El 27 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Teatro, fecha y festejo creados por el Instituto Internacional del Teatro (ITI, por sus siglas en inglés) en el año 1961 para recordarle al mundo el valor de esta arte. En Verdad con Tinta repasamos dos formas de vivir el teatro en Tarija.
Festival de Teatro Tarija por el Día Mundial del Teatro (FETT 2024)
Se trata de un cronograma correspondiente a cuatro noches (22, 25, 26 y 27 de marzo) para celebrar el teatro en Tarija. Las compañías teatrales Itaú, Jëasete, ambas de Tarija; La Búa, de Cochabamba; Wiñay, de Potosí, el payaso Garo, de La Paz; los grupos cinéfilos Cine Barrial Vicha Vicha y Chinatown Cine Club; más artistas locales, compusieron la carta de actividades por la fecha.
Desde proyecciones de obras hasta encuentros formaron parte de las tertulias que finalizaron la noche del 27 de marzo con un conversatorio y una performance de monumentos vivientes.
«Nos esforzamos por encontrar una identidad propia con investigación y creación de nuestras propias obras».
Los organizadores de estos espacios son los artistas Ronald Millares, Estefanía Moya y Sadid Arancibia. Sobre la iniciativa, explica Ronald: “El FETT 2024 surge por la necesidad de mantener espacios para mostrar y vigorizar el teatro en Tarija. Después de la pandemia nos está costando levantarlo y es la primera vez que lo hacemos de forma autogestionada”.
Para Ronald, quien encabeza la compañía teatral Itaú: “La realidad del teatro está creciendo en Tarija. Nos esforzamos por encontrar una identidad propia con investigación y creación de nuestras propias obras”. Una de las pruebas de ese interés creciente es el hecho de que el público asiste incluso a las actividades realizadas en las afueras de la ciudad.
“Tenemos salas de teatro sin luces, sin sonido y, en algunos casos, sin telones».
Sin embargo, señala también algunas de las deficiencias que limitan el crecimiento: “Tenemos salas de teatro sin luces, sin sonido y, en algunos casos, sin telones. No dejan cobrar entradas o cobran un alquiler por el espacio como si fuéramos empresarios. Hay espacios escasos y mal administrados por el Estado en sus tres niveles”, sentencia.
Por lo pronto, y una vez concluidas las actividades por la fecha conmemorativa, Itaú espera consolidar el primer Festival Internacional de Estatuas Vivientes y el Festival Nacional de Teatro Universitario: metas ambiciosas en las que ya trabajan para posicionar a Tarija.
El teatro en carne propia
Cuando no está en clases, David Valdez trabaja como becario en la universidad, devora una envidiable colección de cómics o regresa a casa en su motocicleta. Y, por ahora, toma un descanso de los escenarios y la dramaturgia.
Sus primeros contactos con el teatro fueron en 2020, cuando, más tímido, era un persona distinta, según recuerda. Fue una amiga la que lo arrastró a un primer taller de actuación en noviembre de aquel año. La promesa era: “Si te gusta y te va bien, te puedes quedar”. Y las cosas no fueron de otro modo, al final de ese año David formaba parte de la compañía teatral Caretas.
Quizás esperándolo o no, la llega del teatro a su mundo interno revolucionó su vida en diferentes niveles. “Lo primero que aprendí fue la relajación y la memoria emotiva”, recuerda. Aquello lo preparó para unas primeras actuaciones en cápsulas humorísticas transmitidas en televisión. “Dar risa no es fácil. Necesitas las palabras y el cuerpo”, señala.
En 2021 tuvo lugar su primera obra teatral. Se trataba de Ataúd para dos, una función que tomó entre tres y cuatro meses de preparación. Y la experiencia no pudo haber sido mejor. “Me sabía los diálogos completos de los seis personajes. Aunque me costaba todavía el tema del humor, el director me mostraba cómo y repetía ‘no me copien, produzcan, creen’”, recuerda.
El debut se dio sin una sola butaca vacía al frente y con el mejor de los resultados que podía esperar. Cada que David habla de su trabajo actoral, empieza refiriéndose a los personajes en tercera persona, pero poco tarda en caer de nuevo en sus pieles para hablar desde la primera persona, desde el yo.
El 2022 llegó con una nuevo desafío llamado La orgía, que describe como una tragicomedia con una buena dosis de crítica social. “Ahí me solté definitivamente. La obra era un disparate, en un buen sentido, y había mucha improvisación”. Aquella es hasta ahora la cúspide de su arte, pues entre la diversión y las experiencias que hube en ella, no ha vuelto a actuar en algo similar.
“En los ensayos no había mucho tiempo, así que, en lugar de conocernos como personas, conocíamos al personaje del otro”.
Sin embargo, en ese punto también conoció aspectos que, de momento, le eran ajenos. Por ejemplo, la falta de actores retrasó la obra más de lo esperado. En una ciudad donde el arte es más pasatiempo que trabajo, no todos podían darse el lujo del compromiso. Y David empezaba a conocer esa realidad.
En el año 2023 tuvo la oportunidad de viajar al Festival Alalau de Oruro. Con la oportunidad también llegaron otros choques de realidad. Se dio cuenta de que apenas conocía a sus compañeros de elenco: “En los ensayos no había mucho tiempo, así que, en lugar de conocernos como personas, conocíamos al personaje del otro”, afirma. Ese viaje le significó más complicaciones que las sociales, pues se topó con un entorno extremadamente precario en el pueblo de Calacoto, donde debía actuar: ni escenarios ni alojamientos los esperaban. Era como estar en medio del desierto.
Lo peor llegó al momento de abrir los telones imaginarios, pues no había público, ni una sola persona. “Parece que en esas fechas, por octubre, la gente del pueblo vive días de fiestas muy intensos”, explica. Incluso así, el elenco de Caretas prendió una cámara e interpretó la obra tanto para el lente como para sí mismos.
Y es luego de este episodio que la historia de David se nutre de profundidad. Ante la pregunta sobre por qué actuó sin público, responde: “Es un deber. Me siento bien en el escenario. La conexión es con los otros actores. Me divierto. Puedo ser otra persona y descubrir más facetas mías, haya aplausos o no”.
«El teatro te ayuda a sentirte cómodo con tu cuerpo, a reírte de él y de ti mismo y te hace dejar el ego”
Para David la aventura del teatro no significa solo anécdotas. Aunque reafirma que no llega a conocer mucho a sus compañeros, sí apunta que el trabajar con personas de todas edades es enriquecedor. Por ejemplo, cuando actuó en La orgía, conoció a una señora cuya historia quiso contar en un texto. También menciona cómo rotan los roles según el guion: “Cuando hay un nuevo guion es como si fuéramos todos nuevos”.
Si bien actualmente toma un descanso de los escenarios y se concentra en sus estudios en la carrera de Comunicación Social, algunas reminiscencias del teatro lo acompañan a diario: “Antes era alguien tímido. Ahora me siento cómodo conmigo mismo. El teatro te ayuda a sentirte cómodo con tu cuerpo, a reírte de él y de ti mismo y te hace dejar el ego”.