Los historiadores esperan que los terrenos del parque Oscar Alfaro vuelvan a ser un centro de recreación, como fuera antes de la construcción del zoológico.
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Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-Junio 25/2017) Su piel quedó marcada para siempre en el recuerdo de los tarijeños y la misma es exhibida en la sala de interpretación del Parque Urbano, donde los administradores pretenden que su muerte no sea en vano, sino, refleje la realidad de los animales que son ilegalmente víctimas de la caza para vivir posteriormente en el cautiverio, con una alta dosis de estrés, así pasó sus últimos días “Shaquira”, como fue bautizada por sus cuidadores.
Vivió 15 años en el parque Oscar Alfaro, no tuvo la oportunidad de conocer el nuevo centro de rescate, donde hoy viven sus seis cachorros, ya convertidos en unos imponentes jaguares.
Su pareja era “Sansón”, otro imponente jaguar que también murió en el cautiverio del parque Oscar Alfaro.
Los jaguares suelen ser animales solitarios que sólo se juntan cuando están en época de apareamiento, pero por la falta de espacio, estaban juntos en la misma jaula.
Los animales mostraban claros síntomas de estrés al caminar rápido de un lado para el otro. “Las necesidades ecológicas no podían satisfacerlas”, recuerda el activista y líder de la Sociedad Protectora de Animales de Tarija (SPAT), Gonzalo Torres Terzo.
“Si hacía viento no tenían una cueva dónde guarecerse, no tenían qué carajos hacer, miraban para atrás repetidamente así no tuviesen nada”, contó indignado Torres.
Shaquira llegó al parque Oscar Alfaro donde fue entregada voluntariamente por los propietarios de un circo, después de ser víctima del tráfico de fauna silvestre.
“Esperamos que su historia no vuelva a repetirse”, es el lema de los trabajadores del Parque Urbano, quienes poco a poco se fueron encariñando con los animales recientemente llevados al lugar.
Shaquira llegó al parque Oscar Alfaro donde fue entregada voluntariamente por los propietarios de un circo, después de ser víctima del tráfico de fauna silvestre.

Shaquira y Sansón no tuvieron la suerte de “Kimba”, el león tarijeño más popular que fue trasladado a un parque natural en los Estados Unidos después que organismos internacionales se percataran de la deprimente situación en la que se encontraban la mayoría de los animales en el parque Oscar Alfaro.
Kimba murió naturalmente en un amplio espacio, aunque llevaba una fuerte acumulación de estrés.
Parecería una contradicción que el nombre de uno de los poetas más destacados del país por sus trabajos dedicados a los niños como a los animales, sea el referente de uno de los centros más tétricos en el tratamiento de fauna.
Encarcelados. Así vivían tigres, jaguares y pumas entre otros felinos cuyo hábitat natural es demasiado extenso. Estos animales estaban aglomerados en jaulas de apenas 2 a 3 metros de largo como ancho, o quizás menos. Muriendo en vida.
La historia del parque zoológico Oscar Alfaro se remonta a la década de los 70’, en la época de la dictadura, cuando era presidente el entonces coronel Hugo Bánzer Suárez.
El alcalde en ese momento era Yamil Taja, quien vio la necesidad de tener un zoológico dónde exhibir los animales que eran entregados a la Alcaldía.
La obra fue realizada y la intención era que lleve el nombre del alcalde, pero el rechazo de los pobladores, hizo que eligieran el del reconocido poeta sanlorenceño, Oscar Gonzáles Alfaro (1921-1963).
En la ciudad por ese entonces no se contaba con otros espacios para destinar a los animales de fauna silvestre que eran entregados a la Alcaldía.
Los terrenos del parque Oscar Alfaro pertenecían a la Alcaldía, mismos que eran utilizados por los pobladores como un sitio de esparcimiento, según recuerda, Julio Álvarez Mercado, quien es editor del suplemento histórico “Que Churo”.
Álvarez cuenta que este lugar era una de las playas más simpáticas del pueblo de Tarija, por donde pasaban los jóvenes en sus gomas por el entonces caudaloso río Guadalquivir.
Había gran vegetación en el lugar y unas amplias playas, las que eran aprovechadas por los jóvenes. “Era un lugar hermoso”, dice Julio Álvarez con cierta nostalgia.
Este lugar pasó a convertirse en el zoológico de la ciudad, siendo la obra recibida de buena forma en sus primeros años, pero con el pasar del tiempo, la situación de los animales hizo que la visión hacia el mismo cambiara radicalmente.
Con el traslado de los animales al Parque Urbano, el historiador espera que la Alcaldía sepa utilizar bien este espacio y no construya “más cemento”, sino que rescate el espacio verde. “Sería una pena que construyan oficinas en el lugar”, dijo el historiador.

Álvarez cree que lo idea es rescatar esta área verde y convertirla como era antes, en un sitio de esparcimiento y no en oficinas municipales.
Mientras tanto, en el Parque Urbano se exhibe una fotografía de “Shaquira”, una pequeña historia, su piel y el mensaje que deja su muerte.
“La gente al entrar aquí tiene que entender que comprar artículos de piel de animales o llevar de mascota a un especie silvestre, es cambiarles su forma de vida”, reflexionó el director del Parque Urbano de Tarija, Luis Morales Tintilay.