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Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-agosto/2017) De acuerdo con cifras del Sector de Comunicación e Información de la UNESCO, en la década pasada, más de 800 periodistas a nivel mundial fueron asesinados por reportar noticias y llevar información a la opinión pública. Un promedio de una muerte por semana.
El periodismo, en el siglo XXI se ha convertido en una profesión de alto riesgo. El poder de la prensa para revelar tramas de corrupción, narcotráfico, crímenes organizados y atentados contra el medio ambiente, entre otros, ha puesto a los periodistas en el ojo de la tormenta.
Libertad y prensa no siempre van de la mano. Prensa y muerte, son cada vez más frecuentes.
“Hay países en los que el periodismo sufrió agravios muy fuertes”, dice Miguel Wiñazki en entrevista con el equipo de Verdad con Tinta.
La experiencia conferida por los años de trabajo en el rubro periodístico, así como la persecución y amedrentamiento vivido durante el gobierno kirchnerista, convirtieron a Wiñazki en un referente del periodismo de investigación en Sudamérica.
Miguel Wiñazki, a través de investigaciones publicadas en el diario Clarín y libros como La Dueña, sacó a la luz denuncias de influencias y corrupción que salpicaron a la expresidente argentina, Cristina Fernández de Kirchner y al grupo de empresarios que se beneficiaron a su alrededor.
Aunque asegura que ser periodista durante los años de gobierno “K” fue muy difícil debido a los constantes ataques y difamación que sufrían, tanto las empresas periodísticas en general, como los periodistas en particular, el periodismo salió fortalecido de aquella experiencia.
“Se produjo un efecto paradojal. Mejoraron las notas de investigación. El periodismo se vio muy desafiado y respondió con más periodismo”.
La situación en otros países de Sudamérica, como Brasil, México o Venezuela, no fue, ni es, tan favorecedora como lo es en el caso de Argentina.
En Venezuela, la prensa vive diariamente atentados y restricciones a su libertad. El cierre de Radio Caracas Televisión en 2007, fue solo el inicio de esta crónica de censura anunciada. Los periodistas no solo deben lidiar restricciones y violencia psicológica, sino también con violencia física.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, anunciaba en junio de este año a través de su cuenta de Twitter, que entre el 31 de marzo y el 24 de junio, 376 trabajadores de la prensa han sido agredidos.
De estas agresiones, 238 fueron documentadas y responsabilizan a las fuerzas de seguridad de 170 de los mencionados casos de agresión.
A estos casos, se suma la detención de más de 30 trabajadores de la prensa y el cierre de al menos de 49 medios de comunicación en el curso del 2017, según informó a Infobae el presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa de Venezuela, Marco Ruiz.
“En general se vive una situación difícil. En Brasil hay persecuciones y asesinatos, en México también; es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo, más que en Siria, por la amenaza del narco principalmente”, agregó Wiñazki respecto al panorama en Latinoamérica.
“Ser periodista en México es ser suicida”, dijo un mexicano consultado por Verdad con Tinta, respecto al ejercicio de la profesión en dicho país.
Al parecer, la consigna del narcotráfico es dar muerte, quien asoma las narices y sea un incordio para su multimillonario negocio ilegal.
Las cifras hablan por sí solas. El pasado 22 de agosto, murió Cándido Ríos, el noveno periodista fallecido en México en lo que va del año. Su cuerpo fue encontrado acribillado junto con el de un policía. Ríos formaba parte de un programa gubernamental de protección a periodistas y defensores de derechos humanos.
La guerra narco en México ha cobrado más vidas de periodistas, que las zonas de conflicto de Irak y Siria en las que según datos de la organización Reporteros Sin Fronteras, se registraron 4 y 3 muertes respectivamente.
Según cifras de la Organización en Defensa de la Libertad de expresión, en México se han registrado 276 agresiones contra la prensa en el primer semestre de 2017.

Informe Latinoamérica 2016
La libertad de prensa en Latinoamérica parece estar cada vez más vinculada con la muerte. El que quiere vivir, calla.
“Treinta y un casos de periodistas asesinados en América Latina, en 2016, son un saldo lo suficientemente fuerte para hablar de un balance catastrófico en la situación de la libertad de información en el continente americano”, versa el informe anual de la organización Reporteros Sin Fronteras.
De acuerdo al informe, el balance de las víctimas evidencia falta de mecanismos de defensa o la deficiencia de los mismos a la hora de proteger a los periodistas en el desempeño de su labor. Evidencia el grado de violencia, corrupción e impunidad que aqueja a los países de la zona.
Respecto a la impunidad, solo el 13% de los casos de asesinato a periodistas son investigados y un porcentaje aún menor llega a conclusión, según explica un reportaje realizado por el New York Times. La principal causa de la impunidad; la corrupción.
México encabeza la lista de países con mayor número de asesinatos a periodistas, seguido por Guatemala, Brasil y Honduras. Ninguno de estos países se encuentra oficialmente en guerra, pero de acuerdo al estudio de Reporteros Sin Fronteras, son países con un elevado índice de violencia estructural relacionada a grupos armados, como los cárteles en México o las Maras en Honduras.
“México es el país más peligroso para ejercer el periodismo, más que en Siria”, aseguró el periodista argentino Miguel Wiñazki. Las cifras respaldan sus palabras.
Sin embargo, la situación en Honduras no es mejor, en los últimos 5 años, más de 60 periodistas han desaparecido. El más reciente caso fue el de Víctor Fúnez, asesinado el 15 de junio.
La libertad de prensa en Bolivia también se ha visto afectada, según datos del 2016.
Reporteros Sin Fronteras denunció los intentos de las autoridades de perjudicar al gremio periodístico y apoyó a los profesionales perseguidos en el país. El Gobierno, acusó a la Agencia de Noticias Fides (ANF), y a los diarios Erbol, El Deber y Página Siete, de formar parte de un “cártel de la mentira”.
Amalia Pando, Raúl Peñaranda y Andrés Gómez, fueron blanco de una campaña de difamación, marcada por ataques verbales.
“El 27 de abril, Jesús Alanoca, del diario El Deber, fue interceptado cuando cubría una manifestación en La Paz. Agentes de la policía le ordenaron borrar las fotos que había tomado y le detuvieron arbitrariamente; después le dejaron en libertad. Dos días después, el fotoperiodista Álvaro Valero, del diario Página Siete, fue agredido durante una manifestación en la capital”, explica Periodistas Sin Fronteras en su página.
Por su parte, el periodista cruceño Carlos Valverde, quien denunció corrupción y tráfico de influencias en el caso de la empresa china Camc, salpicando al presidente Evo Morales Ayma, decidió abandonar el país debido a la intimidación y diatribas en su contra.
“Me siento presionado. Salí a Argentina por una cuestión de tranquilidad de mis amigos, de mi familia, de los propios compañeros periodistas que me pidieron que me aleje por un tiempo. Pero voy a volver en cualquier rato. El problema es que yo soy la persona que presentó este asunto del tráfico de influencias de Evo Morales a partir de una relación con Gabriela Zapata Montaño”, declaró Valverde en una entrevista de Infobae.
Bolivia ocupa el puesto número 107 de los 180 países tomados en cuenta para la clasificación de la libertad de prensa.
El caso más cercano en Tarija, es de la desaparición del periodista, Cristian Osvaldo Mariscal Calbimontes, de quien se perdió todo rastro el 19 de enero de 2014, cuando salía de una discoteca en el centro de la ciudad.
Mariscal era presentador de noticias y periodista en Plus Tv, poco o nada se sabe de su rastro desde aquella vez.
Los riesgos alrededor del mundo
A nivel global, los países con mayor índice de muertes a periodistas son Siria, Irak, Afganistán y México respectivamente.
Los dos últimos países mencionados anteriormente no se encuentran en un conflicto armado oficial, pero figuran entre los 5 más peligrosos para las labores de informar.
Lejos del panorama latinoamericano, otros casos a nivel mundial mostraron un retroceso en cuenta a la anhelada libertad de prensa a la que aspiran los profesionales del periodismo y la comunicación. Al otro lado del mundo, Turquía duele.
Encarcelamientos de periodistas, detenciones, cierres de medios, juicios arbitrarios, condenas abusivas, periodistas exiliados, despidos masivos de profesionales, censuras y leyes represivas, son parte de las amenazas a las que están expuestas los profesionales en el país intercontinental.
“El país del Nobel Orhan Pamuk, que sigue llamando a las puertas de la Unión Europea, se ha alzado con un triste galardón: encabezar los ataques contra la libertad de expresión e información”, reza el informe anual de la organización.
Aunque sin asesinatos de periodistas registrados, el retroceso respecto a la libertad de prensa y las libertades generales, es brutal.