Trabajo hormiga, es el que realizan cuatro jóvenes cada semana para llevar esperanza a sitios recónditos de Tarija

Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-mayo/2018) Por Verte Sonreír Tarija, es el nombre de una pequeña agrupación juvenil que recolecta ropa y víveres para pobladores de los sitios más alejados y olvidados del departamento de Tarija.
Ana Valda Aragón, Paola Núñez Godoy, Soledad Gareca Chávez y Álvaro Solano Carrillo, conforman esta agrupación, que se encarga a lo largo de la semana de recolectar ropa, especialmente para trasladarla a comunidades prácticamente olvidadas, no solo por las instituciones departamentales, sino por la misma sociedad.
Este grupo inició de un debate surgido en una materia de la Carrera de la Comunicación Social de la Universidad Privada Domingo Savio (UPDS).
Los estudiantes pasaban una de las materias de Periodismo el año 2016 con el docente Miguel Molina Gareca, donde debatían sobre la realidad departamental, en eso, el educador, empezó a contar historias de lugares inimaginables, donde todavía se vive en la pobreza extrema.
El debate se quedó en la mente de los alumnos, que junto con el docente quedaron de ir a visitar uno de aquellos recónditos sitios.

El grupo de voluntarios.
Curqui fue la primera comunidad a la que llegaron, donde pudieron comprobar que las palabras de aquel docente no eran exageradas.
“No tenían agua, luz, ni nada”, recuerda Soledad, una de las chicas que quedó más impactada con lo que vio en aquel pequeño poblado de la provincia Méndez, en la zona alta del departamento.
Tres de los cuatro chicos se sientan tímidamente, para compartir una taza de café o un refresco con el equipo de Verdad con Tinta, conforme pasan los minutos, las historias que emanan de sus memorias van saliendo, ganando un poco más de confianza, intercambiando una que otra sonrisa.
Volviendo a la altura tarijeña, sus mentes suben hasta Curqui, esa ventosa comunidad, con un frío que traspasa los huesos, pero donde sorpresivamente, sus habitantes, tienen pocas prendas para combatir el frío.
Desde esa primera experiencia en la zona alta, ellos hacen visitas a estos sitios, llevando ropa y víveres. El docente se encarga de gestionar algún vehículo para que pueda trasladarlos a ellos como a las donaciones.
Pero no siempre consiguen vehículo, lo que hace más compleja esta tarea. “Se va en lo que se consigue”, relata Álvaro, quien en una oportunidad, se trasladó en la madrugada por la zona alta, encima de la carrocería de una camioneta, cuando la sensación térmica era de 4 grados bajo cero. “Me cubría con algunas mantas de las donaciones”, dice casi temblando como si volviera a sentir ese cortante frío en su rostro.
Álvaro recuerda especialmente su visita a la comunidad de Candado Grande, por la belleza del lugar, que contrasta fuertemente con la pobreza de su comunidad.

En las comunidades que visitan, repartiendo la ropa y víveres que consiguen.
Los ojos de Anita y Soledad se inmutan entre sí al recordar las caras de los niños cuando hacen las entregas de ropa, especialmente en estos lugares.
“No hay cómo explicar cuando un niño te agradece con solo una sonrisa o una mirada”, relata Anita, escondiendo entre sus lentes el recuerdo de aquellos encuentros inolvidables.
“¿Qué pasó aquí? Ver otra realidad a tan solo unos pocos kilómetros de Tarija”, se pregunta y responde al mismo tiempo Álvaro.
Los jóvenes hacen un trabajo hormiga en la semana, primero, recolectan las donaciones, posteriormente las seleccionan, porque no todo lo entregado es apto para el uso.
“A veces te donan hasta calzones”, dice sonrojado Álvaro, mientras las chicas no aguantan de largarse una carcajada.
Este grupo abrió su página de Facebook para interactuar con aquellas personas que quieran donar algo. El nombre de la página es Por Verte Sonreír Tarija.
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Mercedes Bluske
