“Me siento como en una película de ciencia ficción”, dice la mente en una amena charla interna que transcurre al transitar por la avenida La Paz en la ciudad de Tarija, en un día regular de la denominada “nueva normalidad” ¿Cómo salir de este episodio?
Generalmente en las películas de este tipo aparece un superhéroe; en el caso boliviano, miles confían en el “protocolo fantasma”… acá te explicamos un poco en qué consiste.
“Protocolo fantasma”, “solución mineral milagrosa”, “CDS» o simplemente, dióxido de cloro, son los nombres atribuidos a este compuesto que aparece con galones de esperanza para miles de creyentes bolivianos.
El producto no fue inventado recién, ni tiene patente boliviana, pero guarda su espacio en el corazón de quienes lo ven como una de sus mejores armas para enfrentarse a este enemigo invisible, llamado popularmente como coronavirus.
Las contradicciones respecto a su uso para combatir la COVID-19 son tan variadas como su nombre, y la polémica entorno a este continúa creciendo en el país.
No existe constancia científica, lo que puede derivar en efectos secundarios en el organismo, afirman los colegios médicos del país; pero hay quienes se oponen a esta postura.
El activista cruceño Federico Morón y la doctora Patricia Callisperis, quien es presidente del Directorio de la Clínica del Sur de la ciudad de La Paz, se han convertido en los defensores más visibles del dióxido de cloro en las últimas semanas en el país.
“Protocolo fantasma”, así es como lo denomina Federico Morón, pues asegura a Verdad con Tinta que al utilizar el nombre del compuesto, sus publicaciones son censuradas en las redes sociales o no reciben el mismo alcance.
Como prueba de ello, compartió en sus redes sociales una noticia de CNN titulada: Twitter elimina publicación de Miguel Bosé por dar un mensaje falso.
“!!!Felicitaciones!!! hermanos bolivianos. Ministerio de Salud de Bolivia aprobó el uso de dióxido de cloro”, decía el mensaje censurado del cantautor español de 64 años.
La realidad es que el Ministerio de Salud no aprobó su uso, motivo por el que dicho mensaje fue tomado como “falso”, según evidencia una verificación de Bolivia Verifica.
“Me involucré viendo qué tratamientos alternativos habían, ante la oscuridad de lo que se nos venía”, comenta el activista “Fede” Morón sobre la dura situación de la pandemia en el país, la cual lo motivó a meterse de lleno en el tema.
En este camino, Morón se cruzó con la doctora paceña Patricia Callisperis y con una paciente que llevaba siete años tomando dióxido de cloro.
Según relata el activista cruceño, Patricia Callisperis ya había experimentado con este químico para tratar una enfermedad que ella misma padecía y decidió dejar su clínica en La Paz, para trasladarse a la ciudad de Trinidad-Beni con el fin de ayudar a combatir el virus con la también denominada “solución mineral milagrosa”.
Si bien el nombre de Callisperis se ha relacionado al uso del dióxido de cloro, su nombre ya fue noticia en abril, pues el empresario Richard Sandoval Krust, que falleció por coronavirus en la ciudad de La Paz, estuvo internado en su clínica antes de ser trasladado al Hospital del Norte.
Según el testimonio de la viuda de Sandoval, su esposo habría sido sacado de la Clínica del Sur “en contra de su voluntad”, dando inicio a una cadena de eventos que terminaron en su fatal desenlace.
Lejos de la polémica de aquellos días, Patricia Callisperis se encuentra en la actualidad en el departamento de Beni como voluntaria, ayudando en la lucha contra el coronavirus. Su principal arma: el dióxido de cloro.
Beni hasta la fecha es el departamento más golpeado por este virus, si se toma en cuenta la tasa de contagios que muestra 228 contagiados por cada 100 mil habitantes.
Verdad con Tinta intentó contactar a la doctora en reiteradas oportunidades, pero no tuvo éxito.
No todos están de acuerdo
Si bien la presión social cada vez es más fuerte para que el Gobierno Nacional incluya a este producto dentro del protocolo para la lucha en contra del coronavirus, los colegios médicos y los comités científicos tienen otra postura.
El vicepresidente del Colegio Médico de Beni, Carmelo Merubia, certificó que la doctora Callisperis se encuentra en Trinidad y que, “de forma independiente”, está tratando con este producto a los pacientes que acuden a ella.
Las autoridades de salud de este departamento no tienen hasta ahora incluido a este compuesto como parte de su kit contra el coronavius.
“No lo hemos puesto en ningún protocolo del Colegio Médico de Beni”, dice el doctor Merubia, haciendo énfasis en que decidieron apegarse a lo recomendado por el Ministerio de Salud, institución que asegura que por falta de autorizaciones, su uso es ilegal en el país.
“Sabemos que vino la doctora Callisperis, que quería utilizar el dióxido de cloro en el hospital Trinidad y que solo se use eso. Este centro tiene su propio protocolo, así que no se ha utilizado”, agrega Merubia, aclarando que los colegiados benianos se regirán por los protocolos que están estandarizados y que cuentan con evidencia científica.
Un tratado que pone en jaque a la normativa
Lejos de los argumentos en contra del uso del dióxido de cloro por falta de evidencia científica, el Tratado de Helsinki es utilizado como un amparo de quienes están a su favor.
El artículo 37 de este tratado dice que:
“Cuando en la atención de un paciente las intervenciones probadas no existen u otras intervenciones conocidas han resultado ineficaces, el médico, después de pedir consejo de experto, con el consentimiento informado del paciente o de un representante legal autorizado, puede permitirse usar intervenciones no comprobadas, si, a su juicio, ello da alguna esperanza de salvar la vida, restituir la salud o aliviar el sufrimiento. Tales intervenciones deben ser investigadas posteriormente a fin de evaluar su seguridad y eficacia. En todos los casos, esa información nueva debe ser registrada y, cuando sea oportuno, puesta a disposición del público”.
“Los médicos están amparados absolutamente”, continúa Federico Morón, “y eso es lo que ha hecho la doctora”, asegura respecto al trabajo de Callisperis.
Desde su punto de vista, la negativa al dióxido de cloro es fruto de “lo cuadrado del gremio”.
“El doctor está acostumbrado a que le llegue un ‘paper’, un modo de trabajar desde la OMS y casi se olvida que sabe, que es científico y que puede investigar”, dice el activista.
Además, explica que el éxito del químico podría ser un “atentado” a la industria farmacéutica debido a su bajo costo. “Con una botella que te puede salir entre 150 y 200 pesos, puedes curar a cuatro personas”, dice.
Federico cuenta que el primer artículo que leyó sobre el tema, es de la BBC titulado “Dióxido de cloro, el peligroso químico que se promociona como cura para el covid-19 y sobre el que advierten los expertos”. “Si la BBC te dice que es tóxico, el 90% de la gente se queda fría”.
Pero pronto otras voces se fueron sumando a favor del dióxido de cloro, la más fuerte, de la Asamblea Plurinacional, que ya aprobó esta semana en la Cámara de Senadores el proyecto de ley que avala la elaboración, comercialización, suministro y uso de la solución de dióxido de cloro en pacientes con coronavirus.
El proyecto pasó a la Cámara de Diputados para su revisión. De ser aprobado el proyecto, este debe ser promulgado por la presidente, Jeanine Áñez Chávez, aunque la postura del Gobierno Nacional es contraria.
Otra voz a favor de su utilización, es del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), que dirigió el pasado 22 de junio una carta a la presidente Jeannine Añez Chávez, mostrando su postura a favor del uso del dióxido de cloro en el país.
La misiva firmada por Lucio Gonzales, Manuel Morales, María Amparo Carvajal, Rolando Villena y Waldo Albaracín, inicia diciendo que entre el 25 y 26 de mayo el científico Alemán Aldreas Kalcker- principal promotor del uso de este compuesto a nivel internacional- intentó contactar con el despacho presidencial- aunque sin éxito- para proponer el uso del dióxido de cloro como terapia para el tratamiento de la COVID-19.
La carta también expone el caso de Ecuador, país que habría utilizado esta sustancia “exitosamente” para combatir el virus.
Sin embargo, el 16 de julio, en la Asamblea Nacional del Ecuador, expertos comparecieron sobre el dióxido de cloro y su peligro a la salud, pues en este país no fue aprobado el protocolo para su uso, lo que contradice al documento de Conade.
En Ecuador, la posibilidad de usar dióxido de cloro como tratamiento para la COVID-19 es tema de debate. La Agencia de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria pidió los protocolos de su utilización para tener más detalles de su accionar en el organismo de pacientes.
Un estudio de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador indica que no hay una evidencia y eficacia en el uso de este químico.
Volviendo a la carta de Conade, en uno de sus párrafos también expresa que: “Hace un par de semanas, el Gobierno ha prohibido la importación de la substancia hipoclorito de sodio, con la finalidad de evitar que la población tenga acceso a este tratamiento, no obstante su utilización para la atención y combate contra el COVID-19 en policías, militares, miembros y allegados a las instancias gubernamentales”.
A modo de respuesta, el Ministerio de Salud emitió el 26 de junio un comunicado en el que la Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnología en Salud (Agemed), dependiente de esta instancia, informaba que el dióxido de cloro, conocido como “solución mineral milagrosa”, no cuenta con registro sanitario, por lo que su comercialización, distribución, importación, elaboración y uso en el territorio nacional, es ilegal.
Chuquisaca aprueba su uso
Cuando la polémica entorno a la substancia empezaba a copar titulares de prensa del país, el Servicio Departamental de Salud de Chuquisaca (Sedes) sorprendió el 29 de junio con un anuncio.
El dióxido de cloro, así como la ivermectina, serían incluidos a su kit de rastrillaje, contrariando las disposiciones nacionales.
“El virus va a seguir propagándose, es algo que no se puede detener en una pandemia, pero lo que podemos hacer, es que esto sea controlado”, explica el director departamental de del Sedes Chuquisaca, Enrique Leaño a Verdad con Tinta.
“¿Cómo hacemos para evitar que nuestros pacientes se compliquen y se saturen los centros médicos?”, se cuestiona Leaño.
Para él, la respuesta es hacer el seguimiento de casos con ayuda de geolocalización de los pacientes positivos y “altamente” sospechosos, para proseguir con el rastrillaje o visitas con personal de salud y un kit de tratamiento temprano, con el fin de evitar que presenten los síntomas o que su condición derive en una internación.
“Hicimos el análisis de todos los medicamentos que se puede dar a un asintomático y a un paciente con síntomas leves, con la visión de evitar que lleguen a los hospitales”, asegura el médico.
Entre los medicamentos y vitaminas identificados por el Sedes-Chuquisaca, se encuentra la A, C, D, zinc, ibuprofeno, dexametasona, ivermectina y el dióxido de cloro.
“La ivermectina y el dióxido de cloro son elementos que no hacen daño al organismo cuando son suministrados en las dosis correctas”, explica Leaño, quien insiste en dejar en claro que cualquier medicamento por muy noble y aprobado que sea, si se ingiere en la dosis incorrecta, puede dejar secuelas.
Entonces, ¿cómo funciona el dióxido de cloro en el organismo? Según el director del Sedes de Chuquisaca, este químico ayuda a oxigenar las células, cambiando el pH del organismo y ayudando a “matar” al virus.
El pH es una medida de acidez o alcalinidad de una disolución, indica la concentración de hidrógeno en el cuerpo.
“Se ha demostrado eso en muchos estudios”, resalta mientras cuestiona: “¿Seguimos mirando de palco?, ¿seguimos esperando que aparezca una vacuna?”.
Leaño no especifica cuáles son los estudios a los que se refiere.
“Arriesgarse” , esa es la apuesta de las autoridades de Chuquisaca, quienes aseguran que si ellos tuvieran indicios de que el medicamento hiciera daño, no lo promoverían. Sin embargo, ellos ven una “luz de esperanza”.
Mientras la polémica crece, el personal de salud de este departamento espera la aprobación de la modificación presupuestaria por parte de la Asamblea Departamental de Chuquisaca, para la adquisición del dióxido de cloro. Con el presupuesto aprobado, a partir del 20 de julio empezarían ha realizar la distribución del compuesto para el tratamiento de la COVID-19.
Leaño también informó que están realizando una investigación con la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, para validar “algunos conocimientos que ya tenemos sobre el dióxido de cloro”. A su vez, se están realizando estudios observacionales con los internos del penal de San Roque.
Tarija tantea el terreno
“Seguiremos apoyando la investigación, proporcionando el compuesto químico”, dice a Verdad con Tinta el rector de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS), Gonzalo Gandarillas Martínez, sobre el dióxido de cloro.
En síntesis, la universidad tarijeña empezó a realizar sus estudios para producir este producto, aunque no existe un aval del Servicio Departamental de Salud (Sedes).
Si bien el rector de la universidad tarijeña se muestra optimista ante los resultados que puedan tenerse con el denominado protocolo fantasma, en la Facultad de Salud son más cautos. “No tenemos documentación científica de que sea un producto curativo”, responde a Verdad con Tinta la decana, Olga Martínez.
La figura no termina por aclararse en Tarija, pues el mismo gobernador, Adrián Oliva Alcázar, había anunciado que en este departamento se utilizó el dióxido de cloro en un grupo de pacientes con coronavirus.
“Yo lo he probado antes de la pandemia porque tiene diferente tipo de beneficios para la salud. Creo que hay que tener la suficiente apertura, dejar a los médicos para que verifiquen la efectividad de este tipo de productos, por eso hay que probarlos”, declaró en una entrevista en Radio Fides con el periodista John Arandia.
Rápidamente, las declaraciones del gobernador fueron refutadas por el Comité Científico del hospital San Juan de Dios, negando la utilización de este producto en pacientes con COVID.
“El Comité Científico aclara que no participó de ningún plan terapéutico que involucre el uso de este producto y que no se responsabiliza de declaraciones públicas de autoridades ajenas al sector de la salud que recomiendan o inducen a la utilización del dióxido de cloro”, fue la respuesta tajante a las posturas del gobernador.
Estas contradicciones al interior del Gobierno Departamental, generaron fuerte confusión en la misma población.
Verdad con Tinta consultó a la administración de la Gobernación cuál será la postura final respecto a esta temática, la respuesta es que aún esperan por los resultados de las investigaciones que realice la universidad estatal.
“Se está trabajando con un equipo de médicos y de la universidad para la investigación del producto”, fue la respuesta que recibió este medio desde la Dirección de Comunicación.
El gobernador frenó la determinación de seguir haciendo pruebas como había mencionado. “Vamos a esperar tener mayores avances sobre el trabajo de investigación que se está haciendo para poder comunicar”, respondieron.
En tanto el Comité Científico en la misma línea que el Ministerio de Salud, advierte del consumo de este producto.
“La ingesta o inhalación de estos productos pueden poner en peligro la salud de las personas y a la vez, retrasar la atención médica oportuna, sumado a que ni el dióxido de cloro ni el clorito de sodio han demostrado ser productos seguros o eficaces para tratar ninguna enfermedad, incluida la COVID-19”, señala el texto del Comité Científico del hospital San Juan de Dios de Tarija.
El documento agrega que la ingesta de preparados de dióxido de cloro o clorito de sodio puede provocar “cuadros digestivos irritativos severos con la presencia de náuseas, vómitos y diarreas, además de graves trastornos hematológicos cardiovasculares como renales”, advierte.
Sobre la inhalación a través de nebulizaciones, indica que existe riesgo de “broncoespasmos, neumonitis química y edema de glotis”.
Los médicos firmantes de este documento son: Jorge Morales Arlando, Marcos Oliva Castrillo, Nils Cassón Rodríguez, Marcelo Garzón Torrejón y Darwin Martínez.
Estas acciones no lograron frenar a miles de personas que buscan refugio en la seguridad que se difunde en las redes sociales del “protocolo fantasma”.
“A mí me agarró feo dos días, después me dieron dióxido de cloro y empecé a mejorar”, revela a Verdad con Tinta una paciente con coronavirus que se encuentra asegurada a la Caja Nacional de Salud (CNS).
La mujer cuenta que al no recibir la visita de los médicos, se contactó con la doctora de turno, quien le indicó que el dióxido de cloro le curaría del virus, pero que no le daría anticuerpos.
“Me dijo que si no me cuido, podía volver a contagiarme, además de pedir que dé mi testimonio sobre el dióxido de cloro”, cuenta la mujer a Verdad con Tinta, quien pide reserva de su nombre. Revela que la muestra se la dieron a Bs 100 de un vendedor independiente.
¿Y la OMS?
Buscamos si la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene alguna postura particular del tema, por lo que entramos a su sistema de respuesta de WhatsApp, donde nos dieron una posición más general.
“Por el momento, no se recomienda ningún medicamento específico para prevenir o tratar la infección por el nuevo coronavirus”, fue la respuesta del ente mundial.
Avalado o no, el protocolo fantasma, sin un sustento científico, toma la capa de superhéroe para miles de bolivianos que creen en él y temen por el alcance del enemigo invisible.