“Trabajo durante el día primero, paso mis clases y después me incorporo a mis compañeros, a eso de las nueve de la noche hasta la una de la mañana”; dice Patricia Valencia Días, una mujer de 39 años y con tres hijos a cargo, quien es parte de los brigadistas barriales voluntarios que se convierten en los ojos nocturnos de uno de los barrios más antiguos de la ciudad de Tarija: San Gerónimo.
La cita del viernes 11 de mayo era a las 19:00 en el domicilio de Cristina Garnica, la actual presidenta de barrio “Lindo San Gerónimo”.
En una tarde poco usual y un cielo furioso que tapa con sus oscuras nubes al sol, inicia la jornada de los brigadistas barriales, precisamente, en una fecha en la cual se cumple año y medio del proyecto en dicha zona.
Un proyecto iniciado por los vecinos
Esta iniciativa fue presentada el 11 de noviembre de 2021 en la estación policial integral de Moto Méndez, la cual inicia con el apoyo de los vecinos de Lindo San Jerónimo a la cabeza de su presidenta Cristina Garnica. En ese entonces, el subteniente policial Manfred Allende Barrientos recibió el proyecto para capacitar a 16 brigadistas voluntarios de ese vecindario.
Una asamblea barrial sobre la inseguridad en la zona fue el puntapié inicial para este proyecto, tomando en cuenta la cantidad de atracos y robos registrados. En ese entonces se registraban entre 5 y 6 casos de atracos por día en el barrio, según revela la dirigencia.
Los brigadistas barriales fueron capacitados por los policías en instrucción física y psicológica. Su principal misión es de alertar tanto a la Policía como a los vecinos de algún caso sospechoso de robo o atraco. También están capacitados para efectuar desalojos, especialmente de personas que estén consumiendo bebidas alcohólicas en las calles o plazas.
Con buenas expectativas, silbatos, chalecos de color rojo y barbijos oscuros entonados con la oscuridad, empieza la caminata de los brigadistas barriales por la calle Paz Aguirre, una vía peculiar, donde la luz se esconde en un corte abrupto del trayecto.
Eiber Rueda, vecino del barrio, de 32 años, relata que su llegada a las brigadas barriales fue una «oportunidad» de voluntariado que no desmerece aprovecharla, porque ve un futuro adverso en casi todas las carreras profesionales.
Los perros alertan de su paso con sus ladridos, los que se exacerban con algunos pitazos.
Media cuadra más adelante, van juntas y un tanto tímidas Wendy Valencia de 20 años y Mairín de 18, quien es hija de Patricia.
Lo que más impactó a la joven de las noches de vigilancia, son los grupos de “borrachos” que se juntan y que deben desalojarlos, según cuenta en pocas palabras.
Para hacer la labor de vigilancia, los brigadistas reciben un apoyo de los vecinos que efectúan un aporte mensual de manera voluntaria.
Toca seguir con el recorrido de rutina. Nos alineamos por la final de la calle Fortín Campero, donde la oscuridad y el silencio se imponen, generándote un fuerte escozor en el estómago.
Al fondo de la oscura calle se ve una camioneta de color gris, en cuyo interior se encuentra una pareja teniendo relaciones sexuales.
Cuando los brigadistas intentan hacer el desalojo, sale un hombre del vehículo, quien ofrece resistencia e incluso intenta intimidar a los voluntarios, a uno de ellos le quiere quitar el teléfono celular. Nervioso, el hombre insiste en que se borre toda clase de evidencia en su contra.
Situaciones similares o peores son las que pueden pasar los brigadistas durante las noches.
En caso de «situaciones extremas», los brigadistas alertan a los policías de la estación Moto Méndez para recibir el apoyo requerido.
La unidad policial de Moto Méndez cubre los distritos 9, 10 y 11 de la ciudad de Tarija, la cual tiene contacto directo con los presidentes barriales, gracias a un grupo de WhatsApp, por donde coordinan actividades de vigilancia, además de recibir alertas o pedidos de socorro.
“Son una forma bastante exitosa para la colaboración a este grupo de brigadistas” asegura Sergio Pascual Saavedra, actual comandante del puesto policial integral de Moto Méndez.
“Dentro del modelo de policía comunitaria, se llama brigada vecinal de seguridad, que se compone por miembros de la propia vecindad”, explica el comandante policial.
Policía Comunitaria
El proyecto de «Policía Comunitaria» surge como tal el año 2005. El citado modelo nace como un proyecto piloto el 4 de agosto del 2005 como parte del convenio suscrito entre la Embajada de Gran Bretaña, el Gobierno Municipal de La Paz, el Comando General de la Policía Boliviana y el Observatorio de Democracia y Seguridad.
Para ese entonces, fue proyectada la ejecución del programa de la Policía Comunitaria en el Macro Distrito II “Maximiliano Paredes” de la urbe paceña. Mediante este modelo, se pudo descongestionar el trabajo policial y acercarlo más a la sociedad desde los barrios.
El comandante de la estación policial de Moto Méndez, resalta que este modelo ha tenido «buenos resultados» en diferentes regiones del país desde su implementación oficial en el año 2012 por medio de la Ley 264 del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana.
En el caso del barrio San Jerónimo de la ciudad de Tarija, cada vecino da un aporte mensual de Bs 20 de forma voluntaria para el mantenimiento de su brigada. “Con eso se cubre refrigerio de cada noche y para la dotación de cada uno de ellos”, explica la presidenta barrial.
Hay vecinos que destacan mejoras en la seguridad desde la implementación de la brigada; una de ella es Adriana Ávila Ruiz que vive más de 20 años en ese barrio. “Nos están cuidando a nosotros y a nuestras familias”, afirma.
La presidenta del barrio Cristina Gareca indica que la dirigencia envió «varias» solicitudes de apoyo a la Alcaldía, especialmente a la Dirección de Orden y Seguridad Ciudadana sin obtener respuesta.
La directora municipal de Seguridad Ciudadana Blanca Peñaloza esquivó nuestras consultas al referir que “no es de su competencia” el tema de los brigadistas. Contrariamente a la afirmación de la funcionaria pública, la seguridad de los barrios sí es una de las principales competencias de la gestión municipal, como establece la Ley 031 de autonomías y descentralización.
La brigada barrial de San Jerónimo sí consiguió un apoyo del Gobierno Departamental que dotó a los voluntarios de chalecos, toletes y ponchillos.
“Nos compete el fortalecimiento al Comando Departamental de la Policía, a cuyo efecto fueron asignados Bs 2.8 millones y a la FELCV (Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia) de Bs 330.000”, responde la directora departamental de Seguridad Ciudadana Giovanna Delfín Finn.
Desde la Gobernación aclaran que según normativa, el apoyo a los brigadistas debe ir desde el comando policial, especialmente con capacitación.
Inseguridad en Tarija
La ciudad de Tarija se presenta como una de las capitales más inseguras del país, según los datos obtenidos por Verdad con Tinta desde el Observatorio Boliviano de Seguridad Ciudadana y Lucha Contra las Drogas (OBSCD).
Con los registros de esta instancia de los años 2019, 2020 y 2021 se constata que el municipio de Tarija se encuentra entre las cuatro capitales departamentales con más casos de delitos por cada 10 mil habitantes.
En Tarija se registraron 31 casos de delitos por cada 10 mil habitantes en el año 2021, convirtiéndola en la cuarta ciudad capital más peligrosa, siendo solo superada por Cobija con 53 casos por cada 10 mil habitantes, Trinidad con 32 casos y Sucre con 31,5. A nivel departamental ocupa el primer lugar, por encima de Yacuiba, Villa Montes y Bermejo respectivamente.
El Gobierno Municipal prometió desde el año 2018 por medio del entonces alcalde Rodrigo Paz Pereira a los barrios la implementación del proyecto “Ciudad Inteligente”, el cual tenía el componente seguridad, con el que se pretendía implementar cámaras de videovigilancia, sistemas de alerta y mayor vigilancia.
Nada de eso ocurrió, sí se gastaron más de Bs 53 millones en el proyecto, recursos obtenidos del presupuesto de seguridad ciudadana, según se pudo constatar en una de las investigaciones efectuadas por Verdad con Tinta. La Alcaldía encabezada por la gestión de Johnny Torres Terzo ahora objeta no contar con recursos para esta área.
Con este panorama, la solución viene de la propia ciudadanía, que organizada en sus barrios decide crear las brigadas barriales para velar por su propia seguridad.
Pese al cansancio de llegar invicta todos los días a la una de la mañana a su casa, Patricia Valencia Días logra echarse unas horas, con la expectativa de seguir sus estudios en la Carrera de Enfermería, porque debe amanecer para efectuar otras actividades laborales; como sus compañeros, forma parte del grupo de brigadistas que demuestran una vez más, que la voluntad es una herramienta de alto valor para cumplir metas.
*Este trabajo fue realizado en el marco del taller de periodismo de soluciones organizado por la Fundación para el Periodismo con el apoyo de la National Endowment for Democracy (NED) y Solutions Journalism Network.