[avatar user=»Mercedes Bluske» size=»thumbnail» align=»left» /]
[avatar user=»Jesus Vargas» size=»thumbnail» align=»left» /]
Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-septiembre/2017) Pasó casi un mes desde que las llamas del incendio forestal de Sama dejaron de arder. Aunque el fuego cesó, las cenizas traídas por los vientos, aún caen en los patios y en los tejados de la ciudad. Aunque ya no se ve el humo y la obscuridad de la ciudad, ya no es iluminada por el irreverente fuego, lo peor todavía no pasó.
Como el ave fénix, Sama se levanta de las cenizas, para afrontar una nueva realidad. Un futuro, que dependerá del aprendizaje del pasado y de las acciones del presente.
El fuego es parte de la ecología. El fuego es vida. El fuego fue una de las primeras herramientas de supervivencia que tuvo el hombre. Sin embargo, fuera de control, el fuego es devastación.
Ambientalistas y especialistas en el tema estiman que se necesitan por lo menos unos 10 millones de árboles para recuperar la flora perdida en esta reserva natural por este último incendio.
La Fundación Naturaleza Tierra y Vida (Nativa), compartió sus conocimientos con el equipo de Verdad con Tinta, para hacer un diagnóstico de lo que el fuego dejó en Sama y las posibles repercusiones que podría tener a futuro.
“El tema del fuego en Tarija, que es de origen antrópico, tiene consecuencias fuertes porque estamos hablando de que Sama es nuestra principal fuente de agua”, explicó el director de la Fundación Nativa, Iván Arnold Torrez, respecto al incendio del pasado mes de agosto.
Según el director ambiental, el funcionamiento hidrológico de la cuenca podría verse alterado ya que el fuego, al matar la vegetación, puede generar erosión ya sea hídrica o eólica, quitando al suelo su capacidad de absorción del agua.
“Los bosques son importantes para la regulación de los caudales hídricos”, acotó la responsable de conservación de la Fundación, Marcela Zamora Petri, quien explicó que la vegetación hace que el agua se infiltre en la tierra y se dirija por acuíferos o aguas subterráneas, para posteriormente ir saliendo poco a poco hacia los ríos.
Los bosques montanos como los que se encuentran en el Rincón de la Vitoria, son de suma importancia a nivel mundial para la captación de agua. Estos no solo son capaces de captar la lluvia, sino que también condensan la neblina y absorben también su agua.
Respecto a la contaminación del agua, Arnold explicó que no hubo un efecto directo en la calidad, pero sí se espera que, si no hay una limpieza de las torrenteras que alimentan la toma para la ciudad de Tarija, pueda haber contaminación visual y que el agua tome un color negro. Sin embargo, descarta el que el agua pueda generar algún daño a la salud.
El director de Nativa, quien participó en las reuniones sostenidas en la Cooperativa de Agua y Alcantarillado Sanitario de Tarija (Cosaalt), para abordar las acciones futuras tras el incendio. Explicó que desde la Cooperativa prevén enviar brigadas a limpiar las torrenteras, para evitar que fruto de las primeras lluvias, el agua que alimenta el suministro de la ciudad, llegue con residuos de ceniza.
La reforestación
Si bien la reforestación es importante para evitar la erosión del suelo, debe conocerse técnicamente qué tipo de vegetación es la adecuada, para evitar peores incendios en el futuro.
“Por suerte el fuego no ha llegado a la parte baja de ese valle”, aseguró Arnold.
Arnold explicó que en la parte baja de la cuenca, la vegetación está compuesta principalmente de pinos y otro tipo de plantas coníferas, que vienen a ser variedades introducidas en la zona y que tienen alta combustibilidad. En caso de incendio, las variedades alimentan al fuego.
Dicho lo anterior, es importante que la reforestación sea hecha con plantas nativas de la zona, las que tienen una combustibilidad considerablemente más baja, para prevenir en caso de futuros incendios.
Tanto Iván Arnold, como Marcela Zamora, coinciden en que las variedades óptimas para la reforestación, dependiendo de la zona, son: aliso, pino de cerro, molle y guayabos arrayanes.
“La gente no tiene porqué saber las variedades para la reforestación, pero para eso, tiene que haber la asesoría de las instituciones, porque si no es como echar leña al fuego”, agregó el director de la Fundación.
Aunque el incendio fue de gran magnitud, la encargada del área de Conservación de la Fundación nativa, Marcela Zamora Petri, insistió en que la mayor parte del terreno quemado constituye pastizales, por lo que el verde de terreno se restituirá rápidamente, cuando empiecen las primeras lluvias.
Para el ambientalista, Gonzalo Torrez Terzo, el proceso será lento ya que, a pesar que la montaña reverdecerá en un par de meses, el pasto se recuperará en pequeños manchones, pero con poca fuerza.
Respecto a los árboles, estos necesitarán entre 3 y 5 años para alcanzar un par de metros y aproximadamente 15 años para volver a llenar bosques, haciendo que los animales vuelvan.
De acuerdo a un cálculo realizado por el activista, se necesitarían plantar alrededor de diez millones de árboles para volver a tener la cantidad de árboles que había en las más de 10 mil hectáreas con las que arrasó el fuego.
El cálculo fue realizado, teniendo en cuenta que en la zona había un promedio de 100 árboles por hectárea, es decir un millón de árboles, y que no todos los “plantines” o semillas prenden en la tierra a causa de diferentes factores.
Para él, el mayor desafío de la reforestación radica en conseguir las semillas o plantines de las especies nativas de la zona, ya que los viveros no cuentan con las cantidades suficientes.
Ante esta situación, la Sociedad Protectora de Animales de Tarija (SPAT), formó un grupo de voluntarios para conseguir semillas de los frutos o pequeños plantines que se encuentran en la zona de Sama, para posteriormente llevarlos a las áreas incendiadas y colaborar así con la reforestación.
La fauna
“Sin flora, no hay fauna”, aseguró Gonzalo Torrez, quien explicó la relación de interdependencia que existe entre ambos. “El panorama no es alentador”, agregó acerca de la situación que afronta la fauna en la zona afectada por el incendio.
Como resultado del fuego, gran parte de las especies que habitan la zona que se vio envuelta en llamas, se vieron obligadas en abandonar su hábitat para sobrevivir.
Sin embargo, no todos corrieron la misma suerte. Hay animales que pese a sus esfuerzos, no pudieron librarse de morir sofocados por el humo o incinerados por el fuego, ya sea porque no podían volar, o porque eran demasiado prematuros.
Zorros, liebres, comadrejas y zorrinos, son parte de los mamíferos que habitan en la Cordillera de Sama. Por su parte, las aves passer y perdices, son las más comunes de la zona.
“Las perdices fueron las más afectadas”, explicó el colaborador de Fundación Nativa, Edil Ontiveros, quien explicó que ahora se encuentran en la zona baja, por el Rincón de la Vitoria, cuando éstas en realidad son nativas de la zona alta.
Según explicó Ontiveros, las perdices tuvieron que migrar a la zona baja en busca de comida, debido a que los pastizales, en los que encuentran las semillas y gusanos de los que se alimentan, se quemaron. Aunque es común ver perdices pequeñas en la zona baja, las grandes, que pertenecen a la misma familia de aves, son de la zona alta.
Similar situación atravesaron los loros, gavilanes y cóndores, que tuvieron que migrar a otras zonas e inclusive hay especies fueron divisadas en la ciudad de Tarija, especialmente los loros.
Ontiveros piensa que las perdices fueron las más afectadas no solo en cuanto a su alimento, sino también porque realizan entre tres y cuatro vuelos a lo largo de su vida
Esta situación da a pensar que fue la especie que mayor dificultar tuvo para escapar de las llamas y, por ende, la que más muertes padeció.
Otros animales murieron en el fuego, no porque no podían irse, sino porque permanecieron en el lugar para proteger sus huevos o a sus pequeñas crías, que no podían escapar.
Torrez contó que tras el incendio, en el recorrido que hicieron por la zona, pudieron encontrar cientos de aves quemadas y también zarigüeyas quemadas, una de ellas viva y con ocho crías en su interior, pero murió un par de días después.
Dos de las zarigüeyas encontradas quemadas, pero con vida, fueron llevadas al Parque Urbano, según explicó el activista.
“Sama no solo está desprovista de su vegetación, sino de su fauna”, concluyó Torrez.