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Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-septiembre/2017) Las mañanas frías de julio se calentaron al son de la protesta. No tenían petardos. Tampoco exigían bonos. Se trataba de un bloqueo pacífico en señal de protesta, en el que un grupo de ciudadanos exigían a la Alcaldía mayor control sobre las emisiones de monóxido y dióxido de carbono.
Empezaron un par de miembros de la organización Los Amigos de la Ciudad de Tarija, acompañados por residentes de la zona central, uno de los lugares donde hay mayor concentración de estos gases por el alto flujo vehicular.
Sin embargo, pronto se sumaron las vendedoras del Mercado Central y un sinfín de ciudadanos identificados por la causa.
“La contaminación nos afecta a todos”, expresó Juan Carlos Salazar, uno de los activistas que lidera la lucha por el medio ambiente.
Y tiene razón. La contaminación no sólo afecta las vías respiratorias de los habitantes, sino que puede perturbar otros aspectos de la salud, porque generalmente, los alimentos que consume la población están expuestos a estos gases contaminantes.
“Al estar relacionando la contaminación, el medio ambiente y su impacto en los alimentos del principal centro de abasto de la región, cabe esperar que uno de los órganos o sistemas más afectados, sea el tubo digestivo”, expresaron en un informe los médicos Oscar Varas Castrillo y Oscar Varas Maire.
Según los expertos, las enfermedades más comunes a causa de la contaminación de alimentos son, las diarreas agudas y crónicas, enfermedades que afectan al hígado y hasta tumores.
El médico Oscar Alberto Gamarra Gaite, en un documento que respalda médicamente el pedido de la ciudadanía respecto a la disminución de emisión de gases, expresa que estos son capaces de provocar patologías bronquiales y pulmonares, mermando la calidad de vida de los habitantes.

“Estos fenómenos se los puede percibir en la atención cotidiana en los centros médicos, y compromete a los niños con edades cada vez menores”, asegura Gamarra, quien además, explica que estas substancias contaminantes pueden resultar cancerígenas o tener efectos mortales, como es el caso del monóxido de carbono.
Por su parte, el 23 de agosto de 2017, los vendedores de la avenida Domingo Paz, hicieron llegar una nota al Comité Cívico Departamental, expresando que hace tres años, tiempo que lleva el Mercado Central en construcción, respiran gases tóxicos expulsados por los escapes de los vehículos.
En la misiva, los vendedores piden al Comité que interceda por ellos ante la Alcaldía, para que esta institución solucione el problema de la contaminación que afecta a su salud.
Tras realizarse estos y otros pedidos que sería muy extenso nombrar, la Alcaldía, a través de la Secretaría de Movilidad Urbana y la Secretaría de Medio Ambiente, comenzó a coordinar tareas para paliar la situación.
Someter a los buses a una revisión técnica vehicular fue una de las medidas, para determinar qué vehículos necesitan ingresar al taller para corregir sus escapes y evitar la contaminación.
Según Movilidad Urbana, hasta el 15 de septiembre, el 87% de los buses se habían sometido a la inspección y el 40% habían corregido sus escapes, cambiándolos de horizontales, a verticales. Verdad con Tinta pudo evidenciar que si bien hay micros que tienen ya sus escapes adaptados, aún hay un gran porcentaje que continúa circulando, pese a no haber realizado el cambio.
Aunque los buses contaminan, estos no representan la totalidad del parque automotor de la ciudad. Camiones, motocicletas y vehículos particulares también contaminan y deben ser sujetos a una revisión y una modificación de sus escapes.
Un tríptico de la Alcaldía correspondiente al Centro de Revisión Técnica Vehicular, explica extensamente de todos los males que puede producir la contaminación por los gases de los vehículos.
Paradójicamente, la mayoría de los vehículos que lucen la brillante roseta otorgada en dicho Centro de Revisión Técnica Vehicular en su parabrisas, circulan por la ciudad esparciendo gases contaminantes.
Contaminación acústica
“Te ponen de mal humor, es insoportable”, indica Carmiña Villena Morales, vecina de la zona central, quien tuvo que poner una puerta de vidrio a su peluquería para mermar el sonido de los bocinazos, especialmente de los vehículos del servicio público.
Villena fue una de las protestantes que bloqueó en agosto con el barbijo puesto, en rechazo a la contaminación que generan los vehículos, indicando que no son solo los gases, sino también el ruido que generan, generando malestar en los habitantes, que resulta en estrés.