Los tensos momentos del 2008 y otras movilizaciones políticas que fracturaron al departamento hubiesen tenido desenlaces fatales de no haber sido por la mediación de la Iglesia, así Javier del Rio recuerda los momentos más determinantes de su gestión.
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Mercedes Bluske Moscoso y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta/Junio/2017) El papa Francisco llegó en julio de 2015 a Bolivia, generando una gran movilización en las ciudades de El Alto, La Paz y Santa Cruz de la Sierra, hasta el último momento había la esperanza que en su ruta estuviese incluida la ciudad de Tarija, pero no ocurrió aquello.
Sin embargo, en el primer plan de la visita del papa por Sudamérica, ante una agenda bastante ajustada, estaba previsto que sólo pase por la ciudad de Tarija, donde en ese entonces, estaba previsto el Encuentro Nacional Eucarístico.
“Al principio el plan, que ahora lo puedo decir, porque antes era secreto pontificio y no podía revelar nada, era venir sólo a Tarija. ¡Imagínate!”, reveló el obispo, Javier del Rio Sendino.
El papa no podía estar más que en dos sitios. Al presidente Evo Morales Ayma, le había prometido que le iba a saludar en La Paz, siendo ésta su primera parada, pero ahí tampoco podía estar “mucho tiempo por razones de salud”. Entonces, “todo lo demás iba a ser en Tarija”.
Javier sigue su relato de aquel momento histórico. “Yo luego lo he pensado y digo, ¡madre de Dios! qué hubiese pasado si venía, porque nos habría desbordado completamente”.
Del Rio como todos los obispos de Bolivia participó de todos los actos en los que estuvo el papa Francisco a su paso por el país.
“Cuando he visto todo lo que han hecho en Santa Cruz, decía, si nos toca hacer eso en Tarija, ¡Dios mío! ¡Qué hacemos!”.
Y es que la cantidad de convocatoria que tiene Francisco hubiese generado una situación a la que esta ciudad no está preparada. “Se nos hubieran venido medio millón de argentinos y dónde los acomodamos. Eso por poner un ejemplo”.
Sin embargo, hubiese cumplido un sueño de conseguir aquello. “Una cosa que tengo ahí clavada, es que no pudimos traernos al papa Francisco. Eso hubiese sido el broche de oro, pero era complicado por el tema que venía muy rápido, y en pocas horas no podía hacer tantas presencias”.
La responsabilidad de la Iglesia en Tarija
¿Se imaginaba tener tanta responsabilidad, sobretodo, porque en Tarija el obispo tiene tanta incidencia?
“Cuando me hicieron obispo, ya llevaba muchos años de cura, era un sacerdote veterano, no era un jovencito inexperto. Conocía mucho y también sobre el gobierno, porque yo era vicario con el cardenal, Julio Terrazas. En ese sentido, no me pillaba de nuevas”, empezó a responder Javier del Rio.
Pero hay momentos en que uno tiene que asumir un liderazgo en el que puede sentirse asustado. “En ese sentido, no me sentí trastornado o insatisfecho. He sentido mucha responsabilidad en diferentes momentos”.
También hay momentos en la vida de la Diócesis, en que el ser obispo le tocó hacer acciones de mediación, de diálogo.
Del Rio recuerda dos o tres momentos duros en Tarija, en que le tocó mediar porque se lo pidieron.
“Hubo un tiempo en el Mercado Campesino en el año 2008, no sé si os acordáis, que se empezó a utilizar dinamita y todo. Fue un momento muy difícil”.
Precisamente, en ese periodo álgido del país del año 2008, Tarija estaba dividida en dos, en una batalla que se concentró en el Mercado Campesino, donde la mayor zona comercial se había convertido en un campo de batalla.
“Me acuerdo que estaba viviendo donde las hermanitas, allá en el hogar de ancianos. Ahí se me presentó Lucho Alfaro que venía huyendo e iba para refugiarse”.
Desde ahí, empezó a llamar al gobernador, al alcalde, al comandante de la Policía, al rector de la universidad y a todas las autoridades, para intentar formar un equipo “y hacer algo”, de manera que eso no derivara en un episodio de sangre.
“Esa responsabilidad sí que la he sentido, pero no me ha aplastado, no me he sentido perturbado”, reconoce.
Tanto políticos, como de los sectores sociales, cuando surge un conflicto recurren a él para que apoye como mediador, una tarea que la cumplió a cabalidad, evitando que estos eventos terminen en tragedia.
Pero no todo fue conflicto durante su gestión como obispo, lo que más se hizo fue obra social. “Algo muy bonito que he vivido en Tarija”, dice con una melancólica sonrisa.
“Toda la obra del padre Miguel Donahue con los discapacitados, el padre Alejandro con los drogadictos y alcohólicos, toda la labor que hacen los hogares de niños y niñas”.
“Yo creo que ahí se ha manifestado que la Iglesia no es sólo rezar el rosario, sino hacer lo que hace Jesús, que es estar al lado de la gente que necesita”.
Con satisfacción vio la cercanía existente entre los pobladores y los religiosos. “Yo he visto que nuestros padrecitos de Tarija son personas muy cercanas a las personas, no se limitan sólo a hacer un trabajo que hay que cumplir, sino que caminan con los demás”.
Lo mismo dijo de las religiosas. “Son un encanto de mujeres en el trabajo que realizan, tanto en la salud, la educación como en los hogares”.
Puso ejemplos “formidables”, como las hermanitas del hogar de ancianos. “Y es gente que no tiene mañana, tarde, ni noche, porque está en constante trabajo”.
También recordó a las hermanitas del hogar de niñas Moisés Navajas. “Son mujeres dedicadas mañana tarde y noche a 60 niñas, cada una con sus problemas”.
A nivel de laicos también destacó el trabajo efectuado. “Hay familias, grupos y jóvenes que le ponen el pecho a la obra. Trabajan y dan testimonio de fe”.
Javier del Rio cuenta los momentos más determinantes de su gestión como obispo de Tarija
El papa Francisco a su paso por Santa Cruz, según Del Rio, estuvo muy cerca de llegar a Tarija.