La cadena de uvas, vinos y singanis es considerado el sector productivo más importante del sur de Bolivia, porque genera un movimiento económico de más de 100 millones dólares al año y aporta con 14 millones de dólares en impuestos.
Sin embargo, desde la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV) de Tarija, advierten que la cadena productiva está bajo amenaza, no solo por la crisis que dejó la pandemia, sino por la activación como el crecimiento inmensurable del contrabando.
El vicepresidente de la ANIV, Franz Molina Conzelmann, indica que la situación de las industrias vitivinícolas tuvo su primer impacto a inicios de la cuarentena, a mediados de marzo, puesto que todavía el sector de la uva estaba en plena cosecha.
En esa razón, tuvieron que gestionar ante el Comité de Operaciones de Emergencia Departamental (COED) un permiso especial para terminar la vendimia; fue una de los primeros desafíos que tuvo que afrontar el sector, trabajando con personal reducido.
Pese a ello lograron terminar la cosecha de la uva.
Para que una familia campesina abandone su condición de extrema pobreza le basta con cultivar 0.6 hectáreas de uva.
«Estudio Socio-económico de la cadena de Uvas, Vinos y Singanis” de la Fundación Fautapo,
Una vez solucionada la cuestión de la cosecha, los empresarios se toparon con otra piedra. Molina indica que en marzo, abril, mayo y junio no se les permitió comercializar el vino ni el singani, sufrieron decomisos y arrestos de sus proveedores.
“No nos dejaban comercializar el vino, esos meses no pudimos ver de absolutamente nada. En El Alto, en La Paz y en Cochabamba, no estaba los decretos claros, ciertas instituciones aprovecharon ello para decomisar los productos, teníamos personal en la cárcel”, revela a Verdad con Tinta Franz Molina.
El joven empresario lamentó que pese a la existencia de la Ley 774 de promoción de la uva y el singani; las autoridades no hayan previsto las normativas que involucren a la industria vitivinícola, para que siga generando un movimiento económico en el país.
Según datos del Ministerio de Desarrollo Productivo correspondiente a la gestión 2014, el complejo productivo de uva, vinos y singanis aglutina actores de diversos sectores socio económicos, entre ellos pequeños, medianos y grandes productores de uva, como también pequeñas medianas y grandes bodegas.
La cadena de uvas, vinos y singanis, ha sacado de la extrema pobreza a 2300 familias; una familia por cada hectárea de producción que se incrementa.
La producción ha venido creciendo a un promedio anual del siete por ciento, según indica ANIV.
Repercute positivamente en el desarrollo de áreas rurales del país por el uso intensivo de mano de obra apoyando de manera directa a la generación de 3400 empleos dignos y permanentes en el país.
Sin embargo, Molina estima que el número de empleos había crecido a 19 mil.
Pero pese a estos avances que han tenido a lo largo de estos años, Molina avizora un fuerte impacto para la cadena de uvas, vinos y singanis, puesto que, a consecuencia de la pandemia y los problemas políticos del año anterior, las bodegas han reducido la compra de la uva hasta en 50 porciento.
“Esto va impactar mucho al pequeño productor y a la cadena uva, vinos y singani, eso va a ser un caos”, avizora Molina.
Pero, a este negro panorama, se suma el contrabando, que se ha activado con más fuerza tras la flexibilización de la cuarenta.
“El contrabando, a pesar de la buena predisposición de la Aduana y de las Fuerzas Armadas, sigue creciendo. Nuestras fronteras son bien amplias y el negocio del contrabando es tan grande y tan ilegal que cada vez crece a pesar de los esfuerzos de las instituciones”, indica el empresario.
Mercado externo
Molina indica que es “mínimo” el porcentaje de exportación de vinos y singanis, llegando a ser entre el 10 al 15 por ciento del total de la producción. Ese porcentaje se ha mantenido gracias a la calidad del producto tarijeño.
Molina apunta que la cuestión impositiva y trámites de importación y exportación tampoco ayudan al sector, porque importar vino a Bolivia genera más ingresos que producirlos, “aquí tenemos una competencia desleal”, dice.
“En Argentina los vinos no pagan el Impuesto a los Consumos Específicos (ICE); en Bolivia los vinos paga ICE y los singanis pagan doble ICE, es como si estaríamos importando a nuestro propio país”, cuenta.
El etnólogo, Pablo Cieri, coincide con Molina e indica que el impacto de la COVID, va afectar a toda la cadena productiva, siendo los más afectados los productores de uva, que son los que vende a las bodegas.
“La producción de vinos más que todo se ve afectada por las ventas. Las exportaciones se van a paralizar como pasó en las ventas locales, ello va a acarrear a tener las bodegas llenas y esto va afectar principalmente a los productores de uva que vende a las bodegas, ya que las mismas no van a poder comprar por el excedente que se cuenta”, indica Cieri a Verdad con Tinta.
El etnólogo también indica que algunas bodegas se han visto afectadas en la elaboración de los vinos por la falta de insumos que no han podido llegar por el cierre de fronteras.
“En Bolivia no se produce los insumos que se requiere para la producción. Todos los insumos son importados así que en algunos casos no se contaron con los insumos necesarios”, dice el etnólogo.
Mente positiva
Con una mente positiva, Molina espera que el sector pueda “por lo menos” vender el 50 por ciento de su producción, para ello, continúan realizando gestiones con las Fuerzas Armadas y la Aduana Nacional de frenar el contrabando, ayudando a fortalecer la infraestructura como el personal de estas instituciones.
El empresario considera que a esta lucha también se deben sumar los bolivianos consumiendo productos hechos en Bolivia, puesto que consumiendo productos ilegales están incentivando al contrabando.
Vinos de altura
La condición de Tarija ha sido recientemente difundida como benéfica por las propiedades que confiere a los “vinos de altura”.
La producción vitivinícola del planeta se encuentra concentrada entre los 30 y 50 grados de las latitudes norte y sur. Tarija se encuentra fuera de esa franja, entre los 21 y 23 grados del hemisferio sur y a una altura que esta entre 1.600 y 2.400 metros sobre el nivel del mar.
Los valles de Chuquisaca y Tarija son los mayores productores de uva en el país.
De la producción total de uva del departamento de Tarija, un 15% de la producción corresponde a la uva negra varietal y el resto a la uva blanca varietal y moscatel de Alejandría.