La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define como ciudades inteligentes a aquellas que usan la tecnología como una herramienta para optimizar la eficiencia de la urbe y de su economía, “siempre y cuando sirva para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, además de proteger la naturaleza”.
Ciudades europeas como Róterdam en Países Bajos, Glasgow en Reino Unido y Umeå en Suecia se convirtieron en “faros de ciudades inteligentes” gracias al proyecto Ruggedised.
Ruggedised es un proyecto de ciudad inteligente financiado por el programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea.
Este proyecto combina las tecnologías de información y la comunicación (TIC), la movilidad eléctrica y las soluciones energéticas, para diseñar ciudades inteligentes.
La Comisión Europea define la ciudad inteligente como: “Un lugar donde las redes y servicios tradicionales se hacen más eficientes con el uso de tecnologías digitales y de telecomunicaciones, en beneficio de sus habitantes y empresas”.
“Tarija hacia una Ciudad Inteligente” fue el nombre de uno de los ambiciosos proyectos encarados por la gestión del alcalde Rodrigo Paz Pereira, quien indica que el concepto se toma en base a los objetivos de desarrollo de ONU Hábitat.
Con este proyecto, el alcalde prometía convertir al pequeño municipio sureño en la primera ciudad inteligente de Bolivia, bajo la propuesta de resolver problemas estructurales, gracias a la implementación y uso de la tecnología.
Fibra óptica, cámaras de seguridad, wifi gratis, digitalización del sistema de salud y educativo, fueron presentados como piezas claves para luchar contra la burocracia, la falta de conectividad y, por supuesto, la inseguridad, que se abordaría en la primera fase del proyecto.
“La lógica era darle a Tarija en una primera fase un salto de interconectividad para diferentes necesidades que tenía el ciudadano”, resalta Rodrigo Paz Pereira, quien fue el alcalde de esta ciudad entre 2015 y 2020, periodo en el que se implementó el citado proyecto.
Juan Carlos Yáñez, quien es el actual jefe de la Unidad de Sistemas y Modernización de la Alcaldía de Tarija, explica a Verdad con Tinta que este proyecto se dividió en “tres pilares importantes”.
Estos pilares fueron seguridad ciudadana, adquisición de tecnología y una plataforma para desarrollar softwares.
El sueño de colarse en la selecta lista de ciudades inteligentes alrededor del mundo, se fue desmoronando por falta de presupuesto, cuando el 24 de julio de 2018 la Dirección Jurídica del Gobierno Departamental de Tarija informó de la resolución del convenio intergubernativo 017/2016.
Con este convenio, la Gobernación tarijeña se comprometía a financiar el 50% de la obra, cuya adjudicación fue realizada a la empresa Datec Ltda. por un monto inicial de Bs 86 millones 422 mil 518, según el contrato suscrito el 09 de octubre de 2017.
“La cláusula del convenio y la misma ley, establecen que existen causas de fuerza mayor que son imposibilidades que en un inicio no se tenían previstas, que hacen materialmente difícil concluir con el compromiso pactado”, explica Yamil García Delfín a Verdad con Tinta, quien fuera secretario de Justicia de la Gobernación en ese entonces.
“No hicieron bien los cálculos para tener los recursos necesarios”, dice Rodrigo Paz a Verdad con Tinta con referencia a la sorpresiva determinación que tomó esa vez la gestión del entonces gobernador Adrián Oliva Alcázar.
El exalcalde niega que la determinación tenga que ver con el momento político de aquel periodo, tomando en cuenta que Paz y Oliva, que hasta ahí iban en la misma línea, empezaban a tomar caminos diferentes con miras a las próximas elecciones, tanto nacionales como regionales.
“Se ha perdido muchísimo”, confiesa Juan Carlos Yañez, para quien técnicamente esta acción de la Gobernación cambió completamente lo proyectado.
Parecía que el proyecto se caía, pero la gestión municipal decidió seguir, haciendo un recorte en los componentes, siendo sacrificados los de salud y de educación.
Así, la seguridad se convirtió en la prioridad; según informaron en ese momento desde la Alcaldía.
“Se readecúa el proyecto”, responde Paz Pereira a la consulta del por qué se decidió continuar cuando no se contaba con todos los recursos previstos.
El proyecto siguió adelante, aunque dividido en “fases”, porque la Alcaldía no podía cubrir el 100% de su costo.
“¿Dónde está el dinero de los tarijeños?”, se cuestiona el exconcejal Sergio Gallardo Tárraga, quien fue uno de los principales opositores del proyecto durante su gestión en el municipio.
Para Gallardo, el proyecto no se debió haber realizado “nunca”, ya que el Gobierno Municipal no tenía el dinero para financiar la obra en su totalidad, por una parte, y porque había otras prioridades que atender, como el acceso al agua, la salud, la educación y la productividad.
Sin embargo, los presupuestos en aquellas áreas no se equiparaban al del proyecto licitado en la gestión 2017 por más de Bs 88 millones.
Las circunstancias llevaron al recorte, pero también a una resolución parcial del contrato con la empresa Datec Ltda., a través de la cual se eliminó la Fase 4, correspondiente a la implementación del software, reduciendo el monto del proyecto a Bs 53 millones 326 mil 300 y alejando cada vez más a Tarija de la defición de una ciudad inteligente.
Estos recursos serían destinados casi en su totalidad a los componentes reservados a convertir a Tarija en una “ciudad segura”, como se prometía en diferentes notas de prensa en medios de comunicación locales publicadas ese 2018.
Eso sí, lo que no se redujo, fue el plazo de entrega de 700 días, pese a que el 30% del proyecto fue quitado con dicha resolución parcial.
Han pasado más de 500 días desde que el municipio recibió la obra, y Tarija no ha logrado optimizar la eficiencia de la urbe ni de su economía a través de la tecnología implementada, haciendo que su destino como una ciudad inteligente, sea cada vez más incierto.