Ya sea por incendios, tala o envenenamiento, el hombre con sus acciones, es el responsable directo de poner en peligro de extinción o en una situación vulnerable a las más representativas especies de aves rapaces del país.
El cóndor, con una fuerte presencia en el imaginario boliviano, formando parte inclusive de los símbolos patrios del país, es una de las especies rapaces carroñeras más estudiadas en el país y una de las que más peligro afronta debido a su escasa población, que oscila entre lo 1400 y 1500 ejemplares surcando los cielos bolivianos.
Las aves rapaces o aves de rapiña, son predadoras, es decir, que cazan y se alimentan de otros animales. Su nombre proviene del latín rapare,que significa “apoderarse” o “tomar por la fuerza”.
En Bolivia existen 97 tipos de aves rapaces entre las que encontramos: 6 especies de buitres (incluyendo al cóndor); 46 de águilas, milanos, aguiluchos y gavilanes; 25 de búhos, incluyendo a la lechuza; 2 de chuñas y 18 de caracarás y halcones.
Dentro de las aves rapaces, las carroñeras, aquellas que se alimentan de animales muertos, son algunas de las que afrontan mayor peligro en Bolivia: los buitres y los cóndores siendo los más vulnerables.
El biólogo e investigador asociado al Museo Nacional de Historia Natural, Diego Méndez, quien también es coordinador del Programa de Investigación de Aves Rapaces en Bolivia, explica a Verdad con Tinta que el envenenamiento es uno de los peligros más significativos para cóndores y buitres.
El Programa de Conservación de Aves Rapaces de Bolivia, posee la base de datos de registro de distribución de aves rapaces más grande del país.
Según el investigador, los conflictos que los pobladores de las zonas en las que habitan estas aves tienen con los depredadores, llevan a que éstos envenenen la carroña. En ocasiones, el veneno está destinado a eliminar animales como el zorro o el puma, que atacan con frecuencia a los animales, pero las consecuencias también las sufren las aves carroñeras.
“Una sola carroña envenenada puede eliminar a varios individuos”, continúa, “es una amenaza muy seria para estas aves rapaces carroñeras; la más grave que afrontan”, acota.
Bolivia es el hogar de 1500 cóndores, cifra que representa el 20% de la población mundial de estas aves. El peligro de envenenamiento, sumado a su lenta reproducción, deja a la especie en una situación vulnerable a la hora de hablar de la recuperación de su población.
Según explica Méndez, la reproducción de los cóndores es lenta, pues no se reproducen hasta que el pichón sale definitivamente del nido, lo cual puede llevar casi 14 meses. Además, cada pareja de cóndores pone solo un huevo y no hay garantías de que la cría vaya a sobrevivir.
Al margen de los cóndores, otras especies de rapaces también se encuentran en una situación vulnerable y corren peligro en el país. Entre ellas se encuentran los halcones y los búhos, de los cuales, además, hay “pocos” estudios.
Los halcones suelen ser cazados por conflicto entre los pobladores y el animal, el cual suele atacar gallinas u otros animales. Por su parte, los búhos son perseguidos a causa de la fama que les precede bajo la etiqueta de “aves de mala suerte”.
“No hay ningún fundamento científico para eso, pero es una creencia muy arraigada en general”, explica Méndez sobre la suerte que corren los búhos y también las lechuzas.
Uno de los inconvenientes a la hora de trabajar acciones de preservación de las aves rapaces en Bolivia, es que se desconoce la población que hay de la mayoría de ellas. Las especies más estudiadas han sido los cóndores y los buitres, de las cuales hay estimaciones poblacionales más específicas, que permiten trazar líneas de trabajo.
Los buitres se encuentran entre las especies poco estudiadas y que además tienen un sesgo de atención muy notorio en Bolivia, ya que no es una especie conocida ni simbólica, a diferencia del cóndor.
Los buitres son el grupo de aves más amenazado del mundo debido a que el 75% de ellas necesita de acciones de conservación para sobrevivir. Sin embargo, su rol ecológico es fundamental, inclusive por encima de otros carroñeros, para la limpieza del ecosistema, evitando los focos de infección que podrían generar los animales muertos.
“Los buitres están adaptados para esa vida, no hay otro animal que pueda hacer ese trabajo como ellos”, expresa Diego, quien los describe como el equipo de limpieza de los ecosistemas.
El águila arpía, además de tener una reproducción aún más lenta que la del cóndor, tomando hasta dos años, es una especie que se encuentra amenazada por la deforestación de su hábitat en el país.
“Estas águilas necesitan extensiones de bosque en buen estado de conservación para encontrar a sus presas, así como para hallar árboles adecuados y óptimos para hacer su nido”, explica Méndez, quien resalta que para las especies vulnerables, las condiciones son más exigentes.
El águila coronada, que habita en la Chiquitania y en el Chaco, es otra de las especies que afronta una gran amenaza en Bolivia: el fuego.
Los incendios registrados en 2019 y 2020 en ambas regiones, han arrasado con parte significativa de su hábitat dejando a la especie en una situación vulnerable para su supervivencia.
“El águila del Chaco y el águila castaña y negra, están en peligro de extinción, mientras que el águila arpía se encuentra casi amenazada”, lamenta el biólogo sobre el estado de conservación de éstas.
Para el experto, la mayor amenaza para estas águilas es la deforestación, pues Bolivia se encuentra entre los cinco países con más deforestación a nivel mundial y es el tercero con más deforestación en el continente, según el ranking de la Global Forest Watch.
En consecuencia, cada vez hay menos bosques que cumplan las exigencias para que estas aves puedan hacer de ellos un hogar.
El objetivo para este 2021 es trabajar más de cerca con las grandes águilas, para determinar de manera más precisa su densidad poblacional en el país y ver las amenazas que afrontan.