(Este reportaje fue elaborado en colaboración entre Verdad con Tinta y la Red Ambiental de Información-RAI)
Todo empezó alrededor del 26 de abril, cuando el caso del puma (Puma concolor) llegó a un veterinario de la ciudad de Sucre bajo la custodia de dos jóvenes del municipio de Icla, ubicado en la provincia Jaime Zudáñez del departamento de Chuquisaca.
El animal fue trasladado para que atendieran una lesión en su pata, pero el veterinario, al notar que no tenía los conocimientos necesarios para atender un caso como tal, decidió contactar con la organización Protectora de Animales S.A., la cual en el último tiempo tuvo una participación activa en el rescate de animales silvestres.
Los miembros de la organización remitieron el caso a un veterinario especializado en traumatología y dieron parte a las autoridades departamentales.
Según el relato de quienes poseían al felino, éste habría llegado a su poder luego de que lo rescataran de la comunidad de Rodeo, cercana a Icla, donde los pobladores estaban teniendo conflictos con los pumas que se comían a sus animales.
“Quienes tenían al animal en custodia cuentan que trabajan en la zona de Icla y que conocen a los comunarios de Rodeo, por lo que les habrían dicho que cuando hayan problemas con alguno de estos animales, les avisaran para poder rescatarlos”, nos relata Mauricio Peñaranda, biólogo especializado en grandes mamíferos, quien fue contactado por Protectora de Animales S.A. cuando el puma llegó a Sucre.
Los comunarios de Rodeo habrían alertado al par de jóvenes de la presencia de un puma que se estaba comiendo sus animales, por lo que fueron para “ahuyentar” al animal, según lo que éstos habrían relatado a Peñaranda y al resto del equipo que se hizo cargo del animal.
La puma tenía dos meses cuando fue sacada de su hábitat por motivos que a la fecha, no están claro.. Foto gentileza Laura Lagrava.
“Ellos decían que el puma estaba con sus crías y que una de ellas se habría quedado atrás, que es la que tenían en su poder”, agrega Mauricio.
Una de las grandes interrogantes es, por qué los jóvenes no dieron parte a las autoridades correspondientes sobre la tenencia del animal antes, pues lo habrían tenido en su poder durante dos semanas antes de trasladarlo al veterinario en la ciudad de Sucre. ¿Su intención era devolverlo a su hábitat, venderlo o conservarlo como si de un animal doméstico se tratara?
Laura Lagrava, quien estuvo a cargo del caso por parte de Protectora de Animales S.A., agrega que uno de los jóvenes habría comentado sobre la existencia de otro puma; un cachorro de esa misma camada que habría sido vendido por los comunarios de Rodeo. Sobre la madre… se desconoce qué pasó realmente con ella.
“Hay muchos vacíos en la historia”, insiste Peñaranda, quién cuestiona cómo llegó realmente el animal a su poder, cuál es su relación con los comunarios de Rodeo, o qué pasó con la mamá del puma.
Uma
Uma, nombre con el que bautizaron al animal los especialistas que la atendieron, presentaba un cuadro complejo, pues al margen de tener la pata fracturada, estaba desnutrida, deshidratada y tenía parásitos en el estómago.
Si bien los jóvenes aseguraron que se dieron cuenta de la fractura recién dos semanas después de haber supuestamente rescatado al animal, Peñaranda insiste en que aquello no es posible, pues la pata se encontraba totalmente fuera de lugar, con una fractura evidente aún para quienes no tienen experiencia.
Lagrava compartió con nosotros un video que fue publicado en redes sociales por algún miembro de la familia de éstos jóvenes, donde se ve a Uma jugando con una lana, como si de un gato doméstico se tratara, y con un yeso en la pata.
Dado que el animal nunca salió de la custodia de la organización de Lagrava una vez que llegó a Sucre, el video es anterior a que el felino fuera trasladado a la capital. El yeso sería evidencia de que tenían conocimiento de la fractura.
Por su parte, el felino tenía las garras cortadas como un gato doméstico. Por las características del corte y la altura del mismo, los expertos aseguran que fue hecho por humanos y no porque el felino las hubiera rasgado sobre alguna superficie, como argumentaron los jóvenes.
Quienes atendieron a Uma describen su estado como “lamentable”. A sus escasos dos meses de vida, tenía la pata fracturada, deshidratación, desnutrición, al mismo tiempo que presentaba un cuadro de diarrea y vómitos. “Era realmente crítico”, describe el biólogo.
Los animales silvestres deben ser entregados a las autoridades, para ser devueltos a su hábitat o ser enviados a centros especializados en su atención.
Los especialistas en gatos silvestres explican que sustituir la leche para un felino de este tipo, es muy difícil. Ante el descuido de quienes lo habían “rescatado”, el animal no estaba recibiendo los suplementos que necesitaba y que los veterinarios suelen utilizar en estos casos.
Según relata Lagrava, el animal había sido alimentado por sus supuestos rescatistas con leche y sopa de arroz, como si se tratara de un gato doméstico.
Esta alimentación le habría provocado diarrea y desnutrición, pues una cría de puma necesita la leche de su madre al menos hasta los tres meses, tiempo en el que la madre empieza a proveerles alimento sólido de sus presas. Sin embargo, el amamantamiento puede continuar hasta los seis meses, tiempo en el que los felinos ya son capaces de capturar pequeñas presas por cuenta propia.
Durante cuatro días el grupo de rescate, el veterinario y el biólogo, intentaron poner al puma en la mejor condición posible, pero el tiempo apremiaba y había que operar antes de que la fractura hiciera callo.
El primero de mayo Uma fue intervenida. Si bien el animal sobrevivió, salió más debilitado de lo que estaba.
“El veterinario salió en media operación para decirnos que sus huesos eran como arena, que se deshacían”, cuenta Lagrava mientras explica que debido al estado de sus huesos, no fue posible ponerle una placa de platino como inicialmente estaba previsto, ya que ésta no requiere ser extraída posteriormente.
“Luego entendimos que todo eso fue por la desnutrición”, lamenta.
Uma después de la cirugía. Foto gentileza Laura Lagrava
Los días siguientes su cuadro empeoró, y el tres de mayo el felino silvestre tuvo que ser internado, pues había dejado de comer por cuenta propia a causa de su debilidad.
“Lo alimentábamos con jeringas”, relata Peñaranda. La rutina de turnarse para monitorear al animal, mantenerlo en temperatura y alimentarlo cada dos o tres horas, duró hasta el 10 de mayo; día en que el animal murió por fallas en su organismo, pero principalmente por el estado deteriorado de su aparato digestivo.
“La mala alimentación que recibió después de ser separado de su mamá le hizo mucho daño”, coinciden Lagrava y Peñaranda.
La ausencia de las autoridades
“Referimos el caso a la Gobernación”, asegura Laura Lagrava. Sin embargo, ellos ya tenían conocimiento, puesto que inicialmente los dos jóvenes habían acudido a ellos y a Pofoma en busca de ayuda.
“Ellos querían trasladar al felino al Bioparque de Tarija, pero no se encontraba estable de salud como para hacer ese viaje”, agrega Laura. Puesto que el Bioparque de Tarija trabaja con animales silvestres, entre los que se encuentran los felinos, aquel sería un refugio temporal hasta que Uma mejorara, pero en su estado, no era viable que realizara un viaje de esas características.
Lagrava explica que dado que la Gobernación no contaba con los recursos para ocuparse del animal, la institución estuvo de acuerdo en que Protectora de Animales S.A. se hiciera cargo de los gastos y de su cuidado.
Dado que Sucre no cuenta con refugios temporales ni permanentes para vida silvestre, estos casos suelen ser atendidos por organizaciones como Protectora de Animales S.A., que en el pasado se hizo cargo de cuatro cóndores envenenados, monos, tortugas y zorros, entre otros.
Iván Vera, quien en principio estuvo a cargo del caso por parte de la Gobernación, asegura que la mayoría de casos de animales de vida silvestre se atienden a través de organizaciones como Protectora de Animales S.A.
“Tenemos algunas partidas que nos permiten hacer traslados a lugares donde puedan estar en mejores condiciones”, agrega Vera.
El funcionario explica que si bien no tienen recursos para hacerse cargo de la totalidad de los gastos, como cirugías, sí pueden cubrir una parte, y pueden hacer gestiones ante otras instancias que pueden cooperar.
Sin embargo, Lagrava reclama la ausencia de los funcionarios de las entidades correspondientes. “No vinieron a ver al animal hasta un día antes de su muerte”, dice sobre la participación de la Gobernación.
Respecto a la procedencia del felino, Vera asegura que “quedó la duda de que hubiese ocurrido como los jóvenes habían manifestado. Sin embargo, agrega que “es un proceso complicado para averiguar”.
Uma superó la cirugía en la pata izquierda, pero su débil estado a causa de la desnutrición acabó con su vida. Foto gentileza Laura Lagrava.
Hasta la fecha, la Gobernación no ha iniciado una investigación sobre el caso y tampoco presentó una denuncia para que sea la justicia quien determine cómo llegó realmente el animal al poder de aquellos jóvenes.
El argumento de Vera es que “no tenían los datos para hacerlo”. El funcionario asegura que están coordinando con la Policía Forestal y de Protección al Medioambiente (Pofoma), para poder tomar la medidas necesarias en casos que se llegaran a presentar a futuro.
Se prepara una demanda
El caso llegó a oídos del abogado especialista en medioambiente, Rodrigo Herrera, quien analiza que hay suficientes elementos como para presentar una demanda penal contra quienes mantuvieron al animal en su poder.
“Ha habido personas involucradas en la tenencia irregular de este espécimen y como consecuencia de esa tenencia irregular el individuo habría fallecido”, explica el abogado.
Protectora de Animales S.A será parte de la demanda, que esperan que sea presentada el día lunes 23 de mayo en la ciudad de Sucre bajo la figura jurídica de biocidio y destrucción o deterioro de bienes del estado y la riqueza natural, según lo establecen los artículos 350 y 223 del Código Penal Boliviano.
La pena en estos casos va de 2 a 5 años de cárcel en caso de biocidio y de 1 a 6 años en caso de destrucción del patrimonio natural