Gertrudis
Cuando Gertrudis Plata Olivera empezó en el mundo del reciclaje en el 2015, jamás pensó que pasaría los próximos cinco haciendo de la basura de otros, un pequeño tesoro.
Como “Gertru”, como le dicen con cariño quienes la conocen, muchas otras mujeres trabajan largas horas entre escombros ,o caminando bajo el sol y la lluvia, para recolectar lo que otros desechan, para ganarse la vida.
Sus días son largos, o tal vez sus noches son cortas. La jornada arranca a las cinco de la mañana y la caminata se prolonga hasta las nueve. Luego, empieza el trabajo de clasificación de residuos y la manufactura de las artesanías.
Gertru tiene 48 años y es presidente de la asociación de recicladoras “Las Emprendedoras”, la cual cobija a 29 mujeres y un hombre adulto mayor que sobresale como un oasis en medio del desierto.
En medio de aquel trabajo donde más que el género, predomina la inclusión, los une una causa común: reciclar y transformar para vivir.
El reciclaje se ha transformado en la fuente de ingresos de las 30 familias de la asociación, y de más de doscientas familias de Villa Montes, que a través de diferentes asociaciones, han apostado por la economía circular como su fuente de ingresos.
El reciclaje mueve más de Bs. 500 mil al mes en Villamontes
Sea casualidad o no, en el Chaco, “reciclaje” se escribe con “M” de mujer, pues las cinco asociaciones de la región están lideradas por mujeres, e integradas por ellas casi en su totalidad.
Lo que está claro, es que se ha convertido en el sustento de todas esas familias.
“Tengo cuatro hijos; uno de ellos está estudiando agronomía en Yacuiba”, cuenta Gertrudis con orgullo, pues al menos uno de sus retoños está recibiendo formación universitaria.
Ella atribuye ese logro a los ingresos que ha logrado generar con el reciclaje, los cuales son de aproximadamente Bs 2200 al mes, lo que equivale a un salario mínimo nacional.
Sin embargo, los ingresos no son fijos y están vinculados directamente a su capacidad de recolección, venta y transformación de residuos.
Su trabajo es arduo y su aporte al medioambiente no tiene precio. “Hemos llegado a recolectar seis toneladas en 20 días”, cuenta la mujer, aunque reconoce que al principio no sabían cómo darle valor a lo que recuperaban. Después de todo, fue la necesidad lo que las llevó a organizarse, y debían transformar los residuos sólidos en dinero.
Con el tiempo como su mejor aliado para darles experiencia y sabiduría, pronto lograron contactar con empresas que reutilizan los residuos para vendérselos y, además, en los últimos años también se han dedicado a transformar la “basura” en artesanías, para darles un valor agregado, completando así el ciclo de la economía circular. La economía verde.

“Tejemos con las botellas, goma y papel periódico”, cuenta Gertru, “lo que sobra, ya lo vendemos”.
Su trabajo ha dado frutos no solo económico, sino en lo personal, pues el reciclaje las ha empoderado, demostrándoles que son mujeres capaces, hábiles y con el poder de transformar sus vidas, mientras generan un impacto positivo en el medio ambiente.
Pese a su éxito, la pandemia y consecuente cuarentena, no han dejado exento al sector, pues las estrictas medidas sanitarias han impedido que las mujeres puedan salir a trabajar, privándolas también de sus ingresos. Como resultado, lejos del progresismo de la economía circular, se han visto obligadas a volver a una economía tan básica como el trueque.
Aunque su labor trae un sinfín de beneficios a la economía y al medioambiente, en medio de la crisis, no han recibido más apoyo que el que se pueden brindar entre ellas, siendo casi invisibles para las autoridades.
“Como nos conoce la gente, llevan a nuestras casas botellas y cosas que reciclamos, para canjear por arroz, fideo o lo que tengamos”, cuenta sobre cómo se las han ingeniado para seguir llevando el pan a sus casas.
Pese al duro panorama actual, Gertrudis reconoce que su andar no hubiese sido tan sólido sin el apoyo de los ingenieros ambientales y biólogos de las instituciones que las apoyan, quienes les brindaron capacitación y asesoría. Entre ellos destaca Pamela Cecilia Delgadillo de Llano, una bióloga que a lo largo de los años, se ha convertido en un pilar de apoyo para las diferentes asociaciones de recicladoras de esta ciudad.
Pamela
Pamela Cecilia Delgadillo de Llano asegura haber “empezado de abajo” en la institución que la cobija.
Empezó hace cinco años como técnico de la Subgobernación de Villa Montes, pero poco a poco fue escalando hasta llegar a ser directora de desarrollo productivo, cargo que ejerce hasta la actualidad.
“Cuando entré aquí, entré a la Unidad de Medio Ambiente”, cuenta sobre sus inicios y sobre cómo el destino entrelazó su camino con el de las recicladoras.
cuando Pamela daba sus primeros pasos en la institución, en el año 2015, las mujeres de la asociación empezaban a consolidarse en El mundo del reciclaje.
“Ellas trabajaban antes, pero no estaban organizadas”, cuenta Pamela, quien pese a la distancia que nos separa a través del teléfono, se las ingenia para transmitir su carismática personalidad.
Su trabajo fue organizarlas, darles un espacio y proporcionarles la maquinaria necesaria para reciclar y compactar.
Pamela no puede evitar hablar en plural. Luego de tantos años, ella también se considera parte de la asociación.
“Nosotras empezamos con la idea de que se convierta en una unidad productiva, transformando la basura en canastas y otros productos”, explica. Sin embargo, antes de aventurarse en el complejo mundo de la transformación de residuos, empezaron por vender lo que compactaban.
“En aquel entonces yo era técnico y decidimos ir a Santa Cruz a buscar mercado para vender”.
240 familias viven del reciclaje en Villamontes.
Mientras Pamela abría puertas para comerciar los residuos, las señoras de la asociación, montadas en sus carritos con bicicleta, empezaban a salir por turnos a buscar aquellos desechos que pronto se convertirían en su tesoro.
Con la venta de residuos asegurada, empezaron a expandir sus horizontes a la transformación, logrando aplicar a financiamientos nacionales e internacionales de proyectos de reciclaje.
La asociación ganó un fondo de la organización no gubernamental (ONG) Creas, que le permitió hacer cambios en su infraestructura, para dar mayor comodidad a las recicladoras.
“La Alcaldía de Villa Montes les dio en comodato un terreno para hacer ahí la asociación”, cuenta Pamela.
En aquel terreno, las mujeres montaron su recicladora y se dedican a compactar los residuos, obteniendo cubos de 40 kilos, que luego venden a Bs 3,50 el kilo.
A ojo de buen cubero la “industria” del reciclaje de Villa Montes, con sus 240 involucrados, mueve más de Bs 500.000 al mes.
Tras los resultados de la venta de residuos compactados, otros grupos de reciclaje empezaron a interesarse en la economía circular, apostando por la transformación para generar ingresos.
Ruby, de la asociación Ciudad Saludable, es una de las 27 mujeres que vive de la transformación de residuos en muebles y elementos decorativos.
Ruby
Se llama Ruby Flores, pero se presenta simplemente como Ruby. Ella lleva tres años como presidente de la asociación de recicladoras Ciudad Saludable, de Villa Montes, pero su trayectoria en el mundo del reciclaje es de “muchos años” más, pues antes de formar la organización, ella ya hacía de la transformación de residuos su trabajo.
“Hacía macetas y otras cositas más”, cuenta con modestia la hábil mujer.
Junto a las 27 socias de la asociación, Ruby transforma viejas llantas en macetas, aros de autos en mesas y diferentes tipos de objetos en elementos decorativos o camas para mascotas.
Además de la habilidad para transformar “basura” en verdaderas obras de arte de la artesanía, las une el género y el compañerismo.

La economía circular
De acuerdo a la organización Economía Circular, “la economía circular es un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad, y cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos, se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, y que se reduzca al mínimo la generación de residuos”.
En tiempos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y del “go green”, el trabajo de los recicladores es cada vez más importante, aunque poco reconocido. No gozan de salario fijo, de beneficios sociales ni de planes de salud, pese al aporte que hacen a la sociedad y al medioambiente.
Pese a que Bolivia tiene una Dirección de Residuos Sólidos y Gestión Integral dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Agua y una extensa lista de normas que prevén la gestión de residuos sólidos, en el país sólo se recicla el 3% de las más de 7 mil toneladas de basura que produce diariamente.