Luis Arce, candidato del MAS, ganó las elecciones por varios motivos. El principal fue porque la oposición se dividió y no armó un frente único.
Tuto Quiroga, Añez, y Bayá, renunciaron a sus candidaturas para hacer un frente común de oposición al Movimiento al Socialismo.
No así el candidato de Creemos, el conservador cruceño Luis Fernando Camacho, que por ambiciones personales e intereses regionales, no tuvo la grandeza de apoyar a Carlos Mesa que lideraba las encuestas de la oposición.
El año pasado Mesa pasó a la segunda vuelta y hubiera ganado las elecciones, pero el fraude del MAS se lo impidió. Le tocaba la presidencia.
El MAS ganó con el 55.1 % (algo inesperado), Mesa el 28.84 % y Camacho el 13.97%.
Cuesta creer que la oposición o “Las Pititas”, el movimiento de la sociedad civil que hizo caer a Evo Morales el 2019, trajo de nuevo al MAS.
¿Tenía Camacho derecho a postularse? Si, pero no era el momento. No mostró un sentido patriótico de unidad nacional a pesar de que la oposición pedía el voto útil tras 14 años de dictadura masista. Tampoco pactó con la oposición. Y lo que es peor, ha polarizado a oriente de occidente.
Camacho declaró que por primera vez Santa Cruz contará con una bancada. Es imperdonable que en el pasado no hubiesen tenido. Creemos ha obtenido 4 senadores y 16 diputados.
Los cruceños tienen deseo de tomar el poder, que es legítimo. Santa Cruz es el departamento más boyante de Bolivia y tienen derecho a empoderarse ya que históricamente el poder político ha estado en La Paz.
Lo más probable es que en las elecciones del 2025 el duelo sea entre el MAS y los cruceños y que estos busquen una verdadera autonomía y el federalismo.
El MAS ya no podrá gobernar con la holgura de antes, que tenía 2/3 en la asamblea. Mesa y Camacho fiscalizarán el abuso parlamentario del MAS.
Otro motivo de la victoria del MAS fue que los candidatos se enfocaron principalmente en atacar al MAS en lugar de promocionar sus programas de gobierno.
De igual manera, el gobierno conservador de Añez que “representaba” a la oposición, a Las Pititas, no hizo un gobierno de transición. Su postulación, la corrupción, el nepotismo, la inestabilidad política -ya que cambió más de 20 veces de autoridades-, la fuerte figura del ministro Murillo que fue el poder tras el trono y que destituyó a los que le exigían cuentas, la pandemia, no agradó a los indecisos que eran cerca del 20% de los votantes, quienes terminaron optando por el MAS.
Según un lúcido análisis de Pablo Solón “El MAS no ganó por Evo, sino a pesar de Evo”.Esto demuestra la fuerte estructura que tiene el partido, aunque está dividido. El líder es Choquehuanca, que tiene gran votación en el campo. Y, según Solón, Evo quería marginarlo. Claro está, para no perder su liderazgo. Por tanto, hay masistas y evistas.
Arce, que es un tecnócrata, declaró a la BBC: «Si Evo Morales quiere ayudarnos, será muy bienvenido. Pero no significa que Morales estará en el gobierno. Será mi gobierno. Si quiere volver a Bolivia y ayudarnos, no hay ningún problema».
También dijo que otros masistas ocuparán cargos en el Estado. Esto demostraría a un MAS más independiente y renovado.
El nuevo presidente le concederá la amnistía a Morales y retornará a Bolivia, aunque debe enfrentar varios juicios que no prosperarán.
Evo no dejó una buena imagen por los gastos innecesarios, denuncias de corrupción, fraude y pedofilia y porque siendo presidente era el líder de las 6 federaciones de cocaleros del Chapare.
Arce deberá paliar la crisis económica y retornar a la democracia.