Fue hace 28 años que el escritor Franco Sampietro —Córdoba, Argentina— llegó por primera vez a Tarija. Desde entonces, entre algunas idas y venidas por otros países, ha publicado libros tanto literarios como críticos en tierras chapacas. El último de ellos es Para un canon tarijeño (2023), la propuesta de Franco para entender la literatura tarijeña y sus comunes denominadores.
El 2020, año marcado por la pandemia de covid-19, se sumó a un proyecto y fondo cultural del Gobierno Autónomo Departamental de Tarija para recopilar obras tarijeñas a lo largo de tres meses. Ese año decidió sentarse a estudiarlas para sugerir un orden crítico con el fin de adentrarse en las letras tarijeñas y continuó trabajando por su cuenta cuando el proyecto concluyó.
Hoy, su trabajo se encuentra materializado por la mano de la Editorial 3600 en un libro que copila a 22 autores que destacan por estética o por influencia. Bajo el título de Para un canon tarijeño, Franco repasa y critica aquello que desde su posición considera digno de ser releído, así como lo que señala sobrevalorado.
“Las bibliotecas de Tarija tienen un concepto del siglo XIX, no prestan los libros y no tienen a todos los autores”.
El periodo de escritura, que tomó más de dos años y medio, estuvo acompañado por búsquedas y charlas para encontrar esas obras ocultas que apenas llegaron a ver la luz a pesar de su calidad literaria. Y es que, según afirma Franco, “las bibliotecas de Tarija tienen un concepto del siglo XIX, no prestan los libros y no tienen a todos los autores”. Por ello, tuvo que acudir en algunos casos a los descendientes de los escritores o a bibliotecas privadas y personales para hallar dichas obras.
Títulos como Memorias de Villa Rosa, de María Virginia Estenssoro, La balada de san Pedro, de Ramiro Antelo, El castellano popular en Tarija, de Víctor Varas Reyes, o los poemas de Hugo Amicone, son aquellos que considera necesario rescatar del olvido en el que siente enterrados.
En más de un caso Franco afirma tratar con obras que hasta el momento eran “apócrifas” en las bibliotecas locales. Por ejemplo, indica que no conocía Memorias de Villa Rosa, «hasta que Marco Montellano me contó de él. Para mí es un libro de una calidad a nivel hispanoamericano”.
Aunque Franco señala que su nueva obra no es un trabajo académico formal y está escrita desde su mirada, explica que en el proceso procuró siempre de mantener una honestidad intelectual reflejada en aquellas obras que, a pesar de no considerarlas con calidad literaria suficiente, reconoce como influyentes en la literatura tarijeña e incluye en su propuesta de canon.
“Hay que justificar por qué este libro es valioso y por qué este libro no es valioso”.
Sampietro recuerda que algunos trabajos por los que empezó fueron cuatro tomos sobre los primeros poetas tarijeños, escrito por Heriberto Trigo, una obra de Roberto Echazú sobre Octavio Campero y otro de Sergio Lea Plaza sobre las ideas políticas del último. Sin embargo, para Franco algunos trabajos se limitan a mencionar datos biográficos y corrientes literarias. “Hay que justificar por qué este libro es valioso y por qué este libro no es valioso”, sentencia.
Y es que parte del canon propuesto por el escritor cordobés funciona como una especie de genealogía de influencias y relaciones: “¿Quién se relaciona con quién? ¿Cuál deriva del otro? Digamos de qué manera se comunican entre ellos. Un mapeo de la literatura tarijeña, lo que quedó fue más o menos eso”, explica mientras se refiere a cómo cree que deberían estar estructuradas este tipo de propuestas.
Franco menciona que, a pesar de que hay quienes juzgan como negativo que un extranjero critique las letras tarijeñas, él considera que esa condición es vital para aspirar a una mayor objetividad que la de alguien que ha crecido entre dichos autores.
“¿Quién se relaciona con quién? ¿Cuál deriva del otro? Digamos de qué manera se comunican entre ellos. Un mapeo de la literatura tarijeña, lo que quedó fue más o menos eso”
Para un canon tarijeño puede adquirirse directamente con el autor o en la librería de literatura boliviana Rosch´s Books ubicada en la galería Amancaya sobre la calle La Madrid entre O’Connor y Junín.
Canon literario
El profesor Enric Sullà Álvarez de la Facultad de Letras de la Universidad Autónoma de Barcelona, España define en su libro El canon literario como «la historia de la historia de la literatura», es decir, aquellos procesos por los que se seleccionan obras y autores, que serán conservados y transmitidos a la posterioridad, así como las formas de atención, la tradición de comentarios e interpretaciones, que les conceden valor estético o doctrinal, asegurándoles un lugar de privilegio en la cultura.
Generar y provocar
Willy Camacho, director de la Editorial 3600, recuerda que cuando iniciaron las conversaciones para publicar a Franco Sampietro se tuvo que elegir entre «varias obras» suyas para un primer libro bajo el sello. De todas Para un canon tarijeño fue la que más llamó la atención en la editorial. «Si bien 3600 tiene su sede en La Paz, queremos trabajar para publicar a autores de otros departamentos. No nos vemos entre bolivianos, entre artistas, entre literatos«.
«A veces solo vemos lo que está cerca», explica Willy para referirse a la relevancia de la publicación de Franco por la editorial paceña. «Necesitamos tener una visión de alguien que está en Tarija y se ha dado a la tarea de ofrecernos un canon. Siempre va a ser una perspectiva muy subjetiva de quien planta el canon. Tal vez mucha gente esté en desacuerdo porque no les agrade el canon o no hayan sido incluidos, pero para eso está esto, para generar y provocar que se publiquen nuevas propuestas».
«Necesitamos tener una visión de alguien que está en Tarija y se ha dado a la tarea de ofrecernos un canon».
En el último mes, del 28 de septiembre al 27 de octubre, la Editorial 3600 ha publicado a dos autores en Tarija: Franco Sampietro e Isabel Antelo. Para Willy es un hecho significativo porque en los últimos años habían publicado a solo un autor tarijeño. «Es importante para conocer lo que se está haciendo en Tarija. Ya conocemos a los anteriores, ahora recuperamos el contacto con nuevos autores. El canon nos ayuda con esa mirada e Isabel nos muestra el potencial del sur».
De la crítica a la discusión literaria
En un diálogo con el autor Sergio Aparicio, quien pudo acercarse a la obra de Franco antes de ser publicada, comenta que el libro de Sampietro es como un «ensayo crítico destilado», una valoración de textos quizás olvidados en las bibliotecas de Tarija.
«La crítica social dura y la desmitificación están presentes, lo cual considero justo, ya que se trata a las obras dentro de la par y de la cabida que tienen en la sociedad».
Sobre aquella «mezcla» de autores y obras a las que se refiere Sampietro, Aparicio aporta que el libro trata de rescatar algunas obras literarias de Tarija, que, según su criterio, son las que valen más la pena ser redescubiertas.
Hace hincapié en darle su lugar a la literatura de calidad o la que se esfuerza por ser interesante, en lugar de aquella que destaca solo por su impacto social o simplemente repercusión. «Luego se cuestiona por qué se cree erróneamente que cualquiera puede ser escritor si es tarijeño, sin necesariamente ser un lector, y aún así ser más reconocido que el resto».
Sergio cree que hay preguntas coyunturales que deben hacerse necesariamente, como ¿por qué no hay espacios, ni concursos, ni alientos hacia una escritura universal y que no se retenga tan solo en lo que creemos que representa lo tarijeño? ¿Por qué no se valora el contenido en vez de la fama? «El libro de Franco Sampietro anima a revalorizar los escritores que dio Tarija, como también a dar más riendas de discusión literaria«.
Bibliografía para adentrarse en el canon de la literatura tarijeña
Marco Montellano Gutiérrez, quien ha formado parte de proyectos como la Biblioteca Plurinacional, la Biblioteca del Bicentenario y la Biblioteca del Parnaso Boliviano, menciona que a nivel nacional existen «muchas experiencias» a la hora de armar un canon literario, como también en lo local.
Estas experiencias están plasmadas en libros y colecciones como: la Biblioteca del Sesquicentenario (1975); la Biblioteca Popular Boliviana de Última Hora, de Mariano Baptista Gumucio; Letras fundacionales (2005-2011), de la editorial Plural y la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia.
En materia de obras críticas y biográficas: la colección de cuatro volúmenes sobre poetas tarijeños de Bernardo Trigo; los dos volúmenes de personajes notables de Heriberto Trigo; Semblanzas y recuerdos (1893), de Tomás O’Connor D’Arlach; poetisas, de Tomás O’Connor D’Arlach; Hacia un canon de la literatura tarijeña (2018), Marco Montellano; La crítica y el poeta, varios autores; Invitación al estudio de las letras de Charcas (1990), Joseph M. Barnadas.