Crystal y Michael Lee hicieron del sueño de muchos su realidad: viajar sin que el trabajo sea un impedimento.
Nativos de Sydney, Australia, la pareja tomó la decisión hace cinco años, cuando se plantearon que si podían trabajar desde casa, esta no tenía por qué limitarse a cuatro paredes o a un espacio físico determinado; cualquier lugar del mundo podía convertirse en su hogar o en su oficina.
“Tenemos algunas inversiones en el mercado de acciones que gestionamos activamente. He estado gestionando mis propias inversiones durante casi dos décadas. Crystal es coach de vida e hipnoterapeuta, ella ha estado haciendo esto durante varios años”, relata Michael a Verdad con Tinta en un inglés perfecto, aunque se atreve a compartir algunas palabras en un español limitado.
Michael asegura que viajar por el mundo es menos costoso “de lo que muchos piensan”.
Desde su experiencia, viajar desde Australia hacia Vietnam es más barato que tomar un vuelo interno en su propio país. Cuando se sentó a hacer cuentas, la opción era clara: viajar y trabajar.
En un mix perfecto entre el trabajo y el placer, la pareja en los últimos cinco años ha pasado por Vietnam, Camboya, Laos, Malaysia, China, Nueva Zelanda, Estados Unidos, México, Cuba, Perú, Bolivia, Argentina, Chile y Uruguay, haciendo de su vida una vacación interminable.
“No sé si estoy olvidando algún lugar”, dice Michael intentando hacer memoria, pues la lista es tan extensa, que le cuesta recordar todos los destinos.
A la hora de elegir un nuevo “hogar” dentro del mapamundi, el joven confiesa que analizan “varios factores” antes de decidirse, pues es imprescindible acceder a un lugar con buen internet, espacioso y confortable, para trabajar cómodamente.
El segundo de sus requisitos es tener un buen café cerca, pues cuando el departamento ya no los inspira, las cafeterías de cada urbe se convierten en su segunda oficina; algo que no ha sido diferente en la pequeña ciudad deTarija, donde han aprendido a disfrutar del café, del vino y de la gente.
“Mientras tengamos buen café y buen internet, estamos listos”, agrega al explicar que Crystal trabaja con clientes de todo el mundo realizando sus terapias, por lo que es importante una buena conexión.
Su llegada a Tarija se dio luego de dos meses de viajar por Perú y por diferentes ciudades de Bolivia.
“Tarija se suponía que sería una parada corta para conocer los viñedos, tomar buen vino y luego pasar a Argentina”, relata Michael a un año de su llegada a esta ciudad, donde confiesa que se ha aficionado al vino tannat.
Sin embargo, sus planes cambiaron cuando cerraron las fronteras de todo Sudamérica el día que debían emprender rumbo al país vecino a causa de la pandemia.
Aunque sus planes han cambiado y ya llevan más de un año en Bolivia, Michael se sincera al asegurar que no podría haberles tocado “un mejor lugar” para quedar varados en una pandemia.
El joven describe a Tarija como una ciudad “hermosa”, con clima encantador, excelentes vinos y un lugar donde hicieron grandes amigos pese a las circunstancias.