hora del cumplimiento.
“La inspección ha fenecido en febrero y ya se están haciendo los controles para la suspensión, así como nos ha llegado la lista de quienes no tienen SOAT”, dice Velasco, respecto a los controles como a las medidas que toman desde el sindicato, para hacer cumplir las normas.
Y sí, los controles por el Seguro Obligatorio para Accidentes de Tránsito (SOAT), son seguidas, pero en estas, los policías solo verifican junto a funcionarios de la aseguradora UniVida.
Los dirigentes reconocen que en los escasos 10 o 15 minutos que dura la revisión técnica vehicular, es difícil que se pueda hacer una verdadera inspección a las unidades.
“Ellos te hacen más o menos un control. Revisan frenos, las luces, pero más allá tienes que ver vos”, continúa Condori, “una inspección bien hecha tarda unos 40 minutos, que es la que nos hacen en el taller de la Alcaldía, porque ahí tienen los escáneres y equipos”, dice comparando el servicio de ambas instituciones.
Verdad con Tinta se subió a diferentes micros y pudo evidenciar una mejora en la limpieza de cada uno de ellos. Todos tienen un basurero a la entrada, el extintor es visible en cada unidad y poseen un reloj satelital que no les permite exceder una determinada velocidad.
“Ha mejorado mucho el servicio”, asegura Natalia Cruz Mendoza, una jovencita de 19 años que, junto a su hermano menor, usa con cotidianidad la línea de micros “S”.
¡Me quedo! Dice la muchacha, que se baja a la altura del barrio San Luis, despidiéndose de los periodistas con una tímida sonrisa.
Sin embargo, hay micros que continúan circulando con el escape hacia abajo, pese a que, si bien el aspecto medioambiental no le compete a la inspección técnica vehicular de Tránsito, si es dominio de la que realiza anualmente la Alcaldía en su taller.
En una serie de salidas, también se encontraron microbuses en mal estado, no solo por los escapes, sino que no tenían los implementos requeridos por la normativa como el extintor, aunque estos ya son menos.
La roseta, la estrella de este reportaje, también hace notar su ausencia en algunos buses.
Entonces, ¿qué pasa con los vehículos que no la tienen? “Nada”, es la respuesta de un chofer que al igual que otros de sus compañeros, prefirió mantener su nombre en reserva. “Si te pillan, pagas la multa y listo”, acota.
Según el artículo 381 del Código Nacional de Tránsito, la multa en estos casos es de Bs 100. El capitán Carvajal lo corrobora. La anarquía en la ciudad tiene precio y está normada.
La inspección: ¿Se hace o se compra?
“Se paga y listo”, responde un chofer de la línea “S”, al ser consultado sobre cómo se realiza la inspección.
¿No llevan las unidades a que las revisen?, retruca la periodista. La respuesta, una vez más, es negativa. “Se paga y listo”.
Cada roseta de la inspección tiene un costo de Bs 30. La recaudación de Tarija bordea los Bs 2 millones.
¿Ese dinero retorna? Es la pregunta de uno de los periodistas de Verdad con Tinta a un oficial de Tránsito en Tarija. “Todo se va al Comando General y de ahí disponen”, dice de manera tosca.
El dinero recaudado ingresa a las arcas de la Policía Boliviana a nivel nacional y allí se decide su destino que, por lo general, va para gastos de equipamiento y fortalecimiento, según informaron autoridades de esta institución desde La Paz. En otras palabras, el dinero no retorna.
Al poner sobre la mesa la posibilidad de que los denominados “tramitadores” estén comprando la inspección sin que los automóviles sean sometidos a la revisión, Julio Carvajal Dorado, director departamental de Fiscalización y Recaudaciones de la Policía Boliviana, indica que presentaron una denuncia a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC).
“Hemos sentado la denuncia en la FELCC, porque vimos publicaciones ofreciendo que se tramitan rosetas de inspección”, continúa, “porque una cosa es que yo pueda contratar a un abogado que lleve mis papeles y tramite mi ficha, pero sí o sí tienen que traer el vehículo”.
Sobre el particular, la FELCC ha iniciado las investigaciones, pero aún no pudo dar con ningún responsable, según indicaron desde esta instancia. Los supuestos tramitadores usarían identidades falsas en redes sociales como Facebook para contactar a sus clientes. Luego, estas cuentas serían cerradas.
El secretario general del sindicato La Tablada, aseguró que cada chofer lleva su vehículo al punto de inspección de su preferencia y allí realiza el control.
Esta versión fue respaldada por otros choferes consultados por Verdad con Tinta de forma independiente, aunque otros aseguraban que juntaban todos los micros y hacían la inspección de forma “colectiva”.
Dos choferes confesaron a Verdad con Tinta que en realidad mandan los papeles de sus vehículos a un representante y este se encarga del trámite, consiguiendo las rosetas. “Solo mandamos el documento y pagamos los Bs 30”.
Las rosetas posteriormente son entregadas. Aunque la voz oficial de la Policía niega este extremo.
En este procedimiento pudo comprobarse que también se da con empresas privadas que tienen más de cinco vehículos, cuyos trámites son realizados por una sola persona, sin que los automotores sean llevados a los puntos de control. “Solo basta mandar la foto del propietario junto al auto”, revela un chofer de una constructora.
Y después, ¿qué pasa?
Hasta el año 2016, el censo vehicular indicaba que Tarija tenía un parque de 95711 automotores . Según el informe de la Unidad de Fiscalización y Recaudaciones de la Policía Boliviana, la inspección de este 2020 fue realizada a 67180 vehículos en Tarija.
¿Qué pasa con los que no la tienen? Fuera de las multas ya mencionadas anteriormente, no hay mayores consecuencias. Cada que se identifica a un infractor, se emite la boleta. Listo.
Pasados unos meses de la inspección, los controles comienzan a menguar y los choferes continúan brindando su servicio sin el riesgo de ser “boleteados”, en gran parte de los casos, poniendo en riesgo a los usuarios.
En la ciudad de Tarija están en funcionamiento 500 micros del servicio público y 1200 taxitrufis, entre los que se encuentran registrados por el Gobierno Municipal.
Alcaldía
Casi al centro de las gigantescas y desordenadas instalaciones de la Posta Municipal, se levanta un moderno edificio en donde operan las oficinas de la Secretaría de Movilidad Urbana de la Alcaldía tarijeña.
Al subir las gradas, el mosaico se entremezcla con la arena que el viento logra meter con el paso de la maquinaria municipal. Ahí, en el segundo piso, se encuentra el despacho del secretario, amplio y lejano al ruido del caos de las calles de la ciudad de Tarija.
El joven secretario se pone el chaleco naranja para salir a la jungla de cemento a hacer una serie de inspecciones, aunque cede a darse unos minutos para hablar con este medio.
La Alcaldía no es la responsable de la inspección técnica vehicular, pero sí de otorgar los permisos de circulación a los vehículos del transporte público.
“Realizamos un análisis de temas mecánicos y ambientales”, resalta el secretario de Movilidad Urbana, Horacio Calizaya Gutiérrez, sobre los controles para la entrega de la tarjeta de operación a los vehículos del servicio público.
Para tener la tarjeta de operaciones, los vehículos deben pasar la prueba en el Centro de Revisión Técnica Municipal, uno de los más modernos del país que fue montado gracias a la Cooperación Suiza, el cual funciona desde mayo de 2015.
A diferencia del control para la roseta de inspección técnica que es realizada en puntos improvisados en las calles, la Alcaldía tiene un taller con la tecnología adecuada para este tipo de trabajos.
“Es una inspección que consta de alrededor de 40 diagnósticos, donde se ve frenos, luces, suspensión, dirección, además del análisis del ruido y de la emisión de gases, que es lo más importante en este caso”, explica.
Acá es más difícil pasar la prueba, aunque no todos la hacen.
¿Qué pasa si algún vehículo del servicio público no cuenta con su tarjeta de operación?
“No puede circular”, responde rápidamente el secretario, pero de forma inmediata viene la consulta, ¿cómo se hace el control?
Calizaya dice que esta es una noción de la Policía por medio de la Dirección Operativa de Tránsito. Los controles serían los mismos que son realizados para la roseta de inspección.
“Además de la roseta, se le debe exigir al chofer su tarjeta de operación”, continúa, “vehículo que no cuente con la tarjeta de operaciones, no puede prestar un servicio de transporte público”, recalca a modo de respuesta.
En diferentes recorridos por la ciudad de Tarija, pudo comprobarse que existen vehículos del servicio público que tienen la roseta, pero no la tarjeta de operaciones o viceversa, y los más extremos, que no tienen ninguna, aunque siguen circulando con regularidad.
El secretario repite que están coordinando “constantemente” controles con la Policía.
Del servicio de taxitrufis, reconoce que la mayoría todavía no tiene la tarjeta de operaciones, pero resalta que están en una fase de negociaciones con tres de los cuatro sindicatos existentes, con el fin de regularizar su situación.
“En 10 años no se había hecho nada por dar una solución, pese a que el número de taxitrufis crecía aceleradamente”, resalta el secretario.
Con la ley municipal de Movilidad Urbana promulgada en diciembre de 2016, el taxitrufi es reconocido como un servicio de transporte de “escala menor”.
La primera fase de las negociaciones constaba en que los propietarios de estos vehículos se comprometían a quitar los asientos y bancas que habían sido colocadas para que ingresen más pasajeros, poniendo en riesgo la vida de los mismos.
La siguiente fase consiste en el control y la tramitación de las tarjetas de operaciones, pero pese a las aseveraciones de la periodista, Calizaya asegura que el tema de los asientos sobrepuestos es un tema solucionado.
“Anteriormente tenían una banca que estaba prácticamente de espaldas al conductor, lo que era totalmente inseguro, ahora pueden ver que en tres sindicatos de los cuatro que tenemos, prácticamente están en su totalidad con los asientos de frente”, afirma.
Estos tres sindicatos serían: Full Sin Fronteras, 26 de Marzo y Los Chapacos. El restante sería El Vecinal, cuya organización aún no ingresó a las mesas de concertación con la Alcaldía, pero todos operan regularmente por las calles de la ciudad.
Respecto a los micros, xisten cuatro esindicatos que hacen el servicio público que son: La Tablada, Luis de Fuentes, Cooperativa Virgen de Chaguaya y Cooperativa Tarija.
Una aventura en taxitrufi
No hay paradas establecidas, solo basta con levantar la mano para que el minivan de la banderita amarilla de 26 de Marzo pare en medio de la avenida.
No hay espacio en los asientos, así que toca sentarse en una de las bancas acondicionadas al espaldar del conductor. No hay ningún cinturón de seguridad y solo resta agarrarse de la puerta o de la madera hechiza.
El minivan tiene la roseta de inspección, pero no se ven ni extintores, ni basureros; lo que sí funciona es el freno que se siente en todo el cuerpo cada vez que el chofer decide alzar un pasajero.
Uno debe centrar casi toda su fuerza en los pies para evitar caer encima de quienes van en los asientos de enfrente.
Para que ingrese un nuevo pasajero, uno debe bajarse y volver a sentarse, pero tensando todos los músculos para dar espacio al nuevo ocupante.
Así transcurre la ruta entre vaivenes por los descensos bruscos de aceleración. “En la esquina me quedo”, y así termina la aventura, casi comparable al “turismo extremo”.
Encuesta
Verdad con Tinta lanzó una encuesta a través de la aplicación de encuestas de Facebook, preguntando a los usuarios cómo calificarían el servicio de los micros y taxitrufis.
Aunque ambos medios de transporte fueron calificados como “malos” e incluso hubo usuarios que reclamaron el por qué no fue colocada la opción “ninguno”, un 50,3% de los encuestados aseguró preferir el servicio de los taxitrufis.
Por su parte, el 94,9% de los consultados, refirió que la inspección técnica vehicular realiza un control “deficiente” a los vehículos del transporte público.
A continuación te mostramos los resultados.