Beatriz Vaca Sanjinéz, Martha Humerez Ruiz y María del Carmen Castillo, se disponen a compartir con el Equipo de Verdad Con Tinta sus más preciados recuerdos, así como los inicios de esta tradición, que con el pasar de los años, llegó a ocupar un lugar predilecto dentro del calendario festivo de los tarijeños con el nombre de: “Día de Reencuentros”.
“Es importante que sepan por qué decidimos hacerlo el 28”, cuenta Martha con una ligera sonrisa, la cual es fruto de aquel recuerdo que pasa en ese instante por su memoria. Su moño bien peinado y su prolijidad al vestir, corroboran lo que reflejan las fotos de su juventud; una mujer simple, de rostro dulce y buena moza.
Aquel diciembre de 1976, Martha y sus compañeras estaban buscando una fecha para reunirse después de la graduación. El gran dilema radicaba en que parte de sus amigas se irían a estudiar a otras ciudades o países y en aquella reunión, el objetivo era volver a estar todas juntas.
La profesora Mabel León, quien fue su tutora de curso, jugó un rol importante en impulsar esta tradición en sus estudiantes y promovió la primera reunión.
Las jóvenes junto a su tutora fueron buscando una fecha en la que todas estuvieran de vacaciones.
Las estudiantes se debatían entre reunirse a finales del año viejo o a principios del año nuevo. Finalmente, acordaron que el día de su reunión, sería el 28 de diciembre de cada año.
“El 28 también es el Día de los Inocentes, pero estaba al medio de dos fechas importantes como familiares, Nochebuena y Año Nuevo, por eso se fijó ese día”, relata Martha.
“Pensamos que a partir de esa fecha, unas iban a estudiar afuera y otras nos quedábamos en Tarija, pero teníamos que encontrarnos por lo menos una vez al año y la gente vuelve a su casa para las fiestas”, agrega María del Carmen, quien es conocida como “Jovita” entre sus amigas.
Jovita es una mujer risueña, mantiene aquella picaresca y a la vez, inocente mirada de adolescente. La mujer tiene puesto un vestido lila, el pelo agarrado hacia atrás, denotando un sutil aire de frescura.
Los recuerdos, travesuras y las picardías compartidas en el aula, trascendieron en el tiempo como en el espacio, siendo revividas año tras año por las mujeres de la «Promo 76», generando las mismas carcajadas que hace 46 años.
“En nuestro primer reencuentro, cuando llegamos al castillo, gracias a la generosidad de la familia Rengel, nos invitaron a todas un vaso de limonada, pero resulta que era limonada con sal”, cuenta Beatriz sin poder aguantarse la risa, a quien sus amigas bautizaron cariñosamente como “Cacha”, siendo reconocida como la líder y presidenta vitalicia de la promoción.
La mezcla de la limonada con sal, debió a que el reencuentro caía justamente en el Día de los Inocentes y las invitadas fueron presa fácil de la inocentada de los anfitriones.
Cacha de pelo suelto, blusa verde y jean, se encargó de organizar cada año los reencuentros. A simple vista, es la ordenada del grupo, la que hace las tareas, la organizadora.
Apreciación no tan alejada de la realidad, pues entre los cajones de recuerdos, guarda una singular hoja de papel de cuaderno desteñida por el pasar de los años, en la que todavía son legibles los nombres de sus compañeras en perfecta letra cursiva o carta como se escribía en ese entonces.
En aquella pequeña hoja, la directiva del curso describe el orden de los bancos en los que estaban acomodadas sus compañeras dentro del aula.
Jovita, Cacha y Martha, permanecieron risueñas a lo largo de la entrevista, con la mente entre el ayer y el hoy, aunque, un poco más estacionadas en aquel dulce pasado.
Mirar hacia atrás, recordar su época colegial y su trayectoria como amigas, es motivo suficiente para ser felices. Las carcajadas fueron una constante a lo largo de la conversación con el equipo de Verdad con Tinta.
“María del Carmen era el alma de las travesuras del colegio, ella nos ha mantenido todos los años con la misma picardía”,agrega Cacha, recordando cada una de las reuniones.
Aunque cada una de las 36 compañeras tiene una personalidad particular, todas se complementan y enriquecen con su amistad.
Dentro de las personas que recuerdan y que las acompañaron durante su formación, destacan la profesora Maritza Navajas, el hermano Manuel Fariñas y, por su puesto, su querida tutora, Mabel León, a quien apodan como “Chichina”.
“Tampoco podemos olvidarnos de doña Abelina y don León Rengel, que no solo nos han dejado hacer aquí nuestras reuniones por más de 25 años, sino que fueron nuestros segundos papás”, acota Jovita con una expresión de gratitud en la mirada.
Profesores que no solo les enseñaban las materias básicas, sino también los valores humanos. Ellos se encargaban de apoyar a las que más lo necesitaban, ya sea económicamente o psicológicamente.
Para la Promoción 76, la tradición no era solo reunirse anualmente, sino que los reencuentros debían ser en el Castillo Azul.
“Durante 25 años, prácticamente todos nuestros reencuentros fueron aquí, en muy pocas ocasiones los hicimos en otro lado”, explica Beatriz.
La confianza y complicidad con la familia Rengel, es obvia, pues, pese a que los dueños de casa no están en la ciudad, las puertas del castillo fueron abiertas para realizar la entrevista en el living, aportando así un sentido más especial a la nota.
46 años después de su primer reencuentro, miles de excolegiales, siguiendo los pasos de este grupo de amigas, esperan con ansias el 28 de diciembre en Tarija para volver a encontrarse con sus amigos y compañeros de curso, con el fin de ponerse al día de lo transcurrido en el año.
Cacha lamentó que el reencuentro se convierta en la actualidad en una “excusa más” para el consumo excesivo de bebidas alcohólicas. “Nosotras cenamos, tomamos algo, charlamos y reímos hasta cansarnos”.
“Durante algunos años dejamos de reunirnos, porque como ya somos abuelas, muchas nos quedábamos con los nietos, para que nuestros hijos puedan ir a sus reencuentros”, confiesa Cacha.
La pausa de los reencuentros no duró mucho. El fallecimiento de una de sus amigas y compañera de promoción, fue un golpe duro para todas, por lo que decidieron no perder más tiempo, y reanudar su tradición de los encuentros del 28.
La tradición se expandió incluso más allá de las fronteras de la ciudad, celebrándose en otros municipios del departamento como Bermejo, Villa Montes o Yacuiba.
“No nos dimos cuenta de la dimensión, ni en qué momento se hizo tan grande esta tradición”, responde Jovita.
“Nuestros hijos empezaron a celebrar en esa misma fecha con sus promociones y así se fue difundiendo”, acota Cachita.
Gracias a estas 36 mujeres, Tarija goza de otra tradición única.
Mabel León, la profesora que forjó una tradición
Una de las docentes más destacadas en letras es Mabel León, quien en los años 70 destacó como profesora en el liceo de señoritas Tarija, siendo tutora del 4º B de la Promoción 1976.
Precisamente fue ella, quien ayudó a idear a sus alumnas el reencuentro de aquel 28 de diciembre de 1976. “Elegimos un día en que todas las familias se reúnen y las chicas aunque estuvieran lejos estudiando, iban a volver a Tarija, entonces, se eligió que quede entre Navidad y Año Nuevo sin afectar las fiestas familiares”, siendo el 28 el día ideal.
La fecha intermedia era la del 28. Desde aquella primera reunión, empezó a trascender una tradición que fue pasando a otras generaciones, convirtiéndose el 28 de diciembre en el Día de los Reencuentros en la ciudad de Tarija. “Pero ha sido esa promoción del 4º B de 1976 la que empezó”, recalcó Mabel.
Las estudiantes de la Promoción 76’ del Liceo Tarija, recuerdan a la profesora Mabel León como una familiar más, quien les apoyó no solo en la organización de su primer reencuentro; sino también, en los momentos más difíciles.
Hubo estudiantes que se embarazaron a temprana edad, debiendo afrontar momentos duros, siendo siempre importante la guía y el apoyo de su tutora, como también de otras que tenían diferentes problemas, ya sean económicos o en sus propias familias, siendo el cuerpo docente un importante soporte en esas etapas.
“Esa amistad en base al banco de escuela, tenía que perdurar para toda la vida y así ha sido”, destaca la profesora, siendo ese el principal motivo de idear el reencuentro de sus estudiantes.
“Me siento una más del curso, todas somos amigas que nos queremos y nos vemos con frecuencia que ese cariño nos reclama”.
La relación entre profesora y alumnos, se convirtió en una amistad de toda la vida.
*Esta nota fue realizada originalmente en diciembre de 2016 para la edición impresa de Verdad con Tinta, la cual quisimos compartirla con todos nuestros seguidores en la edición digital para conocer más sobre los orígenes de una de las tradiciones urbanas de Tarija.