Casi al mediodía de un sábado, empieza la entrevista con Casimira Lema Molina, solo que esta vez, ella es la entrevistada
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Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-diciembre/2017) Un mediodía semi nublado, un aire fresco a naturaleza, el verde de la serranía de Sama de fondo, con algunos puntos negros que todavía hacen recuerdo de aquel catastrófico incendio y por delante, ella, una de los rostros más conocidos de la televisión boliviana, Casimira Lema Molina de 50 años.
Con gafas para evitar la resolana, un delgada suéter y su sonrisa característica. Su forma de presentarse se muestra como una mujer sencilla, pese a que lleva consigo un prestigio que se ganó fruto del trabajo de 28 años consecutivos en los medios de comunicación nacionales.
No pareciera que pasaron 28 años lejos de su terruño, pues mantiene el acento cantadito característico de esta zona.
El sitio elegido para la entrevista es el Rincón de la Victoria, donde sus familiares tienen una agradable casa.
“A veces uno se olvida cuando dejas de venir de la importancia que tiene Tarija para refrescarse en la mente, en el cuerpo, en el alma; en estos lugres te pones a pensar y haces una retrospectiva de lo que estás viviendo”, dice Casimira mirando todo lo que tiene en el entorno, además de respirar con todas sus fuerzas, intentando que aquel aire puro se mantenga en sus pulmones, llevándoselo consigo a la sede del Gobierno.
Sin necesidad de que los periodistas le preguntan, ella misma se cuestiona: “qué hago yo fuera de este lugar tan bello, pero siempre hay un propósito”, se responde así misma con un toque de nostalgia y una que otra lágrima disimulada gracias a sus gafas.
¿Cuál es ese objetivo? “Desde donde a mí me toca estar, que es en los medios, es de trabajar por este país”, asegura.
Atrás quedó el programa Casi al Mediodía de la red PAT, ahora se desenvuelve en la Televisión Universitaria de La Paz, donde afirma que emprende el proyecto más importante desde que empezó su extensa carrera de periodista.
“Quizá es el más grande de mi vida, porque a las cadenas grandes llegas y te dan tu rol, pero acá lo estamos armando todo, es un reto muy importante”, destacó.
En la nueva televisión universitaria, además de las personalidades que llegaron donde también está la tarijeña, Paola Saavedra Ostojic, Lema resalta que detrás existe un gran equipo de estudiantes que va a dejar un legado valioso.
Es en este canal donde produce un programa que se llama “Casimira en Familia”, mantiene un formato similar al que conducía en PAT.
En ese programa más que lo político, se centra en lo humano, por más que los invitados sean de estas esferas. “Por ejemplo, la otra vez vino el canciller Fernando Huanacuni Mamani, quien habló sobre sus hijos, como la vida que lleva en familia”.
Una de sus nuevas pasiones es la radio, la que considera tuvo desde la niñez un amor a primera vista. “Cuando estaba en colegio y vivía en Tarija, era la que limpiaba los discos o los casetes”, relata como si fuese una niña contando una travesura.
“Estoy todo el día ocupada. Me levanto a las 7 de la mañana y vuelvo a mi casa a las 10 de la noche”, revela.
Historias que merecen ser contadas
Cientos de historias escuchó Casimira mediante sus entrevistados y a diferencia de otros periodistas, que recuerdan sus encuentros con presidentes o personalidades, las que más sequedaron en su memoria, son las realizadas con las personas adultas mayores.
Uno de esos momentos recordados ocurrió con dos adultos mayores que le fueron a contar que no tenían que comer.
“Eran historias diferentes, porque no se conocían, precisamente, los entrevisté no hace mucho en la radio, la señora lloraba”, recuerda.
La mujer le decía que había criado cuatro hijos y todos se han olvidado de ella.
Por eso la mujer vendía dulces en una esquina de La Paz. Miembros de la Guardia Municipal la vieron, la llevaron a un lugar donde dormir, pero eso fue muy momentáneo.
“En eso se creó un lugar que se llama Las Candelarias, donde acogen a los abuelitos de las calles, ella en cinco días, no probó un bocado”, dice todavía conmovida por esa historia.
Algo similar ocurrió con el otro hombre, quien contó que fue olvidado por su único hijo.
Entre las historias inolvidables está también la de la dirigente del Magisterio paceño, Wilma Plata, quien es conocida por ser una de las mujeres más críticas a los gobiernos de turno.
“Un día la entrevisté y le dije… a ver Vilma, porqué usted es tan molestosa con todos, con nada se contenta, no hay gobierno que usted no esté diciéndole que está mal el trabajo que realiza en cuanto a educación se refiere”.
La respuesta fue sencilla: “Yo peleo por mis ideas, mi ideal y mi máxima fuerza son mis estudiantes. La educación en el país sigue como hace 50 o 60 años, y mientras no vea mejoras, voy a seguir molestando”, recuerda aquella respuesta como si fuese ayer.
Lo que pocos saben y se reveló aquella vez, es que Plata tiene familia en Argentina y era una mujer adinerada, “si ella quería se iba con su familia, pero es una convencida de su lucha”, destaca Casimira.
También recuerda la entrevista con un boliviano que radica en Buenos Aires, quien se fue de su tierra Tarija a pie hasta el vecino país junto a su padre que era albañil.
Este hombre estudió y estudió, tanto que se convirtió en un destaco arquitecto e historiador.
Construyó la tumba del expresidente argentino, Néstor Kirchner (1950-2010+) y refaccionó el mausoleo de Evita Duarte de Perón (1919-1952). “Él y su padre eran tan pobres que no tenían ni para comer un pan”, dice nuevamente sorprendida.
Este hombre para colmo se llamaba Casimiro, somos muy pocos “los que llevamos este nombre”, resaltando esta casualidad.
Recuerda que hizo las gestiones para que el hombre llegue a La Paz para hacerle una entrevista, donde él le dijo que no le gustaba mucho figurar, pero que era “orgulloso de sus raíces”.
“O sea hay tantas historias de vida, hay tanta gente maravillosa y nosotros estamos preocupados por nimiedades de la política diaria, olvidándonos que hay mucha gente que hace patria a diario”, cuenta convencida.
Y es que estas historias, ya son parte de su vida, pues se convirtió en el móvil conductor de las mismas.
Agrega que cada persona tiene una historia importante por contar, y eso un periodista debe saber exprimirlo bien.
Pero, ¿qué historia está detrás de Casimira?
Se sonroja y empieza a reír, quizá no estaba preparada para responder a esta pregunta, luego recalca sobre todo lo que hizo, que quizá no aparecía en sus planes de adolescente.
“Nunca imaginé quedarme tantos años en La Paz y sobretodo, estar tantos años en los medios”.
Casimira y sus gustos…
Lejos de cuidarse de las proteínas o de seguir alguna dieta, cuando se le pregunta sobre algún plato preferido responde que es el saice.
Pero al hablarle de sabores, se saborea mientras comienza a enumerar sus gustos por los productos tradicionales. “Mis buenas chirriadas, mis buenas empanadas blanqueadas”, dice con gran antojo.
Entre sus pasiones está su familia, precisamente la entrevista se da en la casa de sus primos hermanos.
“Ellos trabajaron mucho por esta propiedad, casi se me destroza el corazón cuando escuché del incendio de Sama y que podía afectar esos lugares donde vivimos nuestra niñez”, cuenta al recordar el último incendio de magnitud en la serranía.
“De Tarija recuerdo las amistades, el olor a campo, mi familia querida a la que siempre estoy en contacto, pero extraño mucho, acá está mi raíz verdadera, de lo que me siento orgullosa”.
Pero también echó raíces en La Paz donde contrajo matrimonio con Friedl Hochhauser Trigo, un paceño de origen austriaco.
Sus momentos más felices los relaciona con el nacimiento de sus hijos: Friedl de 21 y Sthepan de 19.
Su momento más duro con la pérdida de su padre hace seis años. “Cuando llego a Tarija me duele su ausencia”.
Si necesita levantarse los ánimos lo que hace es buscar música bailable, y uno de los mejores exponentes es para ella es el cantautor boliviano: Bonny Lovy. “Me encanta su música soy su fan”, dice sonriendo.
Llegó la hora de comer y la periodista como buena anfitriona, invita alequipo de Verdad con Tinta y Tarija en Cien a comer un buen plato de saice. “No se me van sin comer”.