Como un episodio de algún documental relacionado con Chernóbil, aparecen tirados los cuerpos negros de los cóndores a lo largo de una pequeña quebrada en la comunidad de Laderas Norte en el área rural de Cercado del departamento de Tarija.
Las alas cerradas para siempre son examinadas por hombres vestidos de blanco con trajes especiales para no contaminar el área.
La calurosa tarde del cinco de febrero de 2021 se nubló. El clima fue un alivio para los investigadores que llevaban estos pesados trajes, pero a la vez, un trago amargo por el motivo en el que se encontraban.
Uno de esos investigadores es Diego Méndez del Museo Nacional de Historia Natural. El biólogo recuerda que en esa oportunidad se había formado un equipo multidisciplinario, cuya tarea era esclarecer por completo el caso. No ocurrió aquello.
No se tienen certezas a casi un año del hecho, sobre qué hizo la Fiscalía con las pruebas obtenidas en ese momento.
El proceso está calificado como “biocidio”, un delito que se encuentra tipificado en la Ley 700 de defensa de los animales. La denuncia la formalizó la Gobernación tarijeña.
Mientras los científicos realizaban la toma de pruebas, encontraron en el cielo una esperanza. Dos cóndores pasaron volando por la zona, como si estuviesen observando el tétrico panorama.
Un viaje sin respuestas
Un planeo perfecto. Las alas extendidas del cóndor reflejan la sombra de su paso por la zona de Laderas Norte en el valle central tarijeño, un sitio marcado con sangre por la historia, pues ahí se produjo hace once meses una de las mayores matanzas mundiales de esta especie.
El sacrificio de 34 cóndores está a punto de quedar en la nada, pese al valor científico que representa, pues el caso para la Fiscalía se pasó volando.
“Esta era evidencia científica que se podía traducir en resultados tangibles y acciones para manejar de una mejor manera la población de cóndores”, se lamenta el biólogo e investigador asociado al Museo Nacional de Historia Natural, Diego Méndez.
El hombre de barba, dedicado a la investigación de esta especie, dice al otro lado del teléfono sentirse “frustrado” por el curso que tomó este caso, convirtiéndose en un folder más dentro del archivo de las oficinas de la Fiscalía tarijeña.
“Sé que la justicia es así en Bolivia, pero al ver cómo inició la investigación de este caso, tenía una esperanza”, confiesa casi resignado.
Y es que, para el científico chuquisaqueño, la pérdida de casi el uno por ciento de la población mundial de esta especie debe servir para algo, tomando en cuenta el valor de las muestras que se sacaron aquel cinco de febrero de 2021.
“Que no se pueda dar curso a los análisis de estas muestras en más de siete meses es impensable”, dice el científico con molestia.
Diego explica que es importante que se marque un precedente identificando al responsable de esta matanza, pero más significativo que eso, es rescatar la evidencia colectada para usar los resultados a favor de la preservación de la especie.
Muestras perdidas en la altura
Las muestras se fueron volando a La Paz al laboratorio de la Policía Boliviana.
En la Fiscalía de Tarija indican que no tienen los reactivos suficientes y ese fue el motivo por el que se envió a la sede de Gobierno, la ciudad donde casualmente descansan los gigantes símbolos estáticos de los cóndores en los escudos nacionales.
Las muestras fueron enviadas el martes nueve de febrero de 2021 y se esperaba que los resultados lleguen una semana después.
En realidad, fueron más semanas, ya pasaron once meses y no se tienen novedades.
Vuelo sin retorno
“Hemos estado tratando de contactar a la Fiscalía desde hace tiempo y no nos ha dado ninguna novedad”, responde desde el teléfono el abogado del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, Rodrigo Herrera.
Herrera asegura que están realizando un memorial para tener una copia del cuaderno de investigación, además de saber el estado del proceso.
El Ministerio de Medio Ambiente ya identificó al posible responsable de la matanza, el informe fue remitido a la Fiscalía, pero la investigación sigue frenada, confiesa el propio Herrera a Verdad con Tinta.
El veterinario del Bioparque Urbano de la ciudad de Tarija, Luis Morales, también se lamenta que “ya no se tengan más respuestas del caso de los cóndores”, pese a que formaron equipos técnicos para hacer la entrega de las muestras a la Fiscalía.
La mayor matanza
No es la primera vez que estos animales son envenenados, pero sí la más grande. La muerte de los 34 cóndores en Tarija es la de mayor impacto que se registró jamás en Bolivia y la segunda en el mundo.
Otra matanza de estas características fue registrada en enero de 2018 en la provincia de Mendoza-Argentina.
Los cuerpos de los animales estaban amontonados y parcialmente quemados. Algunos cóndores llevaban pocos días muertos, de otros quedaban “solo los huesos”, pero la hipótesis es que todos murieron envenenados con agroquímicos, informaba en ese entonces la organización “Aves Argentinas”.
Una nota del periódico argentino El Clarín del 25 de enero de 2018 indica que la causa de la muerte de estos cóndores fue por una práctica “tan común” como peligrosa entre los ganaderos de la región.
“Cuando un depredador mata a uno de sus animales, los criadores envenenan los restos del cadáver que estas especies dejan apartadas para continuar comiéndose”, dice la investigación de la Justicia de Argentina.
Entonces, cuando los pumas o zorros regresan y siguen saciando su hambre, ingieren el veneno con que fue rociado a su presa, lo que deriva en su muerte.
“Es una práctica que se usa mucho, pero pone en riesgo también a las especies carroñeras que se alimentan con los restos que dejan los depredadores”, eran las declaraciones de entonces jefe del Departamento de Fauna de la Secretaría de Ambiente de Mendoza, Adrián Gorrindo al periódico local Los Andes.
Y aquí entra en escena el cóndor. “A eso se suma el mito urbano que sostiene que los propios cóndores cazan a las crías del ganado. Eso no ocurre”, refería el especialista.
Aquella lección, no serviría para frenar una nueva matanza con el mismo número de víctimas.
El caso se repitió tres años después y con características similares. Envenenamiento, mitos y un problema social. Esta vez fue más al norte, en tierras más altas y donde el animal es considerado un símbolo. Bolivia. Sí, ni ahí puede estar seguro.
Tierras regadas de veneno
A su paso por los valles, los cóndores viven en amenaza constante.
Diego Méndez recuerda que unos meses después de este suceso en Tarija, se encontró con otro caso de envenenamiento en Chuquisaca, pero esta vez ¡Se salvaron!
El biólogo fue alertado de dos cóndores que habían sido envenenados el 24 de agosto en los valles chuquisaqueños a una distancia de 45 minutos en vehículo desde la ciudad de Sucre.
“Este es un nuevo caso de envenenamiento, por suerte los cóndores se están recuperando satisfactoriamente”, relata el biólogo más tranquilo, porque esta vez, los animales van a poder extender sus alas.
Tanto en Tarija como en Chuquisaca se encontraron presas con veneno.
En el caso de Tarija se encontró carbofurano, conocido en el mercado como “furadan”, un tóxico que es utilizado en las plantaciones de alimentos que se prohibió el año 2009 en Estados Unidos.
Este plaguicida es conocido a nivel internacional como el creador del “círculo de la muerte”.
La National Audubon Society alerta que este tóxico interfiere con las enzimas que ayudan a que los nervios se comuniquen entre sí.
“Cuando un animal está expuesto, sufre convulsiones e insuficiencia respiratoria. Es una muerte horrible”, especifica esta organización estadounidense de protección animal sobre los efectos del producto.
El citado plaguicida está prohibido en Estados Unidos desde el año 2009. En España y otros países de Europa su prohibición es desde 2007.
Un estudio de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa-Perú devela que el uso de este producto también puede generar afecciones en los humanos, especialmente en los hombres. “El carbofurano puede causar daño en el aparato reproductivo masculino”, dice la tesis.
“Es llamativo que aquí –Bolivia- puedas comprarlo en cualquier parte como si fuera un chicle”, critica Diego Méndez.
En el registro del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), el carbofurano está clasificado como un plaguicida de tipo “acaricida – insecticida”, el cual se encuentra entre los productos que tienen permitida su distribución en el territorio boliviano.
Un paseo por las nubes
“Somos libres cual libre es el cóndor que el espacio recorre veloz”, dice una de las estrofas del Himno a Tarija, pero ¿qué tan libre es el cóndor en este contexto?
Para Diego Torrico, el cóndor es símbolo de libertad, majestuosidad y elegancia.
Diego es uno de los impulsores del festival “Irupanapente” que es realizado cada año en los Yungas paceños, donde cientos de personas se lanzan al vacío simulando el vuelo de esta ave, tratando de hacer aquel planeo perfecto.
Al deportista se lo ve en fotografías de periódicos nacionales con su traje de Mario Bros y su gigantesca mochila en la espalda con el colorido parapente escondido.
El joven de 1,85 metros de altura trata de emular el vuelo del cóndor en cada una de sus aventuras en parapente y para eso, se trasladó a Tarija a vivir esta experiencia cerca del ave.
El cóndor andino se encuentra en la lista roja como una especie vulnerable de extinción.
“Volé en una térmica con al menos diez cóndores a muy poca distancia y creo que hasta ahora fue una de las experiencias más increíbles que me regaló este deporte”, relata la vivencia de esos minutos de adrenalina pura en que la cúpula de su parapente se mimetizó con las impresionantes alas de aquellas aves.
Cuando el parapentista paceño se enteró del caso de envenenamiento en Tarija, sintió como si le hubiesen dado un golpe seco de puño en pleno rostro.
“Fue una de las noticias más dolorosas que recibí ese año… impotencia y rabia es lo que uno siente”, dice con la bronca contenida al recordar los videos de ese episodio que se difundieron en las redes sociales.
Quien no necesita volar para tenerlos cerca a los cóndores y sentir su paso es Vicente Dahier, quien es propietario de un alojamiento en la zona del Valle de los Cóndores en el departamento de Tarija.
Su pequeña estancia no tiene un nombre en específico, pero es conocida como la residencia de los cóndores. Quienes lo visitan, saben que tendrán consigo una de las vistas más privilegiadas de la naturaleza. Un paseo por las nubes.
Quizás, esta vista no tiene la producción de aquella película hollywoodense protagonizada por el canadiense Keanu Reeves, pero cuenta con el paso mágico de los cóndores que se pierden entre las nubes.
Este es el paisaje que conquistó el corazón del francés que hizo de Bolivia su morada. “Ya casi pasó un año de ese drama”, dice el hombre todavía impresionado por lo que vieron sus ojos aquel mes de febrero.
Como la escena de la tragedia de la película mexicana-estadounidense cuando un incendio amenaza con desaparecer aquel paraje mágico, lo ocurrido en Tarija toma otra dimensión y advierte con cortar las alas a este sitio de ensueño.
Y es que para Vicente o para Diego, este sitio sin los cóndores, pierde todo el encanto.
“Los respetamos mucho y enseñamos a la gente a que los respete también”, agrega Vicente, a quien se le escucha todavía afectado tras el teléfono por lo ocurrido en febrero, pero su mayor temor es que esta historia se repita, al no existir aún ningún precedente en el campo jurídico.
Un escudo incompleto
El cóndor andino se acomoda encima del Escudo Nacional dando su toque de majestuosidad al emblema patrio, además de ser la representación más pura de la libertad.
“Remata el escudo el cóndor de los Andes en actitud de levantar vuelo”, reseña sobre este símbolo la página oficial del Ministerio de Defensa.
La imagen del cóndor no solo se encuentra en el escudo, también figura en himnos departamentales como el de Tarija, en la literatura, en el folklore y en leyendas, es una parte importante de la cultura boliviana que puede perderse para siempre.
Los soportes del Escudo Nacional necesitan atención; pues el Cerro Rico que también es parte de sus símbolos como muestra de la riqueza del país, se encuentra al borde del colapso por la explotación minera en su interior y el cóndor está en la “lista roja” de especies en peligro de extinción.
El emblema patrio, puede quedar incompleto, pues ni la riqueza ni la libertad están recibiendo el cuidado adecuado.
La cabra que sirvió de carnada
¿Qué pasó el cinco de febrero en Tarija? La dantesca imagen de los 34 cóndores muertos, uno al lado de otro…impacta.
Las investigaciones de los peritos indican que estas aves fueron envenenadas. En total murieron en esa oportunidad 34 cóndores, cinco pala palas, un sucha y un carcancho.
Vicente Dahier aclara que el número de los cuerpos encontrados en el valle central tarijeño no son absolutos, porque existe la posibilidad que hayan sido más.
“La madre va a su nido a dejar la comida que recoge en el campo, entonces no sabemos cuántos más han sido afectados”, dice Vicente sobre el impacto de este suceso.
Según los comunarios de la zona, la intención era matar a un puma que se estaba comiendo su ganado. La carnada fue una pequeña cabra muerta, cuyo cuerpo fue cubierto de veneno. El resultado fue trágico.
Los cóndores atraídos por la carnada, mordieron el anzuelo y en apenas unos minutos de picar en esa carne, empezaron a desfallecer.
Un problema social que se eleva
Mientras pela unos duraznos al pie del horno de barro, una comunaria de Cabrerío, un poblado que se encuentra en el municipio de Culpina en Chuquisaca, justifica el envenenamiento de cóndores.
“Es que se comen el ganado”, dice la mujer mientras extiende la mano a uno de sus ocasionales invitados con un durazno bien pelado. “Son los mejores”, les revela a los visitantes al mostrar el jugoso durazno.
Lo cierto es que esta ave no acostumbra a cazar animales vivos, sino que es carroñero.
Un animal carroñero es aquel que consume cadáveres sin haber participado en su caza.
Diego Méndez dice que este es un problema real que va más allá de un caso en específico.
“Falta información y estrategias de convivencia para que esta no sea la forma de proteger su ganado”, analiza el científico.
Productos tóxicos como “furadan” son ofertados libremente en el país y animales como las aves siguen siendo envenenados.
En la lista roja
Más allá de ser un símbolo nacional, el papel del cóndor en el medio ambiente es primordial, según sustenta el Museo Nacional de Historia Natural.
El cóndor al ser un animal “carroñero” es “fundamental” en el ecosistema, porque evita la proliferación de bacterias que pueden generar enfermedades en los humanos.
Además, “ayuda a controlar la población de otras especies carroñeras” y así contribuye a mantener el equilibrio del ecosistema, agrega Diego Méndez.
Este animal fue calificado como “vulnerable” de extinción en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
En todo el mundo se tiene una población de 6 mil a 7 mil cóndores, de estos, 1.500 se encuentran en Bolivia, lo que representa el 20% de la población mundial.
60 cóndores representan el 1% de la población mundial, cifra que refleja la magnitud del biocidio de las 34 aves.
Fiscalía con el vuelo en retraso
El Ministerio Público en Tarija solo ha indicado que el proceso por el biocidio de 34 cóndores no se ha cerrado.
En la Fiscalía dicen que están a la “espera” de los resultados para dar el siguiente paso.
Lo curioso es que hasta la fecha, ningún funcionario del Ministerio Público de Tarija se comunicó con los peritos para que estos den su ayuda técnica.
“Son pocos especialistas en esta rama en Bolivia, entonces sorprende que no se haya llamado a ninguno para aportar con la investigación”, critica Diego Méndez.
Si las pruebas fueron contaminadas o simplemente se perdieron, el daño no solo se comete a un caso, sino a la ciencia en su conjunto, porque se pierde información que ayude a mantener de una mejor manera el equilibrio ambiental.
La alerta roja ya está encendida y si se sigue pasándola por alto, ni un aterrizaje forzado podrá salvar a esta especie.
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