¿Hay peor condición de un desaparecido tras ser asesinado por una dictadura militar? Han pasado 41 años y los restos de Carlos Flores Bedregal siguen desaparecidos de forma forzosa, así como los de Marcelo Quiroga Santa Cruz.
El 17 de Julio de 1980 cuando el golpe militar de García Meza, un operativo militar llegó parapetado en unas ambulancias a la reunión del Conade en la Central Obrera Boliviana (COB), allanaron la sede, ametrallaron el edificio, los detuvieron, les dispararon y, heridos, los introdujeron a las ambulancias, según testigos.
Carlos Flores, de 28 años, era diputado nacional y dirigente del Partido Obrero Revolucionario (POR), fue una de las víctimas.
Educado por jesuitas, era un joven político que luchaba por sus ideales.
Desde su asesinato y desaparición, la familia Flores Bedregal, principalmente Olga, se ha encargado reclamar su paradero al Estado boliviano. Han pasado más de 40 años y no tienen respuesta.
Olga ha dedicado su vida, todo su esfuerzo e invertido hasta su último centavo en tratar de encontrar los restos de su hermano. Ha sufrido lo indecible, ya que tuvo que ver tres exhumaciones falsas o de pronto aparecían paramilitares que le decían que tenían pruebas de su paradero.
Incluso Evo Morales declaró el 2010 que “no existen archivos clasificados de las dictaduras”. Falso, todo falso. Dolor, mucho dolor.
Olga, autora del libro País sin fin, escribió antes el libro Carta Inconclusa a mi hermano Carlos. En él narra el infame golpe militar, le escribe cartas conmovedoras y relata una biografía de su corta vida.
Olga y la familia Flores aún no pueden cerrar este trágico episodio porque el Estado boliviano se lo impide. Es fundamental cerrar el ciclo doloroso con los fallecidos, caso contrario la herida queda abierta y se vive un duelo permanente. Los fallecidos merecen un entierro digno.
Olga pide -con el derecho que merece- que se desclasifiquen los archivos de las FFAA que dicen donde se encuentran los restos de Carlos así como el derecho a la información establecido en la Constitución.
Después de 20 años, todo documento debe ser desclasificado. Según la ley orgánica de las Fuerzas Armadas (FFAA), se pueden desclasificar archivos con una orden judicial o una resolución de la Asamblea Plurinacional. Olga obtuvo cinco órdenes judiciales, pero las FFAA no las cumplen.
En cualquier sociedad democrática se deben desclasificar los archivos. Incluso la CIA lo hace. Cualquier ser humano tiene derecho a la información, más aún si se trata de violaciones a los derechos humanos.
La Comisión de la Verdad del 2018, no dio resultados en el caso de Carlos Flores porque estuvo politizada por el gobierno del MAS.
Ante la indiferencia del Estado boliviano, Olga se vio obligada a recurrir a la Comisión Interamericana que después de 12 años el caso pasó a la Corte-IDH.
El mes pasado fue escuchada por siete jueces de gran prestigio. Olga declaró que el Estado boliviano no admite la desaparición de Carlos.
La procuraduría afirmó que no hubo desaparición porque Carlos Flores fue asesinado y su cuerpo sustraído de la morgue del Hospital de Clínicas. Obviamente no fue sustraído por su familia, caso contrario no estarían buscando sus restos y viviendo un calvario hace 40 años.
Se espera que hasta fin de año, la Corte-IDH redacte una sentencia, que dé un veredicto favorable, se desclasifiquen los archivos y se permita llegar a la verdad. Entretanto, “mientras los restos no sean localizados, la desaparición forzada sigue ejecutándose”, dijo el jurista Subieta. El dictador García Meza fue sentenciado a cadena perpetua y murió.
Aquel domingo los húmedos adoquines de San Julián brillaban límpidos y emanaban por sus rendijas un olor a tierra húmeda que rasgaba el ambiente, mezclándose con el aroma salitroso del pacífico anidado en las paredes y el alma de la vieja ciudad.
Las cornisas y balcones raídos de la calle Coroncoro lucían de canto a punta de banderines de todos los colores que parecían disfrutar la brisa matutina en un vaivén sin fin, evocando el movimiento del mar picado que susurraba a lo lejos.
Eran las diez y media de la mañana. Un tumulto de gente se aglutinaba en medio de la calle Coroncoro, lanzando vítores y abalanzándose como lobos hambrientos sobre su presa. En medio de esa muchedumbre salvaje que parecía multiplicarse a borbotones surgió abriéndose paso, una delgada y pálida figura que poco a poco empezó a delinearse conforme avanzaba calle abajo. Era Simón Carrasco, el nuevo cura del pueblo que había llegado hace unos días y había empezado sus faenas luego de la misa dominical haciendo una bendición colectiva que congregó a las masas populares del pueblo en un acto de una solemnidad no vista en los cien últimos años.
Un mal presagio pasó en ese instante por la mente de Carlos Sequeiros, el curandero de la costa, que observaba el alboroto mientras barajaba su maso de cartas al compás de la algarabía de los feligreses.
Una de sus cartas escapó saltando justo a los pies del cura que pasaba en ese momento por la acera donde el taciturno costeño oficiaba sus rituales de santería y lectura de la suerte cada mañana.
–Padre buenos días, que la misericordia de Dios nuestro señor lo guarde y ampare, este pueblo está condenado hace rato y si su merced no se anda con cuidado, pues vaya a saber que pase– <<exclamó Sequeiros >> Carrasco sonrío al oír esto y continuó caminando.
Sequeiros vio desaparecer al cura calle abajo, rumbo al puerto, quien ajeno a cualquier preocupación marcaba un paso lento y rítmico, como un muñeco de cuerda trazando su horizonte.
Aquella tarde sería la última vez que Simón Carrasco sería visto caminar con vida por las angostas y olvidadas calles del pueblo.
Doce campanazos marcó el reloj de la Catedral, el sol abrasador del verano se regocijaba sobre la extensa playa a esa hora.
Simón Carrasco había llegado hasta el puerto, sus ojos grandes y cristalinos no podían contener la vorágine de emociones que le provocaba ver el mar, la arena y la costa que se dibujaba a lo largo de kilómetros, acompañada de una espesa vegetación que estaba custodiada de trecho en trecho por las grandes rocas de piedra arenisca que permanecían inmutables como centinelas vigilando las islas que circundaban San Julián.
Hugo, el canoero del pueblo, vio llegar al cura a lo lejos y agitando la mano lo invitó a subir a su embarcación. Carrasco apresuró el paso y de un brinco se montó en la canoa, en ese acto, sus miradas se entrelazaron por unos segundos como eslabones de hierro y un silencio incómodo flotó en el aire- ¿está seguro padre?-preguntó Hugo.
Simón Carrasco asintió con una mirada fría. Hugo correspondió frunciendo el seño, escupió tres veces al mar mirando al sur, tomó los remos y empezó a remar con fuerza dando curso a la embarcación.
Luego de cuatro horas de navegar, Simón vio con alegría que la isla de los perdidos estaba a la vista, por el contrario, Hugo palidecía conforme se acercaban y le advertía que de no salir antes de las seis, nada podrían hacer por él, la isla tenía la fama de devorar a la gente y no devolverla jamás.
La canoa encalló con un crujido seco, Simón bajó, comenzó a caminar y se internó en la espesura de los árboles hasta perderse isla adentro.
Un sudor frío empezó a correr por la frente del canoero que miraba sin cesar su reloj de cuerda. Sacó una pipa de su morral y empezó a fumar un tabaco amargo y rancio traído de tierras lejanas, pero aún así, no conseguía calmar su ansiedad.
La tarde iba cayendo, el sol se iba desdibujando y el mar se arremolinaba a ratos, la mirada de Hugo no cesaba de buscar a su pasajero entre las matas lejanas, un sentimiento de remordimiento lo acosaba y pensaba que todo esto había sido un error, que nunca debió haber ido hasta las islas de los perdidos, pero ya era tarde, solo le quedaba esperar.
El tic tac del reloj aproximaba las seis, Hugo ya no podía contener la espera, debía ir por el cura, en un arrebato de valentía saltó y emprendió una carrera desenfrenada siguiendo las huellas en la arena que dejó Simón a su paso, cruzó las matas, enderezó su rumbo y logró encontrar un sendero que caminó a paso vivo a pesar de la maleza tupida. No paró hostigado por el fantasma de su propio miedo, hasta que finalmente logró ver al cura; ahí estaba Simón, sentado alrededor de una fogata compartiendo aguardiente con unos nativos, gente desconocida y un viejo pescador, don Martín Carrizo, de quien no se sabía su paradero hace años.
Martín Carrizo estaba desaparecido luego de un temporal que tuvo lugar mucho tiempo atrás, -Hugo no debiste molestarte en venir – exclamó Simón.
Hugo le respondió que ya debían volver; sin embargo, quedó sorprendido, casi pasmado y con menos prisa al ver a Martín y a tanta gente.
El ambiente asemejaba a un retrato de antaño, había un aura extraña en el aire y todos andaban en sus cosas, como en una especie de realidad alterna donde el tiempo nunca pasó.
-Espérame en la orilla Hugo, debo terminar lo que vine a hacer- indicó el cura. Hugo al ver que la cosa andaba muy relajada, y que los rumores de las islas que se comían a la gente parecían desvanecerse al ver tantas personas en ese lugar, volvió hacia la playa silbando, algo meditabundo y pensando en cómo la gente del pueblo vivió carcomida por ese miedo tanto tiempo, al fin y al cabo eran solo unas islas como cualquier otra.
El reloj dio las seis y su tic tac ya no estremecía a Hugo, en ese momento, Simón Carrasco salió caminando de la arboleda, mas pálido de lo normal y con un bulto de forma alargada envuelto totalmente en hojas de palma y amarrado con lianas, llamó a Hugo para que le ayude a subirlo, le encargó que lo desenvolviera con cuidado al llegar, y luego lo acomodaron en la parte trasera de la canoa.
Una vez que terminaron, Simón se despidió de Hugo, le dio su rosario y le dijo que mañana al amanecer retornaría a San Julián, que encargue a la gente estar tranquila y que no se preocupe por él. Le entregó dos monedas como paga y se marchó nuevamente isla adentro.
El viento soplaba de norte a sur, Hugo empezó a remar pero conforme se alejaba de la isla, sentía la canoa más y más pesada por las olas que empezaban a agitarse. Le restaba aún medio camino hasta San Julián, pero el cielo comenzaba a tejerse de nubes y a gruñir en estrepitosos relámpagos y truenos.
Hugo lamentó nuevamente la hora en que decidió ir para allá; el pánico se apoderó otra vez de él y vio cómo el mar empezaba a zarandear la embarcación mientras la lluvia iba agitando las aguas. Comenzó entonces una lucha por remar más rápido, por vencer al mar en su salvaje tempestad.
Las aguas lo dominaron y estuvo hora tras hora en un eterno suplicio, su cuerpo mojado y agotado por el esfuerzo poco a poco fue languideciendo, las fuerzas se le iban acabando y la lluvia en su rostro que caía sin cesar no le permitía ver si asomaba ya el puerto de San Julián.
Una batalla sin fin tuvo lugar aquella noche, hasta que Hugo decidió rendirse y someterse a la indómita voluntad del mar.
Los rayos del sol y el golpeteo de uno de los remos que sobrevivió a la tormenta despertaron a Hugo, que luego de remar toda la noche quedó exhausto y se había dormido, pero el sol en su rostro le hizo saber que estaba vivo y vio que estaba a pocos metros del puerto, donde para su sorpresa, casi todo el pueblo esperaba ansioso su llegada.
Dio las remadas finales y se encontró con una avalancha de preguntas sobre lo que vio en las islas de los perdidos y qué había sucedido con del padre, al fin y al cabo, habían estrenado al cura apenas un día antes.
Hugo bajó el bulto, ayudado por Carlos Sequeiros que estaba en medio de la gente, tranquilizó a todos y les contó lo que pasó.
Aseguró que el padre estaría esa misma mañana en el pueblo, porque él así lo había prometido, y delante de todos empezó a desamarrar las lianas del bulto. Palma tras palma fue descubriendo lo que había dentro del bulto, divisándose una tela gris color marengo que todos parecían haber visto alguna vez, era la sotana húmeda en el cuerpo de Simón Carrasco que tenía los brazos cruzados y la piel fría, tan fría que ni el sol de la costa pudo calentar, llevaba una nota en el pecho que decía:
«Me quedo aquí, ya no podré volver allá, me quedo, porque aquí necesitan un cura más que allá, y les aseguro que las islas ya no comerán a nadie más”.
FOCUS
Ingrid Betancourt, que se presentará por segunda vez como candidata a la presidencia de Colombia, ha sorprendido a los colombianos.
Luego de estar ausente de su país por más de una década, retornó a Colombia hace unos meses y recientemente se postuló como precandidata a las elecciones de la Coalición Centro Esperanza (CCE). Sin embargo, abandonó la coalición ya que dijo que su partido no hace concesiones en la lucha frente a la corrupción. Por tanto, se presentará de manera independiente por su partido Verde Oxígeno.
La ex senadora saltó a la fama por el ingrato hecho de haber sido secuestrada durante seis años por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Fue separada de sus hijos e incluso encadenada para que no huya. Sufrió lo indecible.
Resulto ser una secuestrada tan famosa como Patricia Hearst, el nieto de Paul Getty y Samuel Doria Medina (en Bolivia), quienes fueron liberados.
Luego de ser liberada, exigió al gobierno colombiano una compensación de U$ 6.8 millones. Se equivocó. Si quería alguna compensación, no era al gobierno al que debía pedírselo.
Aquello provocó indignación a los colombianos principalmente a autoridades militares y gubernamentales ya que los rescatistas arriesgaron sus vidas en una operación sin precedentes en su país, en la que también liberaron a otros secuestrados. Al recibir tantas críticas, retiró la demanda.
Pero las demandas siguieron. Su hijo logró recientemente que un juez federal en EE.UU. instruya a las FARC y a ex miembros de dicha organización pagar U$ 36 millones por el secuestro de Betancourt, informó CNN.
En marzo se definirá en la CCE cuál de los precandidatos centristas como Sergio Fajardo (que salió en tercer lugar en las últimas elecciones), Alejandro Gaviria y Juan Manuel Galán, entre otros, resultará elegido ya que pretenden encontrar un candidato único.
Según recientes encuestas de Guarumo y EcoAnalítica respecto a los candidatos de la CEE, daba 4.1% de intención de voto a Betancourt, a Fajardo el 41.6%, Gaviria 22.1%, y Galán 15.7%. ¿Será ese otro motivo por el que la ex senadora decidió retirarse de la coalición? Tiene demasiada competencia.
En la actualidad hay 25 aspirantes a la presidencia de Colombia cuyas elecciones se realizarán en mayo de este año. Hay postulantes de todas las tenencias y son demasiados.
Ocurre, sin embargo, que el que lidera las encuestas es el candidato populista de izquierda Gustavo Petro, que según la encuentadora Invamer, en noviembre pasado tenía el 42%.
Betancourt dijo a Fernando del Rincón, de CNN, que propone despenalizar las drogas y crear una Alianza para el Progreso con EE.UU. Despenalizar las drogas es un proceso faraónico muy controversial que debe ser negociado y consensuado por los países del continente.
También plantea la lucha contra la corrupción así como la defensa del medioambiente. De igual manera propone una agenda feminista. Aspira a buscar un mundo con “visión de mujer”. Al respecto advirtió que no será un “feminismo intelectual o trasnochado”, sino que se pondrá a disposición para el cambio entre hombres y mujeres.
¿Betancourt se presenta como una opción? A pesar de los años que vivió en Europa, es muy conocida en Colombia por su largo secuestro lo cual creó empatía en la población lo que le daría ventaja ante sus rivales.
Betancourt sería una buena interlocutora con las FARC para encontrar la reconciliación definitiva ya que a pesar de que firmaron un Acuerdo de Paz el 2016, todavía circulan grupos armados.
En caso de ganar, sería la primera mujer presidenta de Colombia.
Eran las cinco de la mañana. Enfundado en el pijama rojo de polar, contemplaba el árbol navideño que su madre había armado con esmero.
Aquel árbol que casi triplicaba sus escasos noventa y cinco centímetros, parecía querer unir la estrella que coronaba su punta con las del firmamento; de no ser por el techo que se interponía en su camino, de seguro que lo lograba. Al menos eso quería creer aquel pequeño de cinco años.
Las luces tintineaban danzando con particular elegancia, rompiendo con la tiniebla invernal que plagaba la madrugada europea, casi sin dar esperanza de un amanecer. Las bolas de cristal que su madre había comprado en una tienda de antigüedades, parecían burbujas flotando gracias al efecto de la luz en ellas.
A Miguel le gustaba levantarse temprano para contemplar aquel paisaje nostálgico que era un lujo exclusivo de ese mes del año. En enero, cuando su madre se disponía a desmontar la decoración, Miguel refunfuñaba cuestionando porqué no podían mantenerla todo el año. Conforme metía las pelotitas a la caja donde reposarían hasta un nuevo diciembre, esbozaba un nuevo argumento sobre porqué no guardarlas. El más importante: “la casa luce feliz”.
Aquella madrugada podía disfrutar del espectáculo tranquilo, con la única compañía de Osvaldo, su incondicional osito de peluche.
Cuando el reloj daba casi las seis y el pequeño se dirigía a su cama para evitar una reprimenda matutina de sus progenitores, un pequeño ruido en el árbol lo alertó.
Una de las pelotitas rodaba desde detrás del árbol hacia él, pero cuando estaba a punto de levantarla, unas manos diminutas y peludas se lo impidieron.
— ¡Es mía!— exclamó la voz que salía del pequeño peludo.
Con el susto, Miguel tiró de la bola de cristal y la levantó hacia el techo. Junto con la esfera, la criatura quedó colgando a la altura de sus ojos: era un conejo de nariz roja, enfundado en un suéter a tono.
— ¿Quién eres?— preguntó el niño con temor, sabiendo que lo que veía era un conejo parlante.
— ¿Que quién soy? La pregunta es cómo terminó la esfera de Santa colgando en tu árbol. ¿Te imaginas qué puede pasar si se rompe? ¡Dios mío!, no quiero ni pensarlo… Hoy en día uno ya no puede ver antigüedades, que las cosas se salen de control— dijo la criatura mientras su rabo se movía al compás de su monólogo.
— Entonces, ¿eres ayudante de Santa? Yo pensé que sólo tenía elfos y renos—.
— Bah, eso es lo que las películas les hacen creer pero, ¿cómo Santa lograría entregar obsequios por todo el mundo solo con elfos y renos? ¡Piénsalo!, necesitas una planilla de personal más diversa— respondió el conejo con aires de sabelotodo. — Pero volviendo al tema, si no regreso con esto a tiempo, voy a perder mi trabajo y, quien sabe, termine en el sombrero de un mago en algún circo de pacotilla.
—¿Para qué sirve esta bola?—.
—Bueno, me encantaría explicarte, pero en las alturas no pienso con claridad, ¿te molestaría bajarme?—.
El conejo era confiado y sarcástico. A Miguel le pareció gracioso e inofensivo así que bajó el brazo, pero antes de soltar la esfera, lanzó una advertencia.
—Si huyes, grito, mis padres te atraparán y… ¡quien sabe donde termines!…— dijo Miguel mirando hacia la cocina con cara desafiante.
—Haber, niño, que la violencia no es necesaria, recuerda que Santa lo ve todo— atinó a decir el conejo.
—¿Entonces?— insistió Miguel mientras dejaba la esfera.
— Bueno, en realidad tiene múltiples funciones, digamos que es como la computadora de Santa; en ella puede ver las cartas que los niños le mandan, sus direcciones y qué están haciendo en tiempo real. Por si fuera poco, también te puede trasladar de ciudad en ciudad, permitiendo recorrer el mundo en una noche. Una verdadera joya de la tecnología, hecha exclusivamente para Santa— dijo el conejo cual vendedor de productos electrónicos en la televisión.
—¿Puedo ver cómo funciona?—.
El conejo lo miró confundido. Un cambio en su semblante anunciaba que aquel producto también venía con letra chica en el contrato.
—Mira niño, no todo lo que se ve aquí es lujo y fantasía. No todas las Navidades son como te imaginas, pero si realmente quieres verlo, pues… la bola estaba en tu casa… supongo que eso te da algún derecho—.
Se sujetaron de las manos y tomaron la esfera con fuerza. De pronto, estaban en algún lugar del África, aunque Miguel no lo sabía.
Por la ventana de una casa pudo ver a unos niños jugando en la sala en la que unos palos de madera imitaban la forma de un árbol, y en lugar de pelotitas brillantes, colgaban tapas de gaseosa con purpurina.
La siguiente parada fue un lugar seco, casi un desierto; pero en realidad era alguna parte del altiplano sudamericano.
En aquella casa un árbol tan pequeño como Miguel adornaba una mesita, en un ambiente que hacía de cocina, comedor y sala al mismo tiempo. Habían tantos colores y luces, que el niño quedó extasiado.
Antes de que Miguel pudiera hacer alguna pregunta, emprendieron viaje a casa.
—Niño, no todas las navidades son como la tuya y no todos los árboles son como este, pero en todos esos lugares se vive la Navidad con el mismo amor e ilusión. Por eso me gusta este trabajo y esta bola significa tanto para mí— dijo el conejo notando la cara de tristeza de Miguel.
El niño se recostó sobre la alfombra y le pidió que le contara más historias. Conforme el conejo hablaba, se fue quedando dormido.
Cuando el reloj dio las siete campanadas, sus padres encontraron a Miguel dormido. Al abrir los ojos, el niño no paró de contarles sobre el conejo de Santa, la bola y los lugares que habían visitado.
Sus padres lo miraron sorprendidos, pensando que se trataba de un sueño lleno de magia e imaginación. ¿Qué más podía ser?
Ángela Merkel fue cuatro veces elegida canciller y, tras 16 años en el poder, ahora lo deja por decisión propia. Cuesta creer su desprendimiento, ya que el poder tiene un imán del que los políticos no se quieren desprender.
Doctora en física cuántica, fue la primera mujer elegida para ejercer el cargo de canciller de Alemania desde su creación como Estado federal en 1870. Ha sido reelegida tantas veces que hay una generación que sólo ha conocido un canciller.
Durante sus varias gestiones, fue la líder más pragmática y sólida en sus actuaciones ante la heterogénea Unión Europea.
Su juventud estuvo marcada por vivir en Alemania oriental, encerrada tras alambres de púas. Aquello le dio otra visión del mundo: la de uno libre, democrático y empático.
Gran parte de su éxito se lo debe a su sencillez, austeridad, sagacidad, intuición, sin dejar de ser firme en la toma de decisiones.
Durante sus gestiones, tuvo que enfrentar varias crisis, entre ellas, la caída del sistema financiero mundial del 2008, las amenazas de la desintegración de la Unión Europea, la gigantesca migración del 2015 y la pandemia mundial de la COVID-19.
Ha sido una de las líderes más influyentes en su país y el mundo. No fue gratuito que el 2018, Forbes la nombrara como la mujer más poderosa del mundo.
Su gestión tuvo luces que sombras. Sus opositores la criticaron por haber sido “duditativa” en la toma de muchas decisiones. Otros la critican por haber dado discursos flojos. Sus opositores acuñaron el término Merkiavelli en sentido que a pesar de sus dudas, al final lograba sus objetivos. A mi juicio, una errada interpretación de “El Príncipe” de Maquiavelo.
Ha tomado decisiones drásticas en favor del medioambiente. A raíz del accidente nuclear en Fukushima, decidió eliminar 17 plantas nucleares y reemplazarlas por energía renovable, principalmente la solar y la eólica.
En la crisis migratoria, que fue la más grande desde la Segunda Guerra -ya que llegaron a Europa más de un millón de inmigrantes a raíz la guerra en Siria así como por los conflictos en Irak y Afganistán-, Alemania abrió sus puertas y fue el país europeo que más gente recibió. “Podemos hacerlo” fue su fraseemblemática probablemente para dar otra imagen de su nación tras la primera y segunda guerra y su pasado nazi. Al respecto afirmó que Alemania recibió ayuda de otros países tras la Gran Guerra y pidió a sus conciudadanos recibir a los refugiados.
A raíz de esta decisión, fue muy criticada por gente de su propio partido (el conservador Unión Demócrata Cristiana), la oposición y principalmente por la extrema derecha xenofóbica.No a todos los alemanes y europeos les cayó bien que abra las puertas a los inmigrantes. No así a la prensa norteamericana. El Time la eligió “La persona del año” por su manejo de la crisis de los refugiados, así como la deuda de Grecia, el terrorismo y por mantener a la Unión Europea unida. Fue una llamada de atención a presidentes como Trump, que ha puesto trabas a los inmigrantes. Fue la cuarta mujer en figurar en la portada de la revista como personaje del año.
El Time, antes la nombró como una de las 100 personas más influyentes.
En su manejo de la pandemia de la COVID-19, tomó acciones inmediatas. Dijo: “Es serio. Tómenlo en serio”. Luego expresó que sería el mayor desafío de Alemania desde la Segunda Guerra. Probablemente lo sea para su país y para el mundo.
Ángela Merkel se va por la puerta grande dejando un legado sin precedentes tras ser una líder excepcional para su país, pero también para el mundo.
Se trata de una persona extraordinaria: la Coronela Amalia Villa de la Tapia. Fue una mujer vanguardista, porque rompió con todas las convenciones a principios del siglo pasado ya que decidió ser piloto de aviación. Fue la primera aviadora en Bolivia y Sudamérica.
Como en Bolivia no existía una escuela de aviación, se fue a vivir a Lima. Allí estudió para ser maestra de colegio. Luego trabajó enseñando y con sus ahorros financió las clases de pilotaje en la Escuela de Aviación Civil de Bellavista de Perú. Y en 1922 obtuvo su licencia de pilotaje tras una prueba en un avión Curtis JN-4 Jenny. Ella comentó en aquella oportunidad: “¿Fue mi destino o mi decisión? No tenía miedo al motor, ni a la altura, ni a la muerte. Ya había practicado demostraciones y acrobacias aéreas, pero una poderosa emoción me tomaba entera”.
Fue una pionera de la aviación cuando en Bolivia no había aviones, escuela de aviación y menos aeropuertos.
En la década de los años treinta, fue a Francia y obtuvo su segunda licencia como piloto en la Escuela de Aviación Caudron de Crotoy ubicaca cerca de París.
Con todas sus credenciales y amplia experiencia como aviadora, se ofreció ser piloto durante la Guerra del Chaco. Su petición, sin embargo, fue rechazada por ser mujer.
Su vida fue dedicada a la aviación. No se casó ni tuvo hijos. Escribió tres tomos sobre la historia de la aviación de Bolivia titulado “Alas de Bolivia”. Fue la primera mujer que ingresó al ejército boliviano; fundó la primera escuela militar de aviación en nuestro país; y fue la primera coronela de la aviación boliviana, grado que le otorgó el entonces general de aviación y ex presidente de Bolivia, René Barrientos. Recuerdan que en los actos oficiales siempre usaba su uniforme militar.
Gracias a su influencia y una campaña que realizó en todo el país, logró que el Estado adquiera los primeros dos aviones.
Si alguien merece un reconocimiento en grande es ella. En días pasados la Cámara de Senadores de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, le otorgó el reconocimiento más alto que da el senado llamado “Símbolos Patrios”. Aquello fue por haber realizado servicios meritorios eminentes en Bolivia y en el ámbito internacional. También se le otorgó una medalla con su nombre estampado en ella, que gracias a la iniciativa de mi colega escritora Gaby Vallejo, tuve el honor de recibir en su representación.
Este notable reconocimiento después de 27 años de su fallecimiento, fue gracias a las gestiones de Daly Santamaría, senadora por Potosí de Comunidad Ciudadana y su equipo de apoyo, entre ellas Mónica Chacón.
Gaby Vallejo proporcionó información y fotografías. Y, su novela histórica “Desde el espejo del tiempo” -que narra la vida de la piloto-, coadyuvó para que se le otorgue tan importante reconocimiento.
Incluso existe un destacamento aéreo denominado “Coronel Amalia Villa de la Tapia” ubicado en Uyuni en el departamento de Potosí.
Gracias a las investigaciones y de Amalia Villa de la Tapia, sobre la aviación boliviana, se cuenta con el acervo histórico de la Fuerza Aérea Boliviana convertido hoy en el Museo Aeroespacial de la FAB.
Dichos reconocimientos realizados por el senado serán depositados próximamente en dicho repositorio junto a otros objetos personales de la piloto.
Sus restos descansan en el cementerio de Cochabamba.
Tomo esta frase de la novela Conversación en la Catedral de Vargas Llosa. Esto por la caótica situación electoral y pandémica que vive el Perú.
Pocas veces se vio una elección tan polarizada. Según los últimos datos de la ONPE, el izquierdista Pedro Castillo ganó con el 50.1% y la derechista Keiko Fujimori con 49.8%. Pero aún no se proclama al ganador del balotaje porque Fujimori ha impugnado 200.000 votos.
En las recientes elecciones presidenciales, en la primera vuelta ganó Castillo, líder del partido nuevo Perú Libre con un ideario marxista leninista. Sorprendió a los peruanos que el maestro rural gane en la primera vuelta.
Castillo tiene experiencia en la lucha sindical. Tuvo protagonismo en una huelga de maestros que paralizó la educación pública durante dos meses. Y fundó la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú.
Dicho país, sin embargo, nos vuelve a sorprender con liderazgos espontáneos. Alberto Fujimori (ahora preso por violar los derechos humanos) en 1990, en apenas unos meses de campaña, derrotó en la segunda vuelta al entonces candidato a la presidencia Mario Vargas Llosa.
Castillo, que camina con su eterno sombrero de paja cajamarquino, tuvo como lema en su campaña “No más pobres en un país rico”. Esto reflejaría, a su juicio, una sociedad dividida y desigual.
Perú es un país que está siendo castigado. La COVID ha matado a algo más de 180.000 peruanos que es la tasa de mortalidad per cápita más alta del mundo. Según el Washington Post a raíz de la peste,la economía de dicho país, que depende principalmente de las exportaciones y el turismo, se contrajo en un 11%. Y en el 2020, llevó a dos millones de personas a la pobreza. Según encuestas, el 70% de la economía es informal. Por estos motivos, habría ganado Castillo, a pesar de que el ingreso per cápita ha aumentado en los años recientes.
La lucha contra la Covid-19 no fue una prioridad para los mandatarios coyunturales. Tres personas ocuparon la presidencia en una semana en el 2020. Se demostró una peligrosa falta de institucionalidad donde primaron acusaciones de corrupción y tráfico de influencias.
A fines del siglo XX, hubo una guerrilla encabezada por el maoísta Abimael Guzmán (preso desde 1992) que dirigió el grupo terrorista Sendero Luminoso durante 20 años, donde murieron cerca de 60.000 personas y desaparecieron 20.000.
El temor de la derecha es si con Castillo renacerá Sendero Luminoso. Y la pregunta del millón es que si asume la presidencia se afiliará al Socialismo del Siglo XXI. Este ha dicho que “Perú no será como Cuba y Venezuela, crecerá con su propia identidad”. Y, entre sus ideas más extremas está la de crear una asamblea constituyente para redactar una nueva Constitución.
Keiko obtuvo la mitad de los votos a pesar de que no es trigo limpio. Para la mitad de los peruanos, se presentaba como el mejor de los males. Incluso Vargas Llosa le dio un espaldarazo. Para sus campañas electorales del 2011 y 2016 su partido Fuerza Popular recibió US 1.200.000 de Odebrecht.
Fujimori ha declarado que aceptará el resultado del tribunal electoral que prácticamente estaría dado.
Sólo se espera que Castillo gobierne con equidad e independencia y no se sume al desgastado Socialismo del Siglo XXI Latinoamericano. Los países adscritos se han visto manchados por la corrupción, el hambre, el éxodo, la pobreza, la represión, la violación a los derechos humanos y el enriquecimiento de sus lideres. Como dijo Churchill de los socialistas “todo lo tuyo es mío”.