Dicen que el amor lo puede todo. Y si es amor de madre, éste es capaz de mucho más.
Lloyd Jacob Helio tiene 59 años y las drogas han formado parte de su vida por 43 años, desde diferentes ángulos: el consumo, la comercialización y, ahora, desde el tratamiento. “Algo debo saber”, dice entre risas, con una mirada serena que infunde tranquilidad y confianza y en la que cuesta ver vestigios de ese pasado en el submundo, como él lo llama.
Lloyd empezó a usar drogas a sus 16 años. Casi una década después, el 21 de septiembre de 1991, su madre junto a un grupo de amigas decidió fundar el Centro Boliviano de Solidaridad Vida (CBS Vida) para brindar ayuda a otros jóvenes que, como él, se habían sumergido en el mundo de las drogas y no sabían cómo salir sin ahogarse. Ellas eran el salvavidas.
Cuando estaba en la fase final de su vida “de ese lado”, Lloyd vivía en un cuarto, botado en el suelo y con ratas como compañeras de habitación. “Despertarte a esa realidad es incómodo, y más incómodo todavía es tener que empezar a cuestionarte por qué estoy aquí. Entonces es más fácil adormecerte”. Estaba tocando fondo.
“Mi madre me escribió una carta y me dijo: ‘ya que no permites que te ayude, voy a ayudar a otros’”, relata Lloyd, reconociendo la dura parte que se llevan las familias de quienes consumen drogas.
Lloyd explica que para ese entonces él había perdido la capacidad de quererse y valorarse, que no se podía esperar que fuese empático, cuando había perdido eso para con él mismo.
No fue hasta dos años después, en 1993, que Lloyd decidió internarse en el centro, aunque hasta la fecha, asegura que ingresó sin saber qué esperar o a qué estaba yendo. Estuvo interno entre 15 y 16 meses, en los que su vida dio un giro radical.
Han pasado 16 años desde aquel día.
El regreso
En 2007 Lloyd regresó al centro para empezar su formación y continuar con el legado de su madre y, cambiando desde aquella pequeña casa la vida de otras personas, como había cambiado la suya propia.
Históricamente, el centro ha trabajado siguiendo el Proyecto Hombre, el cual empezó a desarrollarse en Italia en 1970, cuando producto de la guerra en Vietnam, empezaron a llegar a Roma soldados adictos a los opiáceos.
El Proyecto Hombre, más allá del adicto, ve a la persona, abordando las adicciones a través de un método bio psico-social que persigue la maduración y el crecimiento de la persona. Su metodología integra elementos clave en la psicología humanista, pues cree que la adicción es el síntoma de un problema que reside en la persona.
Aunque apegado al modelo hombre, Lloyd Jacob Helio ha ido modificando la terapia dentro del centro, no sólo basándose en que todas las personas que ingresan a la comunidad son dignas de confianza y merecen calidad de vida, sino incorporando también ceremonias terapeúticas en las que utilizan medicina tradicional boliviana, como el “San Pedro” o la “ayahuasca”, siguiendo lo establecido en la Ley 459 de medicina tradicional ancestral.
Para recibir información sobre CBS Vida y sobre la terapia para personas con adicción a drogas o alcohol, comunicarse al 75856245.
La ayahuasca es una medicina tradicional utilizada por los chamanes andinos y del Amazonas desde tiempos ancestrales. Se elabora a través de la decocción de una liana que crece en la selva (la ayahuasca, cuyo brebaje toma su nombre), junto a las hojas de otra planta, la chacruna.
El cactus San Pedro o wachuma se ha usado como planta maestra desde hace siglos en las culturas andinas y amazónicas con fines rituales o terapéuticos.
“Tenemos noches familiares, tenemos karaoke, gimnasio, biblioteca, tenemos en precariedad, pero tenemos todo. Tratamos de brindarles las mejores condiciones, para que las personas digan, ¡pucha!, que rico había sido tener mi cuarto limpio, aunque sea modesto, pero bien”, agrega, explicando que el objetivo es que vuelvan a enomorarse de la calidad de vida y que se sientan merecedores de ella; algo que generalmente pierden en el camino de la adicción.
Respecto al uso de plantas medicinales, Jacob asegura que “interesantemente”, desde que empezaron a utilizar este tipo de medicina, se cuadruplicaron sus índices de reintegración.
“El mundo científico está volviendo a los psicodélicos, siendo que los habían dejado de lado en los 60 por un mal uso”.
Según explica, la ayahuasca es una medicina con la que trabajan para sanar el duelo, el trauma, el abandono, la pérdida, el alma. Una ceremonia de ayahuasca puede equivaler a “varios años de terapia”, pues ayuda en acallar el conciente para conectar con el subconciente.
Otras plantas, como la iboga, ayudan a trabajar el receteo mental y la parte física en el sentido de la desintoxicación. Según Lloyd, la iboga limpia tanto los receptores neuronales, que no quieres azúcar, sal, grasa y “mucho menos substancia”.
Esta planta les permite trabajar con una persona sin síndrome de abstinencia y presente.
Sin embargo, las terapias no son para todos los pacientes. Dadas las características personalizadas del trabajo con cada uno de los miembros de la casa, la terapia es asignada tras una evaluación previa y, en caso de acudir al uso de plantas sagradas, éstas ceremonias son realizadas con chamanes certificados, respetando los usos y costumbres.
Una nueva casa
Con Lloyd a la cabeza, el centro ha cambiado en diferentes aspectos, pero uno de los principales es su visión de expansión, buscando llevar ayuda a los lugares donde la necesitan.
Con tres casas en diferentes zonas de La Paz, CBS Vida apostó por Sucre como corazón del sur, para ayudar a jóvenes y adultos con adicciones.
Sobre la casa en Sucre, asegura que la idea nació a iniciativa de familiares de personas que se trataron en alguna de las tres casas que CBS Vida tiene en La Paz.
La casa en Sucre, ubicada en Kochi, tiene capacidad para cuatro personas y desde allí, buscan convertirse en un espacio de ayuda en la lucha contra las adicciones.
La particularidad de esta casa, es que tiene un programa más intensivo y, por ende, con probabilidades de ser más corto.
Además, las personas se pueden internar de manera total, pero también pueden hacerlo a “medio tiempo”, teniendo la posibilidad de continuar asistiendo a su trabajo.
Jacob resalta que para esta segunda modalidad de trabajo se necesita el compromiso de la familia, que debe llevar y recoger a la persona para garantizar el éxito de la internación.
Ayuda, de ningún lado
Sin ayuda del Estado y sin apoyo del sector privado, el centro ha subsistido a lo largo de estos 30 años gracias a los aportes voluntarios de las familias de los internos, según sus posibilidades. “Si no tienen, pues no tienen. Nosotros no te discriminamos ni te negamos el ingreso por ese motivo”, recalca Lloyd.
El camino ha sido solitario, pues según explica, si bien el Seguro Universal de Salud (SUS) contempla el tratamiento para personas con adicción, lo hace únicamente en hospitales, lo cual los deja exentos de este programa.
Sobre el apoyo del sector privado, se limita a contar una anécdota con una empresa a la que acudió hace “varios años” para pedir apoyo con alimentos, a lo que la institución respondió lo siguiente: “para población como la suya, no damos nada”.
Apuntando con la mano a uno de los certificados que cubren la pared de su nueva oficina en Sucre, ubicada en la calle Destacamento 111 #112, Lloyd explica que aquella es la última certificación que recibieron las comunidades terapeuticas en Bolivia por parte del Estado, “hace 20 años”.
Desde entonces, el Estado no los volvió a certificar, lo que para Lloyd Jacob Helio, habla del poco interés hacia esta población por parte de las autoridades.
Para más información sobre el centro y sus terapias, contactar al 75856245.
Hola mi nombre es Maritza, mi hermana de 13 años a entrado al mundo de las drogas no sé cómo ayudarla