Hace un año Bolivia ardía en llamas, una revuelta social histórica, hacía de las calles el lienzo donde una generación entera unía pititas para evitar un fraude que daba paso a un gobierno hambriento de poder que buscaba prolongar su mandato, pintando un nuevo futuro.
Paralizamos un país 21 días, para hacer escuchar que el pueblo ¡ya no quería más!
Lastimosamente, un pueblo sin memoria está destinado a cometer los mismos errores, y al parecer, cuando este tiene hambre o miedo a sentirla, y no hay dinero en el bolsillo, se olvida de su historia.
Es la única respuesta que encuentro, porque no me explico cómo un gobierno que ha dañado al país durante 14 años, generando odio, dividiendo, manejando dobles discursos, mellando el patrimonio natural y atentando contra las áreas protegidas, vuelve a ganar un año después, con mayoría de votos y en una elección totalmente democrática.
Recuerdo ese doble discurso de “amor a la Pachamama”, pero que hizo leyes que la destruyeron.
No olvido que hablaba de democracia, pero ignoraba la voz de pueblo, además de haber ido en contra, incluso, de los derechos humanos, vulnerándolos en más de una ocasión.
Arrasando con un 20% de diferencia al segundo candidato, lo único coherente que encuentro en todo esto- aunque para mí no cuadra ese número- es que seguramente ese 20% que se dio la vuelta, fue gracias a la desunión que tuvo la oposición, con líderes altamente soberbios y concentrados en sus propios intereses. A eso se suma la crisis sanitaria y económica, más grandes errores en el gobierno transitorio que lo destinaron al fracaso.
Casos como de los respiradores o YPFB, marcaron la sentencia de la oposición. Un nuevo gobierno con viejas mañas.
El triunfo del MAS, más que deberse al mérito suyo, fue nuevamente demérito de la oposición.
La fe de una generación entera se transformaba en lágrimas el domingo a medianoche, pues fueron los jóvenes quienes pusieron de moda el uso de la bandera como capa, la misma que, aunque no tuvo súper poderes, si tuvo la fuerza de Hulk para sacar a un gobierno de forma inesperada.
Fueron ellos quienes lloraron amargamente el domingo por la noche al enterarse de los resultados, pues esta generación sí creía en el amor desinteresado a la patria y es la misma que entregó a los candidatos una carta en blanco para empezar a colorear un mejor futuro para el país; pero fueron aquellos mismo líderes quienes los han dejado atónitos al velar solo por sus intereses, abandonando al país que los apoyó y les dio la fuerza.
Al final de todo, se reconoce el triunfo en las urnas; sin embargo, el gobierno tiene la gran prueba de fuego de actuar con justicia y por obligación con el país ante todos los procesos que Evo Morales ha sido juzgado, principalmente ante tantos casos de pedofilia.
El país se construye haciendo las cosas de forma diferente y correcta, ganaron en democracia y hasta ahora sin aparente fraude por muy impactante que sea el resultado, es momento de que la oposición asuma y revise los errores que cometió, que llevaron al resultado que hoy tenemos.
“Vamos a gobernar para todos los bolivianos y vamos a construir la unidad de nuestro país”, son palabras del discurso de Luis Arce tras conocer los resultados de Ciesmori, esperando que estas palabras sean el indicio de un gobierno totalmente diferente al de Morales y realmente muestre una cara diferente del partido socialista.
Desde la Revolución Francesa se ha entendido que hay que dejar de lado los intereses personales para buscar el bien común, lastimosamente, la oposición no ha logrado entender eso, y le ha dado la espalda a una nueva generación que venía con mucha fe y patriotismo.