Estudió actuación en Los Ángeles-Estados Unidos y fue parte del programa Shakespeare de la Universidad de Oxford. En el 2020 hizo maletas nuevamente y se mudó a Nueva York para perseguir su sueño de convertirse en escritora, mientras enseñaba teatro.
Su vida está llena de aventuras pero, en el ínterin, entre sueño y sueño, siempre ha retornado a su país para compartir sus conocimientos y apoyar con su trabajo en la formación actoral de jóvenes y adultos.
Esta vez se prepara para hacerlo a través de un taller de actuación en línea que tendrá lugar entre el 21 de junio y el 16 de julio. Mientras ultima los detalles, desde la comodidad de su casa se dispone a hablar con Verdad con Tinta sobre su visión del teatro y los pormenores de su trabajo.
¿Cómo empiezas en el mundo de la actuación?
Empecé cuando era estudiante del colegio Felipe Palazón, ahí hacía obras y también con el “Chiqui” Cartagena. Me acuerdo que en el cine Gran Rex actué frente a un público, pero tenía como 7 u 8 años.
Mis comienzos serios fueron en Buenos Aires. Estaba estudiando ciencias políticas en la Universidad de Buenos Aires, pero si bien me gustaba la carrera, no me apasionaba.
Ahí entré a una clase de actuación en el Centro Cultural Recoleta y me enamoro. Yo siempre lo había querido, pero tomas una clase seria y profesional, fue el salto para dejar la carrera y dedicarme de lleno a la actuación.
Fue ahí cuando dejé todo para irme a estudiar a un conservatorio en Los Ángeles. Luego d esta experiencia, empecé a dirigir y a actuar en teatro en Bolivia, en Santa Cruz. Algunas eran obras de colegio, pero un nivel muy profesional y con gran presupuesto. Son obras que conseguían más de 1000 espectadores.
Después de unos años me fui a Inglaterra, donde estudié clásicos de –William- Shakespeare y ahora en Nueva York voy a presentar mi primera obra a finales del próximo año, como parte de mi proyecto de graduación de la universidad.
¿Cuáles son los desafíos que afrontan los actores en el país?
Muchísimos. El gobierno nos ha abandonado hace mucho y cada vez es peor. En esta pandemia los actores realmente han tratado de hacer de todo para sobrevivir, porque las artes han sido golpeadas en todos lados; por ejemplo, en Inglaterra, el gobierno los ha apoyado mucho. En Bolivia no ha habido nada de ayuda para un rubro que se ha paralizado por más de un año.
No hay apoyo a la formación artística, como lo hay para otras profesiones. Siento que los actores y el arte en general está muy abandonado en el país y es muy triste.
Aquí a diferencia de otros países, te toca hacer de todo; una vez toca dirigir, otra producir, otra actuar. Eso es bueno porque te lleva a hacer muchas cosas dentro de tu rubro, pero también te limita mucho en el sentido de que vos tienes que financiar todos tus proyectos. Te toca hasta poner los ladrillos para tu escenografía, porque no hay una industria como tal.
Si yo quisiera dedicarme únicamente a actuar, aquí no se puede; no conozco ni un solo actor boliviano que viva de la actuación. Todos tienen que dar cursos, talleres o trabajan medio tiempo en otra parte.
¿Qué avances ha habido en los últimos años?
El público está más curioso. El público, en ciudades como Santa Cruz o La Paz, está más ávido por ver teatro, busca más opciones. En Tarija no hay una movida teatral muy grande, entonces no hay espacio que permitan al público ir y explorar.
Pero noto que cada vez hay más gente interesada en hacer de esto una carrera. La idea de lanzar este curso de actuación también surge como una respuesta a las solicitudes que recibo de gente joven que pregunta cómo puede ingresar a una escuela de drama en el extranjero o que busca formarse en esta área.
El proceso para aplicar es muy diferente al de cualquier otra carrera; aquí no importan las notas, lo que importa es el talento y el potencial que muestres en la audición.
Ese contexto me llevó a dar el taller, porque incluiremos una sesión con estudiantes latinos de las mejores escuelas de drama de Estados Unidos, para que ellos les cuenten cómo fue su experiencia y proceso. Siento que hay más interés y que la gente se lo está tomando más en serio. El adolescente de hoy tiene muchas agallas para seguir sus sueños y eso es muy importante.
¿Cómo te preparas para encarnar un personaje?
Hay muchísimos métodos. Lo que yo hago es 10 mil lecturas del guión. Hago una lectura solo para leer la historia, luego hago una lectura minuciosa para encontrar las circunstancias que afronta el personaje en cada escena. Después hago mucho análisis de texto, soy una enamorada del análisis; siento que si no entiendes el texto, no puedes encarnar el personaje y darte la libertad de jugar y hacer diferentes cosas con él. Después de eso, busco un súper-objetivo, qué es lo que busca en su vida: ¿busca ser feliz?, ¿millonario?, venganza?
También busco los objetivos que hay en cada escena y que lo van a llevar a alcanzar el súper- objetivo de su vida. Por ejemplo, en –la película- Thelma & Louise, ellas querían encontrarse a sí mismas y encontrar libertad, por eso escapan y hacen todo lo que hacen.
Se hace mucho análisis de texto, trabajo físico y en la voz, para posteriormente ya pasar a trabajar con los otros actores en escena. Lo más importante además de trabajar el personaje, es dejar que te dirijan; creo que los mejores actores son los que saben ser dirigidos, que el director te diga cómo lo quiere y que por más que sea diferente a lo que has trabajado, lo puedas hacer e incorporar esa dirección al personaje.
¿Cuáles son las principales herramientas para conocer el texto del guión?
Realmente la clave está en el análisis del texto, esto te permite conocer la época, cómo vivían los personajes, de dónde vienen y cuál es su comportamiento. Por ejemplo, una mujer de los años 20, no se comportaba como una de ahora.
Hay muchos secretos en el guión, a veces una palabra da mil oportunidades.
También me gusta mucho hacer una investigación del tiempo de autor, del tiempo en el que se basa la obra y del personaje. Yo soy una enamorada de Dennis Williams, un gran escritor del siglo pasado y qué pasa con él; él siempre escribe sobre las mujeres sureñas de Estados Unidos, porque han tenido un tipo de cambio en su vida cuando el sur ha cambiado en ese país al entrar en guerra con el norte. Entonces, entender la situación social, las guerras de ese momento y el contexto de los personajes, se puede entender mejor con una investigación.
Hay que entender las palabras. Si voy a interpretar a una persona de Tarija, tengo que saber qué significa “churo” y la connotación que tiene.
¿Cómo ayuda el conocimiento del texto en la interpretación?
Ayuda muchísimo. El conocimiento del texto para mí es un gran 80% del trabajo, porque después uno puede darse la libertad de jugar en el escenario. Si vos dominas tu texto, no solo de memoria, sino de verdad, puedes jugar con los movimientos, te pueden dirigir y puedes cambiar las cosas. Con el dominio del texto puedes hacer las tres cosas básicas de la actuación, que son escuchar al otro personaje, tomar riesgos e improvisar.
Una vez un profesor me dijo en Los Ángeles que los actores más interesantes son los que no saben qué van a hacer después, porque están viviendo el momento para recién reaccionar. Para hacer eso, yo necesito conocer mi texto y saber qué hay detrás de él.
¿Cómo darle verosimilitud a una historia?
Creo que todos los personajes tienen mucho de uno y uno tiene mucho de todos los personajes, es una cosa recíproca. Uno se encuentra en los personajes a pesar de las diferencias; eso hace que uno se encuentre y se encariñe con el personaje. La cosa es encariñarse sin juzgarlo, ahí te puedes parar en un punto de realidad, de verosimilitud. Cuando no lo juzgas, cuando comprendes porqué hace cada cosa, te compenetras.
Lo más importante es la empatía, cuando tienes empatía, eres un mejor actor, porque entiendes a los personajes desde la raíz.
Este semestre también he tomado una clase que se llama Teatro Latinoamericano y es increíble cómo he podido aprender teatro de nuestro continente. Tenemos teatros y grupos teatrales realmente increíbles, como el Teatro de Los Andes, que cuentan historias tan importantes y ligadas a nosotros.
Creo que por eso es tan importante elegir las historias que uno cuenta, porque el teatro realmente te puede cambiar mucho. No sabes a cuantas personas vas a cambiar esa noche.