Usando pedales, las mujeres de Tariquía mantienen su lucha por la preservación de la reserva natural con iniciativas que reflejan otra forma de generar economía, contraria al modelo extractivista que ha generado serios daños en el departamento de Tarija.
Los casos más concretos del daño generado por el modelo extractivista en este departamento son palpables con la contaminación del río Pilcomayo por los minerales y los pasivos ambientales en la reserva del Aguaragüe.
Con el apoyo del Grupo de Trabajo Cambio Climático y Justicia (GTCCJ) y el colectivo Infinitum una organización de mujeres ha transformado sus prácticas cotidianas con el uso de energía limpia y herramientas innovadoras que no dependen de combustibles fósiles.

A más de cuatro horas de la ciudad de Tarija en vehículo se encuentra la comunidad de Pampa Grande, ubicada dentro de la reserva de flora y fauna de Tariquía.
En este lugar, al que se debe acceder a pie, en mula o caballo, un grupo de mujeres está demostrando que vivir de manera sostenible y respetuosa con el medioambiente no es solo un sueño, sino una realidad.
La organización de mujeres bioinovadoras genera a base de pedal energía para regar sus cultivos sin necesidad de motores a gasolina que sacan agua del pozo, demostrando que es posible reducir la huella de carbono sin sacrificar la productividad agrícola.
Un ejemplo del uso de este tipo de herramientas puede encontrarse en la película documental Ginger’s Paradise del cineasta tarijeño Alejandro Quiroga Guerra, donde muestra la historia del estadounidense Crhistopher Stanlyeng, quien mantiene una granja ecosustentable en la selva cruceña.
El colectivo Infinitum, con el apoyo del GTCCJ colaboró con el diseño y la fabricación de estas máquinas a base de pedal.
Se utilizaron materiales reciclados como piezas de bicicletas viejas, molinos manuales y otros elementos en desuso con el fin de crear las innovadoras bicicletas bomba.
«En nuestra comunidad, este tipo de proyectos fueron muy bien recibidos, aunque creemos que aún podemos implementar técnicas que mejoren su eficiencia», cuenta Amanda.
Amanda Colque Blas, es una de las mujeres defensoras de la comunidad Pampa Grande en la reserva de Tariquía e integrante de la organización de mujeres bioinnovadoras.
Ella comparte su visión sobre la importancia de buscar alternativas de desarrollo que respeten el medioambiente y la vida. En su comunidad, gran parte de la energía eléctrica que consumen proviene del petróleo, un recurso que, según Amanda, pone en peligro el equilibrio de la reserva.

«Como defensoras de la reserva y en contra de la explotación petrolera en el área, consideramos fundamental mostrar alternativas de desarrollo más amigables con el medioambiente», dice Amanda, quien destaca que otras comunidades de Tariquía aún no cuentan con acceso a energía eléctrica.
El cambio no se limita solo al riego. Con bicicletas desgranadoras y a la misma vez molinos, las mujeres de Pampa Grande no solo producen sus propios alimentos orgánicos en un huerto común, también procesan los productos de sus huertas, como el maíz para elaborar harina.
Estas máquinas funcionan a través de la energía generada por su propio esfuerzo físico.
El trabajo diario de las mujeres en la comunidad de Pampa Grande está vinculado a la agricultura y la ganadería. Ellas se encargan de alimentar a caballos, cerdos, pollos y vacas.
«Desde que decidimos defender nuestro territorio, las autoridades más confiables son mujeres, quienes muchas veces deben dejar de lado sus labores cotidianas para asumir acciones de defensa por el medioambiente y la vida», explica Amanda.

Este compromiso ha llevado a las mujeres de la comunidad a empoderarse.
Sus integrantes buscan ser independientes para evitar los chantajes de autoridades políticas, como ocurrió con algunos exdirigentes varones, quienes cayeron en compromisos con la industria petrolera, lamenta Amanda.
“Llegar a la comunidad Pampa Grande es una travesía, no hay caminos directos y se tarda más de cuatro horas desde la ciudad de Tarija” menciona Reyna.
Reyna Velis, responsable de comunicación del Grupo de Trabajo de Cambio Climático y Justicia indica que el proyecto de las bicimáquinas es financiado por el programa Construyendo la transición energética desde y para los pueblos y comunidades, con el objetivo de visibilizar las iniciativas ambientales.
“Se está en una crisis energética y ambiental muy grande, donde las principales afectadas son las comunidades».
El proyecto también resolvió problemas de riego en la huerta familiar sin necesidad de recursos económicos, permitiendo optimizar sus cultivos de forma sostenible.
Amanda no deja de señalar los desafíos ambientales que enfrentan, como la disminución de agua, la pérdida de especies de flora y fauna a lo que se suman los problemas en las organizaciones sindicales surgidos a raíz de la amenaza petrolera.
Reyna comenta con entusiasmo cómo este tipo de proyectos se están convirtiendo en herramientas “claves” para ayudar a las comunidades a responder los retos de una crisis climática que afecta a nivel global.
Lo que comenzó con las bicicletas no se quedó allí. Las mujeres detrás de este proyecto han logrado algo más grande: han creado una red de apoyo que va más allá de las ruedas y los pedales.
A través de espacios de discusión y talleres están promoviendo el intercambio de conocimientos sobre cómo mejorar las técnicas de producción, además de fortalecer la defensa del medioambiente.
Las mujeres bioinnovadoras tienen claro su objetivo: que las necesidades de las comunidades de la reserva sean atendidas sin recurrir a la extracción petrolera.
Exigen el respeto a la ley de creación del área protegida de Tariquía, promoviendo la consolidación de un proyecto de turismo comunitario, basado en el respeto a sus usos y costumbres. «Queremos un futuro sin chantajes, donde podamos expresar nuestras voces y defender lo que es nuestro», concluye Amanda.
Amenazas
Una investigación de Verdad con Tinta publicada en 2019 revela cómo representantes de diferentes comunidades de Tariquía fueron engañados por funcionarios estatales para firmar una licencia ambiental que permita la exploración petrolera en la zona.
Manifestantes de Tariquía denuncian que el Gobierno nacional obvió la consulta previa a las comunidades indígenas que son afectadas por la exploración petrolera a cargo de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) por medio de Petrobras Bolivia.
El Gobierno a la cabeza del presidente Luis Arce Catacora anunció el año 2022 una inversión de 1550 millones de dólares para el plan de reactivación petrolera en la zona.
La estatal petrolera inició en octubre de 2024 una demanda penal a 21 dirigentes y pobladores de Tariquía por las vigilias efectuadas en contra de la explotación de hidrocarburos en la reserva natural. El argumento de YPFB es que se estaba afectando “la libertad de trabajo”.
Un pronunciamiento de la oficina del Defensor del Pueblo rechaza el uso desproporcionado de la fuerza pública en contra de los pobladores de Tariquía.
La reserva nacional de Tariquía fue creada el año 1989 y mediante la Ley 1328 de 1992 promulgada en el Gobierno de Jaime Paz Zamora se declara a esta región ubicada en el departamento de Tarija como zona protegida, de ordenación y de conservación.
Sin embargo, el Gobierno nacional encabezado en ese entonces por Evo Morales Ayma promulgó el año 2018 la Ley 1049 que aprobaba el contrato de servicios petroleros para la exploración y explotación en áreas reservadas a favor de YPFB correspondiente a San Telmo Norte en Tariquía.
Los habitantes de Tariquía viven en constante amenaza de desplazamiento por la exploración petrolera en la zona.
Distancia
Una de las dificultades logísticas es el acceso a su comunidad, la cual está a horas de la ciudad de Tarija y suele quedar incomunicada en la temporada de lluvias.
La iniciativa de las mujeres bioinnovadoras se presenta como un ejemplo de cómo las comunidades con creatividad y esfuerzo colectivo, pueden ser actoras clave en la transición hacia un modelo energético justo y sostenible.