“Esto empieza como una idea para protegerme yo”, reconoce el anestesiólogo yacuibeño residente en Santa Cruz, Naeif Barzón, quien explica que es padre soltero de los jóvenes y que por su profesión, se ve obligado a acudir a los hospitales para luego regresar a casa con sus hijos de 16 y 13 años.
Ante esta situación, Barzón empezó a cuestionarse cómo podía hacer para llegar a su casa más limpio, aparte de cambiarse de ropa a la hora de salir de los hospitales.
“Empecé a ver qué se podía hacer y pedí ayuda. Todo el mundo pensaba que estaba loco, pero pronto hicimos el primer prototipo, luego el segundo y después el tercero”, agrega.
Barzón estudió el mecanismo utilizado en este tipo de cabinas en otros países y lo fue perfeccionando hasta finalmente dar con una versión final.
“La cabina realmente es una cabina; es chiquitita”, dice Barzón mientras explica que los prototipos más grandes que trabajaron inicialmente eran menos eficientes y desperdiciaban más producto, por lo que finalmente se inclinaron por el modelo que tiene 80 centímetros de ancho por 1,5 metros de largo y 1,90 de alto.
La cabina cuenta con un sistema de nebulización, por lo que lejos de botar gotas, esparce un vapor que llega a cubrir una superficie mayor. “Es como una neblina”, enfatiza el médico.
Para el proceso de desinfección, las personas deben ingresar a la cabina, dar una vuelta con los brazos hacia arriba y salir por el otro extremo. El proceso no lleva más de 5 segundos y llega a impregnar el 90% del cuerpo, logrando reducir más del 70% la carga microbiana, dependiendo del tipo de tela con la que la persona esté vestida.
“La idea es ponerla en todos los centros de salud que se pueda, para que el personal que sale, se vaya a su casa lo más descontaminado posible”.
De momento se entregaron 6 cabinas en diferentes centros médicos de Santa Cruz gracias a los aportes y donaciones, pues el proyecto se realiza de la mano de los voluntarios de “Respira Bolivia” y no tiene fines de lucro.
“Con los aportes que recibimos pagamos los materiales y la mano de obra”, resalta el médico, quien comenta que en Santa Cruz se están organizando entre vecinos para recaudar los fondos e instalar cabinas en los centros de salud de su barrio.
Las cabinas cuestan aproximadamente 900 dólares americanos, pero los costos pueden bajar si se aporta con los materiales necesarios para su fabricación, como metal, fibra de vidrio o policarbonato.
Ante el éxito del modelo, varias empresas se contactaron con Barzón para solicitar una cabina. En este caso, las mismas no se venden, sino que llegan al acuerdo de fabricar dos cabinas que serán financiadas en su totalidad por la empresa y una será para ellos, mientras que la otra será donada a alguna institución de su elección.
“Así cumplimos la función que tenemos y estamos ayudando”, concluye el anestesiólogo.
Naeif Barzón asegura que está dispuesto a compartir los planos para que el modelo pueda replicarse en otras ciudades del país para luchar contra el coronavirus. Si usted está en la ciudad de Sucre y quiere colaborar con materiales, dinero o mano de obra para fabricar cabinas en la ciudad, comunicarse con Alejandra Barzón al 72884178.
Excelente noticia, gracias Verdad con Tinta
Soy una trabajadora de salud del hospital municipal de camiri ojala una de esas cabinas sea donafa al hospital. O x lo menos dar la ideas co o hacerlas gracias….