26 de julio es recordado como el Día del Abuelo en gran parte de los países, por lo que ambas realizan una actividad digna de copiar
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Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-julio/2018) “Soy apegada a ella desde que está en la cuna”, dice entre risas Silvia Moscoso Blacud, sobre su hermana Carmiña, a quien aventaja con unos cuatro años.
Ambas cumplen 10 años de una labor a puro pulmón, o mejor dicho a puro amor.
“Empezamos con unos tachos de mermelada, luego fueron unas telas para hacer sábanas, no contábamos con muchos recursos, pero así iniciamos con esta labor”, relata sobre las donaciones realizadas al hogar Santa Teresa Jornet, a cargo de la congregación de hermanas de los ancianos desamparados.
La fecha de entrega elegida fue el 26 de julio, conmemorando el día de Santa Ana y de San Joaquín, padres de la Virgen María, importante celebración católica.
Esta fecha es considerada en gran parte de los países como el Día del Abuelo, en conmemoración a los padres de la Virgen María, que a la vez, eran los abuelos maternos de Jesucristo.
Con el pasar de los años, Silvia y Carmiña se dieron cuenta de que la mayor necesidad en este centro de acogida para ancianos era de pañales, cuyo costo es bastante elevado.
Un solo paquete de pañales para ancianos sale Bs. 70 en una distribuidora.
En este hogar están albergadas unos 180 ancianos, si se toma en cuenta que por lo menos unas 40 o 50 pueden usar pañales, las cuentas se disparan, pues solo una persona utiliza tres por día.
“Es una montaña de pañales que se necesita”, dice Silvia. Por eso, las religiosas de este hogar prácticamente salen a “mendigar”, para mantener este centro de acogida.
Si bien, el hogar tiene un aporte mensual de parte del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges) dependiente de la Gobernación, este es solamente para los gastos de alimentación, no así para artículos de limpieza u otros.
Pese a todas las adversidades, hay personas que de forma desinteresada dan sus aportes, como el caso de Silvia y Carmiña. “Nos unió el amor al prójimo”, acota Carmiña.
Uno de los momentos que más le impactó a Carmiña para hacer esta labor, fue cuando hace un poco más de 10 años, cuando en una visita a este hogar conoció a una dulce señora que se afligía porque no tenía una heladera en la que pudiese conservar sus productos.
En ese entonces, Carmiña pudo conseguir una conservadora, y al ver el rostro de felicidad de esa mujer, se dio cuenta que su tarea estaba ahí.
Carmiña cuenta que detrás de cada anciano en este hogar existe una historia conmovedora, por lo que el apoyo a lo largo del año es fundamental.
Relató que generalmente las religiosas a cargo reciben personas indigentes sin importar su estado.
Recuerda cómo llegaron a este centro dos hermanas. Aquella vez, las religiosas escucharon la puerta, salieron a ver, y se encontraron a dos mujeres envueltas en unas bolsas, tiradas en el suelo con las piernas pegadas a sus caderas.
Pese a no conocer nada de ellas, las religiosas las atendieron. Una de estas mujeres pudo rehabilitarse y volver a caminar, pero su hermana tuvo que usar silla de ruedas. “Fue conmovedor ver cómo una hermana cuidaba de la otra”, cuenta.
El trabajo de las religiosas de cuidar a todas estas personas sin pedir nada a cambio, conmovió a las hermanas Moscoso, quienes cada año se esfuerzan por colectar la mayor cantidad de pañales y recursos a favor de este centro, gracia al generoso aporte de empresas y personas particulares que se suman de forma desinteresada a esta campaña.
“Hay personas que desde los Bs 5 empiezan a dar sus donaciones y eso realmente nos conmueve”, acota Silvia.
Ambas en el día de Santa Ana y de San Joaquín hacen la entrega, por lo que este 2018 no es la excepción, estando prevista la misma para las 10.00 al interior del hogar. “Tenemos una montaña de pañales”, agrega feliz Silvia.
El amor hacia los demás, fortificó el mismo entre ambas que viene desde la infancia, e incluso marcó el rumbo de sus vidas.
“Mi hermana se enamoró de su actual esposo por las visitas que venía a hacerme a Tarija”, revela sonriente Silvia, pues ambas nacieron en Sucre, pero consolidaron sus familias en esta ciudad.
El amor en ambas está presente y con este tipo de actividades se sienten mujeres más completas… más humanas.